FRANCISCO RODRÍGUEZ
No cabe duda de que el tiempo es el mejor juez. Y véalo si no: derrotados, exhaustos, aniquilados por la opinión pública, por los acontecimientos, la crítica a sus procederes, las rabietas bumerang, la política práctica, el populismo trasnochado, los potenciales adversarios que ganan terreno a velocidad turbo y, por la historia, ahora se reunirán.
El del norte, Donald Trump, confiado en que la exhibición del Caudillo del patio trasero le acarre el voto migrante, indispensable para remontar catorce puntos de ventaja que le saca Joe Biden. Confía en que la sola exposición de su figura sea suficiente para demostrar su poderío sobre los de abajo. No sabe la que le espera.
En el sur, el nuestro, jugándose la última carta que le queda, la oportuna firma del tratado comercial para remontar algo de popularidad y de alivio a la falta absoluta de inversión, amenazada desde las feroces “mañaneras”. Una partida de cartas, aparentemente entre jugadores iguales, en medio de la campaña reeleccionista de ambos.
Los dos, deben echar mano de las últimas tretas, antes de que aparezca con toda su crudeza el fantasma real del desempleo, la sequedad económica, las presiones de la deuda externa, el hambre y la desolación de la cruda realidad. Saben que el patíbulo está cerca. El de allá se juega su libertad. El de acá, sólo su perpetuidad, que puede no ser lo mismo, pero es igual.
Trump, sin municiones. AMLO, sin reservas
Al de allá, al del otro lado, se le acabaron todos los recursos políticos para satisfacer a la basura blanca de su electorado. Echó mano de las amenazas de la guerra comercial contra China, las acusaciones de terrorismo y la supuesta superioridad étnica, el desprecio racial hacia los diferentes, sean los que sean, estén donde estén. Ya no hay municiones.
Al de acá se le agotaron todas las reservas, políticas y petroleras, para imponer su visión bolivariana del mundo, una realidad que desapareció hace sesenta años, un paraíso perdido para los demagogos y salidores. Sólo le queda esquivar los riesgos que supone una visita inopinada, frente a los demócratas que van a la punta de la estampida.
Entre los dos, 70 millones de desempleados
Los dos tienen todo qué perder. Casi nada qué ganar. Pero un elemental sentido de supervivencia política los junta, alrededor de un instrumento comercial que no tiene posibilidades ante la monumental crisis provocada por la ausencia de compradores y de consumidores. No hay dinero, no hay mercado, menos habrá comercio.
Los dos, emparentados por procederes comunes de capataces de rancho, urgidos por sus seguidores de hacer valer la preeminencia del capitalismo salvaje, no del nacionalismo criollo, en momentos en que el respetable de ambos países pide solamente comprensión y estímulos económicos y fiscales ante el desastre que se viene, implacable y ciego.
Entre los dos mandatarios, suman setenta millones de desempleados.
Los dos, tienen que aparentar en breves días que se las saben todas. Que pueden salir airosos en ese juego de máscaras del apoyo incondicional, pero sin molestar la piel sensible de los adversarios, con todas las cartas en la mano. Demasiadas tretas diplomáticas para figuras que no saben desenvolverse en esos ámbitos. Los demócratas se saborean desde ya ese platillo electoral, inmejorable para sus objetivos.
En el fondo, ambos saben que están perdidos
Un solo error de apreciación puede ser la sepultura. Si allá opinan que la selección del interlocutor no fue la certera, se cae la pantomima. Si acá se percibe que la visita sólo fue para apoyar la reelección anaranjada y no tuvo que ver con la ampliación de los canales de inversión, muerto el pato. Si el cliente pierde, peor: ¡adiós, Nicanor!
Más que una partida estratégica de ajedrez internacional, se antoja un jueguito de birlibirloque. En el fondo, ambos saben que están perdidos. No hay por ningún lado elementos que prueben la sinceridad de las apuestas. La guerrilla contra los migrantes para hacer el muro de la indignidad en el frente sur, corre pareja al desprecio que Trump ha mostrado por el sistema, la raza y los personajes mexicanos.
Los más sensatos de acá hubieran opinado que la visita sería un desastre. No hay materia para decretar otro resultado. Los de allá saben que se trata de un baile de máscaras. Todo sea por la relación bilateral del comercio norteamericano, aunque los canadienses, más sensatos, no hayan mordido el anzuelo. Se retiraron a tiempo de esa minicumbre.
