Roberto Vizcaíno
¿Qué viviremos ahora que ya no existen los equilibrios? ¿Los pesos y contrapesos? ¿Ni la separación de poderes?
Tiempos líquidos los definió Zygmunt Bauman.
Populismo le decimos aquí.
O sea, el fin del orden institucional, de las normas, modelos ue daban vida y soporte a un “Sistema” de la continuidad con desarrollo económico, social y político, sin rupturas ni violencia -en el que dominaban los escalafones y las pensiones; la cultura del ascenso por la vía del ascenso laboral, de promoción a mejores niveles del poder-, para ahora irrumpir en la incertidumbre… en nuestro propio “tiempo líquido”.
En eso andamos.
Ya ni siquiera hablamos de Venezuela como ejemplo de nuestro destino.
Quienes luego del resultado electoral del 2 de junio asumieron que no habría retorno, y tenían una situación holgada -clases medias altas y no tanto-, iniciaron una ola de apertura de cuentas en bancos fronterizos de Estados Unidos y se convirtieron en los mejores clientes de los despachos de bienes inmuebles.
Así lo reportaron estos meses en California, Arizona, Nuevo México, Texas y La Florida, especialmente Miami.
Para mí la alarma sobre esa fuga inicial masiva desde México me llegó en voz de uno de mis hermanos que radica desde hace años en Houston y tiene un cargo gerencial en una importante cadena hotelera.
Sus amigos directivos de bancos y de empresas de bienes inmuebles no hablaban de otra cosa que de “la corrida” de mexicanos hacia EU.
Eso sigue y creo que se incrementará como consecuencia de la cascada de reformas constitucionales y demás decretos aprobados, o en curso de ser tramitados sin moverles una coma, en el Senado y la Cámara de Diputados por la mayoría de Morena, PT y Verde.
Amigos y familia hablan cada vez más y con mayor vehemencia, determinación, de sumarse a esa huida.
Hay en juego toda clase de argumentos, válidos todos, desde quienes hablan de no poder vivir ya en un país que no les garantiza derechos ni seguridad ni un nivel de estabilidad que les asegure crecimiento en todos los órdenes.
Todos ven amenazados su futuro y sus bienes, el de sus hijos y sus nietos.
Lo reformado en el Senado y en San Lázaro por el oficialismo, “por instrucciones superiores”, que reconfigurará para mal al Poder Judicial, y ésta reforma más reciente de la “Supremacía de la Constitución” que anula el recurso del Derecho de Amparo, afirman no pocos en mi entorno, significan la ruptura, anulación del Estado, de la separación de Poderes, el fin de la Democracia e imponen el control del Presidente o Presidenta en los otros dos Poderes.
Al Legislativo lo domina ya por completo vía una sobrerrepresentación ilegal y absurda luego de que con el 54% de los votos se apoderaran del 74% de las 500 curules.
Y de que en el Senado Morena, PT y Verde alcanzaron los 86 votos que requerían para aprobar reformas constitucionales, al “comprar” a dos senadores que alcanzaron ese cargo por el PRD, y de otro más del PAN que era amenazado con cárcel.
De esos arreglos ilegales, oscuros, de mala entraña, han salido reformas constitucionales que van a dar fin al modelo de Gobierno y Estado que prevaleció en los últimos 105 años. Desde la promulgación de la Constitución de 1917.
Pronto controlará a todo el poder Judicial, desde la Suprema Corte, hasta tribunales de todo tipo y la vasta red de jueces en el país junto con los sistemas judiciales de los Estados.
Y están en curso y preparación otras reformas y acciones legislativas como la de desaparición de 7 organismos autónomos que van a acentuar la absorción, control de todo, por un solo poder: el Ejecutivo.
Y van por la desaparición y transformación de todo el sistema electoral con la absorción del INE por la Secretaría de Gobernación para regresar a un sistema de hace 35 año en que el Gobierno organizaba y sancionaba las elecciones.
Todo eso controlado por un solo poder: el Ejecutivo.
¿Para qué?.
Para ingresar a quién sabe qué sistema. Sin duda ya cuenta con sólidas bases populistas. Ya opera en lo electoral con programas que han envilecido a importantes segmentos de la población a través de la entrega de dinero en efectivo bajo el argumento de la justicia social.
La defensa del bono -no de un voto razonado- determinó la elección del 2 de junio pasado.
¿Es nuestro destino manifiesto?, ¿único?, ¿inevitable?
Creo que no, hay mucho camino todavía en este juego. Ver si la Suprema corte da un golpe con la anulación de la reforma del Poder Judicial, de la reforma de la “Supremacía de la Constitución” y confronta de una vez por todas al ya muy crecido poder presidencial de Claudia Sheinbaum.
La Presidenta, afirman quienes ven este choque, tendría sólo 2 caminos: o ignora esa anulación y mete a la fuerza publica, al ejército embozado como Guardia Nacional al desalojo de la Corte y del resto del Poder Judicial o entra en la contienda legal.
Cualquier cosa que haga tendría un alto costo nacional e internacional.
De lleno, pues, en nuestro tiempo líquido.
¿Usted cómo la ve?
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