martes, abril 16, 2024

ARQUEOLOGÍA POPULAR: El sonido de la luna rosa se puede escuchar

Carlos Becerril Torres

 

Algunos compositores mueren tan jóvenes que no les dio tiempo de contemplar su propia muerte ni su propia decadencia. Esa fue la suerte de Nick Drake.

Con solo tres álbumes, que en su momento pasaron desapercibidos, aparecidos entre 1970 y 1972, mantiene, en lo que va del presente siglo, presencia y vigencia. Son obras creadas hace cuarenta y cinco años y hoy nos permiten entender la posibilidad de predecir el futuro conociendo el pasado.

El tiempo me ha enseñado que eres un raro hallazgo, una cura conflictiva para una mente atormentada… palabras más, palabras menos, es lo que queda inscrito en la primera pista con la que se inicia su primer álbum Five Leaves Left.  De ahí en adelante, Drake deja caer un torrente de imágenes, pensamientos y reflexiones de una mente adelantada a su tiempo.

En River Man el autor plantea Voy a ir al río, decirle todo lo que pueda acerca del plan para cuando florezcan las lilas. La última frase sirvió de fuente de inspiración al grupo inglés LilacTime que adoptó ese nombre. El arreglo de cuerdas con guitarra acústica mira, más bien, hacia el futuro. Contrario a las tendencias y corrientes de aquel momento.

Way To Blue con otro excepcional arreglo de cuerdas a cargo de Robert Kirby lanza una pregunta ¿Puedes entender una luz entre los árboles? La primera pista del lado dos Cello Song, combina un arreglo de cello, congas, bajo y guitarra y su apacible lírica es una reflexión hacia la salvación.

Fruit Free plantea el sentido de la fama y manifiesta: Árbol de fruta abre tus ojos otro año. Todos sabrán que tú estuviste aquí cuando te hayas ido…

Ahora, en la actual época, de regreso a los orígenes, con el lp a la conquista y reconquista de viejos y nuevos territorios y adeptos, Five Leaves Left de Nick Drake permite retroceder a sentir la amplia dimensión sonora de una sala de grabación, la profunda respiración y aliento de su voz, plagada de nicotina y demás yerbas.

Con la enorme cantidad de tecnología y conexiones existentes que permiten sustituir y suplir el efecto real a cambio de un ambiente sintético total y aparentemente más realista parecía que las técnicas antiguas de grabación podían olvidarse. Máquinas secuenciadoras, programadoras, teclados electrónicos conectados directamente a una computadora sin que los sonidos pasen por la atmósfera. Todo es digitalmente perfecto sin posibilidad de error. Y entre quienes tienen tiempo y paciencia de apreciar un buen producto, de una buena cosecha musical, tiran por la borda todo lo sintético y regresan a la época en la que el master final se obtenía con tijeras y cinta adhesiva.

La presencia y permanencia de Nick Drake entre los nuevos públicos contradice la superación tecnológica y su música suena tan actual como si hubiera sido compuesta ayer y hoy está en las tiendas de discos.

Nick Drake estaba negado al triunfo masivo, era de una personalidad tímida, retraída, sensible, sutil y delicado, extraordinariamente talentoso. Con toda la carga de un genio a cuestas, “el mejor compositor lírico salido de Inglaterra” así lo definió Robert Kirby el músico que acompaño con sus arreglos los dos primeros álbumes de Drake.

El segundo disco Bryter Layter, con arreglos de metales y cuerdas a cargo de Robert Kirby evoca levemente al Pet Sounds de Brian Wilson.

Hazey Jane II, la primera pista contiene la siguiente reflexión ¿Qué pasará en la  mañana, cuando el mundo esté tan poblado que no puedas ver la mañana por la ventana? Algunos ambientes urbanos tienen en la actualidad esa realidad cotidiana.

El talento lírico de Nick Drake sacudió a John Cale, para entonces ex­-miembro del Velvet Underground, al grado de contribuir con arreglos de viola, clavicémbalo, celesta y órgano en dos de las composiciones del disco:  Northern Sky  y Fly.

Una vez terminado Bryter Layter, en marzo de 1971, Drake tiró por la borda la posibilidad de ser famoso, una superestrella entre Rod Stewart y Bob Dylan; y a finales de ese mismo año, en dos sesiones graba su último álbum Pink Moon, de acuerdo a su personal visión de cómo deberían sonar sus propias composiciones.

La fuerza proveniente de ese álbum es manifiesta al sentarse a escucharlo en silencio y aislamiento. De su música se desprende un movimiento sutil, un suave viento que impele a sentarse y escucharlo en silencio. Tal vez con las luces eléctricas bajas, apagadas, o con velas en lugar de electricidad.

El disco, aparecido en 1972, permanece quieto, en cierto estado de latencia. En medio de la escandalera por los famosísimos Papeles del Pentágono sobre la guerra de Vietnam y Led Zeppelin, la voz íntima y silenciosa de Nick Drake no tenía cabida.

Su personalidad tímida, de aislamiento, le impedía presentarse en público, prefirió ponerse en contacto con su audiencia por medio de sus grabaciones. Manejar las presiones de la fama: presentaciones en vivo, ruedas de prensa, entrevistas exclusivas, giras, presentaciones en radio y tv, no era una experiencia atractiva ante su introspección creativa.  Pero sus grabaciones tampoco lograban atraer la atención necesaria.

La marca Island Records era la encargada de la distribución y promoción de la obra de Nick Drake. Chris Blackwell su dueño era un fan declarado del compositor y por contrato los tres álbumes nunca iban a descontinuarse del catálogo de Island.

Al sentir que esa desconexión, falla, Drake se aísla cada vez más, y en 1974, a la edad de veintiséis años por equivocación ingiere pastillas antidepresivas en lugar de pastillas para dormir y termina con su vida.

En 1978 el periodista Arthur Lubow publica en The New Times un artículo titulado Remember Nick Drake, el primer artículo sobre carrera y destino del cantante. Brian Cullman, también hace las primeras semblanzas directas de la personalidad del cantante en la revista Crawdaddy y Peter Paphides del periódico The Guardian comienza a reconstruir momentos y anécdotas de Drake.

En 1992, la cantante country Lucinda Williams desciende al Hades y resucita Wich Will  —pista cuatro de Pink Moon— y la inserta en su disco Sweet Old World, es una canción cargada de una triste ternura sobre a quién elegir y amar de entre todos los demás. Lentamente comienza a crecer el interés por la obra de Drake.

El último año del siglo pasado VW utiliza Pink Moon en un comercial promocional de su Cabrio. Para ese momento la fama de Drake era un culto bien establecido y sus discos se vendían por millares.

La adoración por el trovador, nacido en Burma, hoy Myanmar, estudiante de Inglés en Cambridge, no se ha detenido, es adorado y reverenciado por audiencias que aún no habían nacido cuando él murió.

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