John Bolton revela a un Presidente ignorante
En el escenario, la aparición oportuna del libro de John Bolton, La habitación donde sucedió: una memoria de la Casa Blanca, reveló la cocina más secreta y escondida del Salón Oval, además de los exabruptos de Trump y su incapacidad para gobernar.
El libro de marras revela a un Presidente ignorante de los hechos geopolíticos básicos y cuyas decisiones fueron impulsadas frecuentemente por su deseo de reelección. Solicitó a China ayudarlo a ganarla, insistió en el muro fronterizo con México para fines electorales y exhibió de múltiples maneras su manejo caótico de las relaciones internacionales e incluso de las relaciones humanas.
El Presidente Trump es descrito por Bolton, un experto halcón del Pentágono, como errático y asombrosamente desinformado, y acusa que muchos de sus asesores cercanos comparten esa percepción. Los ejemplos de ignorancia del presidente incluyen que Trump creía que Venezuela era territorio estadounidense… como Puerto Rico… y quizá México…
… que Trump no sabía que Gran Bretaña era una potencia nuclear, que Finlandia no era parte de Rusia… y que por críticos, los periodistas deberían ser encarcelados hasta revelar sus fuentes, agregando que deberían ser ejecutados. Si no están con él, están contra él.
Mike Pompeo, considera a Trump como “lleno de mierda”
Y no lo dijo cualquier improvisado. La carrera de Bolton, alumno sagaz de la escuela diplomática de Brezinski, consuegro de Kissinger, es de lo más destacado en los ambientes de Washington. Se trata de un probado experto que ha formado parte de los gabinetes de seguridad los últimos cuarenta años, pasando por Reagan, los dos Bush y el actual republicano en el poder.
Revela que incluso el secretario de Estado, Mike Pompeo, considerado leal, escribió una nota considerando al Presidente como “lleno de mierda”, y juzgándolo de ser un traidor con toda la barba. Todo esto, aparte de las agresiones a la ONU, a la Organización Mundial de la Salud y al Tratado del Atlántico Norte.
Revela a un sujeto más perdido que un gusano en un gallinero. Un ignorante procaz que abusa cotidianamente de los pobres gabachos. Un aventurero sin programa ni objetivo.
Trump, Bolsonaro y AMLO, reprobados absolutamente
Pero acá no cantan mal las rancheras. Por los mismos días que apareció el libro de Bolton, se recordó el durísimo editorial del diario británico The Financial Times, criticando el programa económico de López Obrador, en el que sugiere a la oposición y empresarios a unirse en contra para no terminar como Venezuela.
“El país se encamina hacia una crisis mucho peor en el resto de su mandato de seis años, a menos que haya un cambio dramático de rumbo”, sumando sus críticas mordaces a lo publicado antes por The Economist y The Wall Street Journal, todos desaprobando la gestión del mandatario mexicano, uniendo sus fracasos a los de sus compañeros populistas en la región, Trump y Bolsonaro. Los tres, reprobados absolutamente.
Los desgasta su incapacidad. Los exhibe su inutilidad
Así es que Dios los crea y ellos se juntan. Para esta minicumbre no puede aplicar el refrán infalible de “un roto para un descosido”. Ni para eso servirá El Caudillo, pues no se deja aconsejar. Su mundo empieza y termina en Tepetitán, al lado del metate y el trapiche.
Y no es cierto que el poder desgaste: Angela Merkel cumple catorce años en Alemania con uno de los mayores ejercicios de poder que se recuerden y goza del 70% de aprobación ciudadana.
Lo que desgasta es la incapacidad.
Lo que exhibe el tiempo es la inutilidad.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Las opiniones en contra de la visita de AMLO a Trump de un amplio abanico de figuras coincidieron en el uso inevitable de la visita para fines electorales en Estados Unidos, y también expresaron alarma por el mensaje que envía a los mexicanos y otros inmigrantes en este país. Legisladores federales, ex diplomáticos, líderes comunitarios mexicanos y defensores de inmigrantes expresaron su preocupación por las implicaciones y consecuencias de una visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Washington para reunirse con Donald Trump en esta coyuntura electoral. Aunque reconocieron que el gobierno mexicano ha declarado que el propósito oficial de la visita es exclusivamente para marcar la entrada en vigor del tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), varios señalaron que para Trump en este momento todo tiene solo fines electorales.
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