Fernando Irala
Con un impresionante despliegue de varias decenas, tal vez cientos de esos policías capitalinos que ya no se llaman granaderos pero visten y se conducen como tales, una noche pasada el contralor de la ciudad de México en persona encabezó un operativo donde encontró lo que buscaba –propaganda contra la jefa de Gobierno de la CDMX– en el inmueble de la Alcaldía Cuauhtémoc.
La irregularidad del hecho es evidente, pero las circunstancia en las que se llegó al descubrimiento y decomiso lo son más aún.
Dice el funcionario que una denuncia anónima los alertó y que por ello se procedió.
Pero en la ciudad de México ocurren decenas, cientos de delitos cada día, y entre ellos muchas denuncias por malas actuaciones de servidores públicos que extorsionan o niegan derechos a ciudadanos, y nunca se ve que un contralor encabece personalmente un operativo para comprobar la “flagrancia”.
Menos aún que se distraiga la fuerza pública para montar un aparatoso procedimiento, y que éste se haga en la noche, como si hubiese extrema urgencia y en ello fuera de por medio la vida y el futuro de la ciudad.
Nada menos hace un par de meses, cuando luego de la marcha en defensa de las instituciones electorales, una contramarcha oficial se convocó, en las estaciones del Metro aparecieron pegados carteles para invitar a los usuarios a manifestarse en apoyo del régimen, y entonces el señor contralor hizo como que no se enteraba, por supuesto no acudió a retirar la propaganda ilegal ni realizó ninguna denuncia, simplemente se hizo pato y no pasó nada.
Como esta vez la propaganda era contra su jefa, su actuación fue veloz y eficaz, aunque probablemente ilegal y abusiva.
Tampoco parece la Contraloría citadina interesada en el millonario contrato fincado con el asesor español especializado en campañas electorales, contratado desde el año pasado en la exregencia capitalina. ¿Ahí no habrá desvío de recursos, ni algún otro delito que perseguir?
Mientras tanto, en todo el territorio nacional una atosigante campaña publicitaria, adelantada en el tiempo y financiada con misteriosos recursos, intenta convencer a los ciudadanos que “esClaudia”, así como familiarizarlos con su escuálido perfil.
¿Alguna autoridad interesada en el tema? Las evidencias sobran.