martes, mayo 14, 2024

Viaje fascinante al Extremo Oriente de Rusia

Luis Alberto García / Jabárovsk, Rusia

*“Esto ya no es Siberia”, dicen orgullosos los habitantes de Javárosk.

*Hermosa ciudad, un pedazo de Europa oriental en Asia.

*Última urbe rusa antes de llegar a la lejana Vladivostok

*Se ubica a orillas del río Amur, meta de los pioneros siberianos.

*A pesar de todo, la región oriental es inconfundiblemente rusa.

*Hay siete millones de habitantes, la menor densidad poblacional.

En un mapa del Norte de Asia, las grandes extensiones de tierra correspondientes a Rusia, parecen combinarse armoniosamente con una tierra misteriosa conocida como Siberia -Sibir en ruso- un enorme territorio que parece no acabar, principal centro energético del país, cuyo potencial hidroeléctrico equivale al que generan juntos los ríos Volga y Don en el Oeste, además de poseer todos los recursos naturales imaginable.

Hay metales, petróleo, diamantes y otras riquezas inacabables ubicadas en el valle de Mirny y en los extensos ríos Lena y Barguzin, y no obstante, si uno emprende la travesía hacia cualquier punto de la región oriental, ya cerca del Océano Pacífico perteneciente a la Federación rusa, sus habitantes dirán con orgullo: “Esto ya no es Siberia, sino el Extremo Oriente de Rusia.”

Éste se extiende hacia el Norte, desde la ciudad portuaria de Vladivostok, donde termina o comienza –como se quiera- el Ferrocarril Transiberiano-de casi diez mil kilómetros de extensión-, hasta el estrecho de Bering, y del Este al Oeste cubre cuatro husos horarios de montañas y bosques de taiga, en una superficie del increíble tamaño de Australia, superior a los siete millones y medio de kilómetros cuadrados.

Siberia limita con China, Corea Norte y el mar del Japón; pero a pesar de esa cercanía con Asia, el Extremo Oriente es inconfundiblemente ruso: viejos edificios soviéticos de hormigón parecen surgir como hongos en la mayoría de las ciudades,

En todas partes se encuentra la cerveza Baltika, la preferida en las fiestas y ceremonias de bodas itinerantes, por las que Rusia es famosa, que como traición nacional son una presencia constante al borde de las carreteras durante el verano, esperado con ansias, cuando el verdor de la estepa y la frescura de los bosques se aparecen como un milagro.

Aquí viven menos de siete millones de rusos, lo que convierte a la región en uno de los lugares con menor densidad poblacional del planeta, de los que han desaparecido los subsidios de la era soviética, que alguna vez la mantuvieron en pie, contribuyendo al rápido descenso de la población.

Sin embargo, a partir de 2009, el Extremo Oriente ha recibido nuevas inversiones de Rusia, especialmente en las ciudades de Vladivostok y Jabárovsk -distantes 800 kilómetros una de otra, sobre la costa del Mar de Japón, y en donde se juntan Corea del Norte Rusia y China- en un esfuerzo por neutralizar la creciente influencia de ésta última en la región.

Si bien hay quienes andan buscando una aventura al aire libre, buscando introducirse en lo que ofrece la naturaleza, saborear la rusa urbana o echar un vistazo al pasado soviético del país, el Extremo Oriente es un extraordinario lugar para comenzar.

La mayoría de quienes viajan al Extremo Oriente ruso visitan la ciudad portuaria de Vladivostok, destino final del Ferrocarril Transiberiano; pero también hay vuelos diarios que unen a ésta con Tokio, Pekín y Seúl, y esos mismos destinos también ofrecen conexiones con las islas de Sajalín y Jabárovsk.

Esta urbe, trescientos kilómetros tierra adentro, es considerada el centro poblacional contrincante de la no menos famosa e importante –la antes lejanísima Vladivostok- ochocientos kilómetros al Sur, que se cree es la ciudad históricamente más fascinante del Extremo Oriente de Rusia.

Ambas están conectadas por el Ferrocarril Transiberiano –concluido en 1894, con más de nueve mil 600 kilómetros de longitud desde Moscú- que ofrece cinco viajes diarios y cuyo pasaje cuesta entre 31 y 91 euros, según la clase en la que uno desee viajar, puesto que hay de todo y para todos, y pareciera que aquí la lucha de clases no está dada.

