viernes, abril 19, 2024

Azarosa historia de cazadores, tramperos y promýshlennik

Luis Alberto García / Juneau, Alaska

*Incursiones militares y comerciales con la venia de la zarina Catalina II.

*Los siberianos explotaron las poblaciones de los aleutianos o unangan.

*Grigori Ivánovich Shélijov e Iván Gólikov llegaron a la isla Kodiak en 1784.

*Sitka adquirió relevancia y se defendió de las incursiones de los tlingit.

*La expansión rusa en Alaska y el avance de España por el Pacífico.

*Rusia llegó hasta la Alta California, a ochenta kilómetros de San Francisco.

El interés de Rusia por el comercio de las pieles -una de sus principales exportaciones desde el siglo XV hasta el XIX-, y la expansión territorial del imperio zarista, no llevó al envío de nuevas expediciones oficiales; pero sí a permitir fundar poblaciones que ocuparían los promýshlennik, como se conocía a los comerciantes peleteros llegados del continente.

También aparecieron cazadores y tramperos que empezaron a llegar a la Rusia oriental a partir de 1743, cuando Vitus Bering ya había cruzado el estrecho que lleva su nombre, impulsado por su afán de aventuras, comprometido con el imperio de Pedro el Grande para apoderarse de nuevas tierras y mares.

Durante las décadas siguientes se produjeron diversas incursiones militares y comerciales -autorizadas por la zarina Catalina II-, por cuenta de rusos o pobladores siberianos, colaborando o explotando a las poblaciones aleutianas, los unangan en su lengua originaria.

Esas expediciones se involucraron en la cacería de todo tipo de animales para comerciar con sus pieles y venderlas a quienes ya se habían ubicado en asentamientos temporales, por los tres a cuatro años que duraba cada expedición, como hacían los tramperos que entraron a Canadá en la misma época.

El primer asentamiento estable fue establecido a iniciativa de Grigori Ivánovich Shélijov y su socio Iván Gólikov, que arribaron en 1784 a la bahía de los Tres Santos en la Isla Kodiak en dos barcos, el “Tri Sviatítelia” (“Tres Santos”) y el “Sviatói Semión” (“San Simón”).

Ante la resistencia de los aleutianos, Shélijov desencadenó una campaña de violencia sin paralelo, toma de rehenes y exterminio, que le permitió dominar las islas. Y una vez establecida su autoridad, procedió a fundar la primera colonia rusa en la bahía de los Tres Santos.

En 1790, Shélijov volvió a Rusia para asegurarse una carta de monopolio de la caza, dejando como encargado a Alexander Baránov, un empresario que, al contrario del déspota y criminal, se condujo civilizadamente y trasladó la colonia a Sviatói Pável , emplazamiento donde hoy está Saint Paul, en la isla Kodiak, famosa por los osos pardos que antes la habitaron.

El siguiente paso fue la fundación de la Compañía Ruso-Americana —RAK por su siglas en ruso— en 1799 por cuenta de Nikolái Petróvich Rezánov, yerno de Shélijov, garantizada por el zar Pablo I, hijo de Catalina II, al que había comprado los derechos de explotación con el propósito de cazar y comercializar pieles de nutria marina.

La expansión y presencia rusa en Alaska hizo que, a partir de 1774, los españoles enviaran expediciones por el Océano Pacífico desde el virreinato de la Nueva España, para evitar que los rusos avanzaran hacia el sur.

Con ese objeto y para adelantarse también a estadounidenses e ingleses, el 5 de mayo de 1789 Esteban José Martínez tomó posesión en nombre de España de la isla de Nutka, en lo que actualmente es territorio canadiense en la Columbia Británica: los españoles permanecieron ahí hasta 1795.

Sitka adquirió relevancia –su nombre original había sido Gajaa Héen- cuando se construyó con el refuerzo de una empalizada superior y 32 cañones que protegían la residencia del gobernador de las incursiones de los tlingit

La compañía encomendó esa tarea de reforzamiento a Baránov, que se había establecido en parte del territorio de esa etnia originaria, con la que ya habían tenido problemas los cazadores rusos, quienes inauguraron la factoría peletera del fuerte San Miguel (Sviatói Mijaíl).

En 1802, los tinglit atacaron a los rusos y aleutianos, a los que expulsaron -previo rescate de cuatro mil pieles y diez mil rublos), hasta que, en 1804, Baránov retornó a bordo del navío “Neva”, recobrando el fuerte y expulsando a los tinglit en la llamada batalla de Sitka.

Después erigió el fuerte Nuevo Arcángel (krépost Novoarjánguelskaya) en el mismo lugar, que se mantuvo en actividad hasta 1818, ocho años después de que Sitka fuese designada capital de la América rusa con la venia del zar

El puesto más al Sur se hallaba cerca de la actual bahía Bodega, en la Alta California, más o menos a la altura del paralelo 38, ochenta kilómetros al Norte de San Francisco, en el fuerte Ruso, (krépost Ross), establecido por Iván Aleksándrovich Kuskov el 10 de septiembre de 1812 para asegurar el abastecimiento de alimentos.

Después del acuerdo de aprovisionamiento al que llegó la Compañía Ruso-Americana con la Compañía de la Bahía de Hudson fue evacuado en 1841, luego de que el zar Alejandro I extendiese la jurisdicción de la Carta de Comercio de la Compañía Ruso-Americana hasta el paralelo 51 Norte.

En 1821, Inglaterra había llegado a un acuerdo con Rusia, por el cual le alquilaba a la Compañía de la Bahía de Hudson el territorio al Sur del cabo Spencer durante diez años, a cambio de dos mil pieles de nutria, aunque la ocupación británica persistió casi treinta años.

En los antecedentes a la adquisición de Alaska por parte de Estados Unidos, 1824 representa el año en que Rusia llegó a un acuerdo de límites que estableció la frontera en el paralelo 54 Norte, de tal suerte que, cuando se oficializó la compra en 1867, la extensión territorial de la América rusa era de un millón 518.800 kilómetros cuadrados el 88,37 % del territorio del actual estado de Alaska.

Al ser una colonia de explotación y no de poblamiento, la ocupación del territorio se estructuró por medio de factorías comerciales, que se erigían, mantenían y abandonaban en función de la situación que prevaleciera en aquellos tiempos.

En 1867, los puestos eran 23, destacando Sviatói Pável en la isla Kodiak, y Sitka como la capital de Alaska y la América rusa que, en octubre de ese año, dejaría de serlo por la entrega de esa tierra que sería de promisión, de entonces hasta nuestros días.

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