Por AI FEI / CHINA HOY
CIUDAD DE MÉXICO, 31 de julio (AlmomentoMX).- En sus más de 90 años de trayectoria, el Partido Comunista de China (PCCh) ha recorrido un camino saturado de arduas luchas. Su actual posición como núcleo dirigente no es un suceso casual de la historia, sino que está profundamente establecida en la realidad del país a través de sus incesantes esfuerzos por adaptar el marxismo a las condiciones de China. La historia y el pueblo eligieron al PCCh. Frente a este deber ineludible asumió una gran responsabilidad y viene cumpliendo satisfactoriamente la misión.
Una alternativa de la historia
La gente puede atestiguar hoy cómo en decenas de años China ha alcanzado la meta de desarrollo que a Occidente le costó más de un siglo. Una nación pobre, atrasada y superpoblada se ha transformado en una economía emergente que ocupa el segundo lugar del mundo. Bajo la dirección del PCCh, los 1300 millones de chinos han creado este milagro. Pero, ¿por qué el PCCh?
Antes y después de 1921, año en que se fundó el PCCh en Shanghai, más de 300 partidos y organizaciones surgieron en el escenario político de China, pero en su mayoría desaparecieron sin dejar rastro. El círculo académico del país quedó durante largo tiempo perplejo porque una revolución democrática en el país, de carácter antiimperialista y antifeudal, debía encaminarse al desarrollo del capitalismo. En aquel entonces, el Guomindang se había dotado de las condiciones para hacerse con la dirigencia de la revolución. Sin embargo, algunos cambios históricos provocaron que dicha revolución seleccionara al PCCh y al socialismo como dirigencia y destino.
¿Por qué el Guomindang desaprovechó la oportunidad histórica? A ello se le atribuye la opción que tomó respecto al rumbo de la revolución china y al régimen político que estableció. Trató de salvar al país mediante la teoría de “Los tres principios del pueblo”. Sin embargo, los revolucionarios burgueses intentaron encajar la revolución china en un modelo occidental, inconscientes de la naturaleza semicolonial y semifeudal de la sociedad china y de la situación miserable en que vivía el pueblo. El Guomindang resultó incapaz tanto de salvar a la nación del peligro de su extinción como de llevar a cabo las luchas contra el feudalismo. Al final, se convirtió en un representante de los intereses de terratenientes, burgueses y capitalistas burocráticos. En el régimen social que fundó se entrelazaban inevitablemente las contradicciones del burocratismo y el feudalismo. En aquel entonces, el 70 % de los campesinos chinos no contaba con tierra propia. Sin embargo, el Guomindang hizo caso omiso a las angustias y reclamos de esta clase social formada por centenares de millones de personas. Bajo su gobierno que duró varios decenios, en vez de llevar a China al progreso, la hundió de tal forma que el territorio fue invadido y sometido al caos de las guerras, mientras que su población fue esclavizada y sufrió hambre y frío. De esta manera, el Guomindang perdió el apoyo del pueblo.
Por el contrario, el PCCh ha combinado los principios fundamentales del marxismo con la realidad de China, abogando por la salvación de la nación con el socialismo y representando las fuerzas sociales capaces de dirigir las transformaciones del país. De esa forma, la sociedad china ha experimentado cambios que han sorprendido al mundo. En cuanto al sistema político, se dio un salto notable de una autocracia feudal a una democracia popular, acabando con el estado de desunión de la vieja China y creando brillantes perspectivas para el país.
El PCCh se ha convertido en el núcleo dirigente firme de la nación china porque resolvió exitosamente una cuestión radical: ¿para quién gobierna? El PCCh no cuenta con otros intereses que no sean los del pueblo. Bajo esa premisa no teme pagar cualquier precio y miles de sus miembros han sacrificado sus preciosas vidas por defender tal principio. Pese a que el PCCh ha experimentado numerosas penalidades y reveces, e incluso ha cometido errores graves, nunca ha cambiado sus principios ni sus propósitos iniciales. Bajo la dirección de su programa de acción, no ha dejado de luchar por la mejora continua de su capacidad administrativa, granjeándose el respaldo del pueblo.
Avanzar según el camino propio de China
El problema primordial que determina el destino tanto de un Estado como de un partido en el poder es su camino de desarrollo. A través de la historia y en muchos países han sido frecuentes los casos en que alternativas políticas de desarrollo erróneas han conducido a la derrota de un Estado o al fracaso de sus reformas.
En víspera de la fundación de la República Popular China, el entonces secretario de Estado de EE. UU., Dean Gooderham Acheson, afirmó despectivamente que el gobierno comunista no podría alimentar a sus millones de habitantes, al igual que sus predecesores.
Sin embargo, con el apoyo del pueblo, el PCCh ha logrado completar las transformaciones sociales más amplias y profundas de la historia de China y ha abierto un nuevo camino para alcanzar el sueño de la revitalización nacional. El modelo de producción socialista estimuló la pasión y la creatividad popular, y liberó y desarrolló las fuerzas productivas como nunca antes. El sistema socialista aventaja a los demás en su capacidad para concentrar las fuerzas disponibles en una causa y por eso China pudo establecer en corto tiempo un sistema industrial y una economía nacional integrales. El desarrollo del socialismo con características chinas aceleró en todos los sentidos el proceso de modernización del país y le permitió adecuarse a las tendencias de desarrollo a nivel mundial. China solucionó las demandas de vestido y alimentación de su población, que equivale a una quinta parte de la población mundial, y, aún más, ha pasado a ser en su conjunto una sociedad modestamente acomodada.
Durante los más de 60 años transcurridos, la administración fructífera del PCCh ha demostrado al mundo que “el PCCh no solo es bueno para destruir un mundo viejo, sino para edificar uno nuevo”. Al comienzo, no pocos politicastros extranjeros desdeñaron las exploraciones del PCCh por el nuevo camino de desarrollo y aseguraban que para la modernización el único camino era el occidental. Hoy en día, el país es parte indispensable del desarrollo del planeta como la segunda economía mundial y han tenido que confrontar la superioridad del camino chino.
Insistir en la felicidad del pueblo
“Solo el que calza los zapatos sabe si le sirven. En el camino de desarrollo, solo el pueblo tiene derecho a determinar lo que es apropiado o no para el país”, ha mencionado el presidente de China, Xi Jinping, en reiteradas ocasiones. En China, además del PCCh, existen ocho partidos democráticos. El sistema de cooperación multipartidista y de consulta política bajo la dirección del PCCh es fundamental para el país. La construcción y reforma de China han demostrado la correcta validez del sistema. Esta es una elección histórica para el PCCh, los partidos democráticos y el pueblo en correspondencia con la realidad de China.
Sean multipartidistas o bipartidistas, los sistemas aplicados en Occidente se basan en políticas sustentadas en el dinero, porque los partidos políticos requieren de las aportaciones económicas de los capitales privados. Las elecciones entre diversos partidos son generalmente los “juegos de los ricos” o la abierta “democracia de la bolsa monetaria”.
En su relación con los ocho partidos democráticos, el PCCh aplica el principio de “coexistencia duradera, supervisión recíproca, trato con el corazón en la mano y compartimiento de la gloria y los infortunios”. Como partido gobernante, conforma el núcleo dirigente de los asuntos estatales, y los partidos democráticos participan en el poder. Este singular sistema también refleja los hábitos chinos de valorar la armonía en la relación social y tratar los problemas a base de consultas. Esa es la clave del PCCh para mantener un Gobierno estable y contribuir con su política al bienestar humano.