Francisco Gómez Maza
Diabólica, la realidad mexicana
Nacionalización de la muerte
¡Caramba! ¡Qué fue lo que nos ocurrió a los mexicanos! En qué momento de la historia nos bajamos del tren de la Vida y nos bañaron de ríos de sangre. Tanta sangre, que los sacrificios humanos prehispánicos eran sacramentos divinos. Y lo nuestro es el reinado de la muerte.
La vida en México no vale nada, como dice el poema-canción de José Alfredo Jiménez, refiriéndose a Guanajuato. Qué horror. Y muchos no nos damos cuenta. No tomamos conciencia de que estamos en un inmenso mar de sangre humana. Se desprecia la vida. Y nadie, menos los encargados del gobierno, hace algo por voltear las cosas. La permisividad para matar es una trágica forma de “joder a México”, un chile que le embona a los encargados de cuidar de la vida.
Nunca antes, México había roto marcas sangrientas, espantosamente sangrientas, dolorosamente mortales, fantasmagóricamente satánicas. Y son miles solamente las muertes contabilizadas por el gobierno, y más miles de miles las extraoficiales, las ejecuciones entre las bandas criminales, las ejecuciones extrajudiciales perpetradas por la soldadesca, no contabi8lizadas en las listas de los ministerios públicos.
Pero tan sólo las cifras de lo que los especialistas gubernamentales denominan “asesinatos dolosos”, consabidos, registrados, están batiendo marcas aquí ante cualquier país violento en el mundo. Pareciera que estuviésemos en guerra, una guerra intestina no declarada, sin normas bélicas, todo al chilazo, todo porque me cayó mal, todo porque no había dinero para el rescate, todo porque no era de la banda. Tanta desolación y muerte en una nación en la que viven seres humanos, no bestias violentas.
Según los informes del gobierno en turno, quien se comprometió hace cinco años a erradicar la violencia y no solamente no la erradicó, sino que permitió que creciera, que aumentaran tan solo asesinatos y ejecuciones, y ejecuciones extrajudiciales, la violencia fatal superó con creces los niveles mortales, este quinto año de desaciertos, de entreguismos, de empobrecimiento, de sangre, de dolor, de lágrimas.
En octubre, afirman los reportes oficiales, México “se tiñó” de rojo (Bueno. Lleva teñido de rojo intenso dos sexenios. El del derechista Felipe de Jesús del Sagrado Corazón Calderón Hinojosa, que le declaró la guerra a los poderosos cárteles de la droga, que en vez de debilitarse están más fuertes que nunca, a pesar de que las autoridades presuman que descabezaron a todos. Y el de Peña Nieto, que no cumplió, entre otros muchos compromisos declarados, el acabar con la violencia. Octubre, pues, rompió – cabeceó El Universal, por ejemplo – el récord de junio de 2017 como el mes con más asesinatos dolosos en los últimos 20 años. Y la violencia preocupa y preocupa profundamente porque, aseguran los expertos, no hay indicios de que vaya a bajar.
Según los reportes del Sistema Nacional de Seguridad Pública, órgano dependiente de la Secretaría de Gobernación, octubre desplazó a junio como el mes más violento desde enero de 1997, al contabilizar 2 mil 371 homicidios dolosos, y 2017 es ya el año con el mayor número de asesinatos del sexenio; tan sólo los asesinatos registrados por las autoridades ministeriales: 20 mil 878 hasta ahora, superando a 2016, 2015, 2014, 2013 y con una tendencia al alza.
Las estadísticas mensuales del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta antes de octubre, decían que el récord lo ostentaba el pasado mes de junio con un total de 2 mil 238 carpetas de investigación por ese delito de alto impacto, por lo que fue considerado el más violento desde 2011, el peor año en materia de seguridad, con 22 mil 885 asesinatos.
Obviamente que tienen parte de razón los expertos que argumentan que el tráfico de drogas y la lucha entre grupos criminales por el control de territorios son las principales causas de la violencia que agobia y estresa y angustia a los mexicanos y son más dolorosas las angosturas en el pecho porque “no hay señales de que la escalada (de violencia) vaya a la baja”.
La violencia vino para para establecerse en este país de dolor, de desesperanza, de decepciones frente a los gobernantes que pareciera que lo único que les importa es estar en el poder para hacer negocios, inclusive con los narcos. Según los registros, enero de este año sumó mil 927 muertes intencionales; febrero, mil 838; marzo, 2 mil 022; abril, mil 959; mayo, 2 mil 192; junio, 2 mil 238; julio, 2 mil 030; agosto, 2 mil 116; septiembre, 2 mil 185, y octubre, 2 mil 371.
Tales cantidades suman 20 mil 878 carpetas de investigación en los primeros 10 meses del año, contra las 20 mil 574 que se abrieron en 2016, 16 mil 909 en 2015, 15 mil 520 en 2014, 18 mil 106 en 2013 y 21 mil 459 en 2012.
Y Peña no sabe qué hacer. Puras excusas alrededor de estas cifras y no estamos viendo que las cosas estén mejorando”, reprochó un activista. Para el experto en seguridad Alejandro Hope, quien publica una columna en el diario El Universal, el repunte de la violencia se registró desde 2015 y a la fecha no hay señales de que la escalada vaya a bajar. “De octubre de 2016 a octubre de 2017 creció 31%, por lo que veo con mucha preocupación la dispersión de la violencia y veo que hay casos que ya son dramáticos, como por ejemplo Baja California Sur”, indicó. Hope dijo que 11 estados superaron la cuota de mil víctimas, por lo que es un problema al que todavía no se le ve solución. “No hay una estrategia federal para enfrentar el problema y no se ha hecho ni siquiera mención al problema por parte del presidente de la República”, aseguró. Advirtió también que este año cerrará con 30 mil homicidios dolosos, una tasa, dijo, de poco más de 24 por cada 100 mil habitantes, y con una trayectoria de crecimiento para el próximo año. Ah, México. El país más violento.
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