Pablo Cabañas Díaz.
“Tiberio fue un hombre resentido; y por eso lo he elegido como tema de estas meditaciones”, afirma Gregorio Marañón en su excelente, “Tiberio: Historia de un resentimiento un ensayo que se adentra en la psicología y en la historia para construir una teoría general del resentimiento. Una lección que se puede extraer de esta obra es que el resentido vive en un tormento mental del que no se puede zafar.
El resentimiento atrae el impulso de venganza contra algún atropello real o imaginario del que habría sido víctima. Pese al tiempo transcurrido, el análisis de Marañón es de plena actualidad por la necesidad de ocultar la corrupción, de la que muchos políticos fueron beneficiarios.
El pasado fin de semana, emergió un grupo que se hace llamar “Futuro 21”, nombre que plagió de una cadena de tiendas de electrodomésticos que tiene su sede en Uruguay. Son los resentidos de la elección del 2018. Ahora, aspiran a ser un contrapeso al presidente Andrés Manuel López Obrador y de Morena. Manipulando a lo que queda del Partido de la Revolución Democrática (PRD) este membrete que nació para perder en las elecciones intermedias del 2021, afirma tener un poder que no corresponde a la realidad.
Entre los participantes destacan el gobernador de Michoacán, Silvano Auroles; la excandidata a jefa de gobierno de la Ciudad de México, Purificación Carpinteyro; el exjefe de gobierno Miguel Ángel Mancera; y Gabriel Quadri. Dicen que tiene el apoyo económico de Gustavo de Hoyos, líder de la Coparmex; de José Luis Barraza, exdirigente del Consejo Coordinador Empresarial; y la tutela intelectual de Juan Villoro, Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda. Con estos personajes es obvio que “Futuro 21”, aspira — a que el resentimiento se adueñe del escenario y lo invada todo. Son la mayoría de sus adherentes personajes con pasado turbio y algunos arrastran un largo historial de corrupción.