miércoles, abril 24, 2024

Amenazas, conflictos humanos y vida silvestre

Luis Alberto García / Zamora Pico de Oro, Chiapas

*La disminución incesante de los territorios.
*Menor acceso a las presas naturales del jaguar.
*Esa especie ha comenzado a extinguirse por tráfico animal.
*Esa y otras anomalías han dañado su reproducción.

El ganado que vive en las tierras que alguna vez habitaron diferentes especies de carnívoros, a menudo se convierte en alimento para jaguares hambrientos, quienes se ven obligados a alimentarse de estos animales domesticados en lugar de sus presas naturales.
Como resultado, los jaguares se convierten en víctimas de los agricultores que podrían matarlos como represalia o en un intento preventivo de proteger sus ingresos, los cuales son mínimos dadas las condiciones económicas del campo mexicano, siempre en crisis fluctuantes.
El jaguar es un depredador que se encuentra en la cima de la cadena alimenticia, está activo principalmente durante la noche y requiere una gran cantidad de territorio para sobrevivir; pero desafortunadamente, la deforestación y las actividades agrícolas han estado invadiendo su territorio.
Así se reduce lentamente el área de distribución de estos felinos, separando a las poblaciones entre sí, estim{andose que el jaguar ha perdido aproximadamente el 50% de su distribución histórica, donde el 20% de su rango de distribución ha disminuido en un período de tan solo catorce años, además de haberse extinguido en algunos países.
Su hábitat está cada vez más fragmentado, lo que significa que los parches de hábitat están disminuyendo en tamaño y volviéndose cada vez más aislados y menos conectados, y las tierras que alguna vez fueron gobernadas por el jaguar están siendo destruidas debido a la tala, la agricultura a gran escala, las actividades ganaderas y la expansión urbana.
La fragmentación del hábitat hace que sea increíblemente difícil para estos felinos cazar o aparearse, lo que representa una gran amenaza para el tamaño de su población y su supervivencia.
El comercio ilegal de pieles y partes de jaguar ha jugado un papel importante en la disminución de su población a lo largo del tiempo: en la década de 1960, alrededor de 15,000 pieles de jaguar se vendían cada año en la Amazonía brasileña para abastecer los mercados internacionales de América del Norte y Europa.
La caza de jaguares por pieles no se prohibió oficialmente sino hasta la década de 1970, cuando se aprobaron protecciones y leyes nacionales e internacionales que prohibían la caza y venta de jaguares y sus partes.
Desde entonces, la demanda internacional de partes de jaguar, particularmente las pieles, se ha reducido considerablemente; sin embargo continúan existiendo mercados ilegales internos para las partes del cuerpo del jaguar, lo que representa una gran amenaza para la especie.
Este mercado es impulsado en gran medida por oportunos encuentros entre personas y jaguares, conflictos entre humanos y jaguares y prácticas culturales en torno al jaguar.
En los últimos años, las incautaciones de dientes de jaguar en aeropuertos y oficinas de correos en América Latina y en el extranjero son señas de un resurgimiento del comercio internacional de sus partes, lo que ha activado la alarma sobre los graves impactos que tiene el comercio en las poblaciones silvestres.

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