CIUDAD DE MÉXICO.- El confinamiento ha provocado que los ambientes obesogénicos tradicionales, como lo eran la escuela para los menores y el trabajo para adultos, se trasladen a la casa, en donde los mexicanos también encuentran factores que ayudan a perpetuar la problemática de obesidad en el país, como son el sedentarismo, el acceso a productos ultraprocesados y una poca educación nutricional.
Estudios consultados por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) revelan que la proporción de población infantil con obesidad que inicia la primaria es de 24.3% y que esta se incrementa hasta 32.5% cuando acaban esta etapa escolar.
Al respecto la Organización Mundial de la Salud (OMS) retrata a los entornos obesogénicos como aquellos en los que se “fomenta la ingesta calórica elevada y el sedentarismo. Se tienen en cuenta los alimentos disponibles, asequibles, accesibles y promocionados; las oportunidades para practicar una actividad física, y las normas sociales en relación con la alimentación y la actividad física”.
En vísperas de un regreso a clases escalonado, las escuelas son tradicionalmente vistas como un ambiente de este tipo, en el que se propicia la mala alimentación y en donde prevalece la obtención de recursos a partir de la venta de los productos ultraprocesados a los menores de edad.
Sin embargo, este no es un problema único de México. En América Latina, según evaluaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), los alimentos que se encuentran dentro y fuera de los centros escolares son en gran medida ultraprocesados y fuentes de azúcar, sal, grasas y aditivos. Por las limitantes de la infraestructura, los alimentos frescos son difíciles de obtener.
Y aun cuando las escuelas se pueden convertir en espacios de oportunidad para educar a los niños sobre nutrición adecuada y lograr cambios en las dietas, no existen estrategias transversales que trascienden a otros planos de la vida de los infantes.
En entrevista para LabDO, la maestra en Ciencias de la Salud, María de Lourdes Silva Fernández y Directora de la Facultad de Nutrición de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), sostuvo que la prohibición de alimentos ultraprocesados en escuelas es una estrategia limitada ya que la obesidad es multifactorial y contempla problemas sociales, emocionales, económicos y socioculturales.
Para atajar el problema, la FAO señala que requiere una aproximación multifactorial, desde los cambios en el comportamiento individual hasta las modificaciones ecológicas que sirvan para darle soporte a dichas acciones.
Acciones en el mundo
En Chile, la Ley 20.606 regula la composición nutrimental de los alimentos. Además, tiene como objetivo mejorar la oferta de alimentos disponibles al interior de las escuelas, prohibiendo que se vendan productos ultraprocesados altos en calorías o nutrientes críticos.
Brasil, con su ley sobre Directrices de la Alimentación Escolar, ha emprendido acciones de educación alimentaria y nutricional enfocadas en contrarrestar los malos hábitos de los alumnos. Lo anterior se complementa con la oferta de comidas que cubran de forma adecuada las necesidades nutricionales de los infantes.
La Unión Europea ha decidido atacar los ambientes obesogénicos en las escuelas con un sistema de subsidios para proveer frutas y verduras gratis en estas. A cambio, los centros educativos deben tomar medidas complementarias para enseñarles acerca de alimentación sana.
AM.MX/fm