Francisco Gómez Maza
- Bajo el neoliberalismo, todo se dejó a las “fuerzas” del mercado
- Pero la economía sólo creció, en tres décadas, por abajo del 2%
Uno de los gravísimos problemas que ha enfrentado la economía real mexicana es la ausencia, desde hace tres décadas y media, de una política industrial que impulse el crecimiento del producto, cancelada por los gobiernos fondomonetaristas-neoliberales – de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) a Enrique Peña Nieto (2012-2018).
Estos ejecutores del capitalismo salvaje, del capitalismo de casino, renunciaron a impulsar, desde el Estado, una definida política industrial para impulsar el crecimiento de la economía nacional, y abandonaron el desarrollo de la industria nacional a las ciegas fuerzas del mercado, pero no les funcionó el modelito.
La economía no rebasó el 2 por ciento de crecimiento del producto y la actividad comercial se concentró en el mercado estadounidense, en un 80 y tantos por ciento, dejando abandonado al resto del mundo, a los mercados del sudeste asiático y a los del sur del continente americano, de donde la economía mexicana podría haber levantado un vuelo impresionante.
Esta situación, producto del entreguismo de los gobiernos priistas y panistas a los intereses del imperio estadounidense, siempre ha tenido molestos a los industriales mexicanos, tanto a los grandes industriales, agremiados en la Confederación de Cámara Industriales, como a los manufactureros, agrupados en la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra).
Los que ganaron fueron las grandes empresas globalizadas, generalmente de capital extranjero, que se posesionaron del mercado interno (la industria automotriz) y parte del mercado estadounidense, hasta que llegó Trump y cambiaron las condiciones de la competencia. Empresas fuertes tuvieron que dejar de invertir en México por la amenaza de Trump de castigarlas con importantes aranceles pues, en su opinión, contribuían al deterioro de la economía del país vecino ya que el empleo que debían de crear en territorio estadounidense lo generaban fuera, concretamente en el mercado mexicano.
Desde tiempo atrás, que recuerde, desde que los gobiernos fondomonetaristas abandonaron las políticas desarrollistas de sustitución de importaciones, y apoyo firme al desarrollo industrial, éste incipiente, los industriales mexicanos se han venido quejando de esta enana política. La política industrial de estos gobernantes neoliberales ha sido precisamente la ausencia de una política industrial, siendo México rebasado por economías asiáticas como la exitosa de los Tigres de Asia, en donde se combinaban libre mercado y protección estatal, cuando una u otra convenía a los intereses nacionales.
Pero, como todo en la vida, la persistencia del nacionalista Andrés Manuel López Obrador rindió frutos, ¡y vaya qué frutos! -, en la jornada electoral del recién primero de este julio, cuando el tabasqueño arrasó con todo lo arrasable y todo lo que no servía se fue al caño. Los industriales escucharon un cántico nuevo y se les endulzaron los oídos: El primer mensaje que dio Andrés Manuel López Obrador como ganador de la Presidencia de México, de respeto a la inversión privada, de fortalecimiento del mercado interno y de sustitución de importaciones “fue música para los oídos” del sector industrial mexicano, como lo afirmó, ante periodistas, el presidente de la Concamin, Francisco Cervantes Díaz, quien este lunes recibió al presidente electo, en un hotel de la capital del país, para definir la política interna de los próximos años.
El líder de los industriales dijo que México, “hoy más que nunca, debe acelerar su proceso de reindustrialización por cuatro motivos fundamentales: el reto que impone el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN); la postura proteccionista que ha emanado de Estados Unidos; la competencia con China y el Pacífico asiático, así como la apuesta al crecimiento y generación de empleos”.
En entrevista, Cervantes Díaz dijo que en los últimos 25 años el sector no ha tenido una política industrial y “ya es tiempo”.
AMLO se reunió con los de la Concamin, a quienes les dijo que lo que busca es un crecimiento económico del 4%, meta que se logrará con la colaboración estrecha entre iniciativa privada y el gobierno. Este año el mundo crecerá al 4 por ciento, mientras México solo al 2%, por ello es ineludible el trabajo conjunto.