Jabárovsk es un pedazo de Europa oriental ubicada en el norte de Asia y la ciudad más cosmopolita de la región, emplazada sobre varias colinas con vista al imponente río Amur, el noveno río más largo del mundo y en cuyas riberas habitan los célebres y hermosos tigres blancos siberianos, especie en peligro de extinción, hoy celosamente protegida.

Desde Jabárovsk se llega a ver China del otro lado del Amur, que sirve de frontera natural entre estas dos superpotencias, con sitios ideales para, al atardecer, contemplar el resplandeciente sol asiático que, en el horizonte, suele ponerse sobre el río y el agua, tomando un profundo rojo carmesí.

Las siluetas oscuras de las cúpulas doradas en forma de cebolla que adornan la Iglesia de la Transfiguración se levantan sobre la ciudad, en un marcado contraste con la cultura china, tan cercana desde aquí.

Jabárovsk es un buen lugar para permanecer unos días antes de viajar hacia otros sitios del interior: un paseo a pie por la ciudad puede comenzar en el Parque Dínamo, un lugar placentero para hacer una caminata, lleno de árboles y con varias lagunas naturales que estremecen por su belleza.

Si se llega a la estación de tren de Jabárovsk, hay que caminar tres cuadras colina abajo por el Boulevard Amursky y doblar a la izquierda en la calle Dikopoltseva, desde donde hay un corto trecho hasta el parque.

¿Qué hacer en Javárovsk? El Parque Dínamo es un punto de referencia obligado y cercano a varios puntos de interés, uno de ellos la Sala de Exposiciones Fedótov (calle de Karl Marx 47), con muestras temporales de arte moderno.

Cruzando la calle está el Teatro de Comedia Musical (Karl Marx 64), ya dentro del Parque Dinamo, con la sala de conciertos más grande de la ciudad, y quienes viajen con niños pueden doblar a la derecha en el extremo Norte del parque y tomar la calle Tolstogo, hasta llegar al Parque para Niños Gaidara, donde hay varias atracciones típicas de esta región.

Al Sur del Parque Dínamo está la Plaza Lenin, la principal de la ciudad, completa con la infaltable estatua del ex líder soviético, Vladímir Ilich Uliánov, desde la cual la calle Muraviov Amurski conduce en dirección al Suroeste hacia el río Amur.

Esta calle es una de las más atractivas de Jabárovsk, donde se encuentran la mayoría de los viejos edificios de la era zarista y la que se pueden hacer las mejores compras en la ciudad, como artesanías y obras de arte rusas.

Entre ellas que se incluyen las muñecas coloridas, las afamadas matrioshkas, joyas y pinturas, hasta llegar a Hudozhestvennye Saloni (calles Muraviov-Amurski 15), o al local de al lado, Taini Remesla (Muraviov-Amurski 17).

En ese lugar está ubicado el hermoso edificio antiguo de la Casa de los Pioneros; ambos locales a mano derecha de la calle, en dirección hacia el río, de donde puede verse el territorio chino y la imponente Catedral de la Dormición, una iglesia alta con torres azules desde las que se observa la plaza Komsomolskaya.

Al girar a la izquierda, en la calle Turguéniev hay una vista más cercana de la Catedral de la Transfiguración, de gran altura, y del Monumento Conmemorativo de la Segunda Guerra Mundial; pero teniendo en cuenta que hay que caminar de subida.

Ambos templos se construyeron después de la caída de la Unión Soviética y son ejemplos excepcionales de la arquitectura rusa moderna, en tanto que en la plaza Komsomolskaya las calles que la rodean son un buen lugar para comer o cenar.

Allí están Chocolat (calle Turguénieva 74), que ofrece platos internacionales y el Scalini (Muraviov-Amurski 18), dedicado a la cocina italiana; el Tepan Yaki (Muraviov-Amurski 11), donde se puede comer sushi japonés; el Russky (Bulevard Ussuriski 9), para disfrutar de la cocina rusa.

Y si queremos música en vivo entremos a Utios (15 Shevchenko), un lugar exclusivo con hermosas vistas del río Amur, escenario de numerosas historias y del arribo de los primeros rusos al Oriente de la nación.

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