Por José Antonio Chávez
La ministra presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña está más que convencida de la necesidad de un diálogo abierto para el tema de la reforma al Poder Judicial con el Presidente López Obrador y Claudia Sheinbaum.
La idea de Norma Piña es exponer los altos riesgos que pueda llegar los nuevos ministros en personas más populares que capaces.
Es decir, que la selección de los nuevos integrantes de la Corte se derive del voto ciudadano para que, el que gane asuma los cargos.
Es una tarea más que complicada para la ministra presidenta, pues para nadie es secreto que la decisión de esa reforma ya está tomada desde Palacio Nacional. Se vuelve inamovible.
Tanto López Obrador como Claudia Sheinbaum le reviraron, a esa invitación a la ministra presidenta que ese diálogo que busca está, finalmente en el Congreso de la Unión, no con ellos.
Tal vez tendrá que ser con los nuevos coordinadores de las bancadas de Morena y aliados, Adán Augusto en el Senado y Ricardo Monreal en San Lázaro.
Sin embargo, Norma Piña sabe que al final del día, tanto Monreal como Adán Augusto reciben la instrucción del que manda en Palacio hoy y después.
Que son ellos los que dictan la línea, por eso busca ese diálogo.
López Obrador describió que la construcción de esa reforma al Poder Judicial es porque quieren acabar con la corrupción que existe en ese Poder.
Su propuesta es que ahora sean elegidos por elección popular y se elimine la designación por el propio Presidente de la República.
Piña estableció que, al llegar a esa decisión, los electores votarán sin duda por el más popular que consideren de la baraja y eso pondrá en riesgo que lleguen los hombres más preparados.
De nada servirá, entonces el diálogo con los coordinadores parlamentarios que lideran las mayorías del Congreso, porque prácticamente poco o nada podrán hacer por cambiar las reglas.
Para aprobar esa reforma, que sin duda llevan, los morenos un 95 por ciento de probabilidades, se requieren los dos tercios del Congreso, es decir en la Cámara de Diputados que hoy está en manos de la priista, Marcela Guerra, de 334 de los 500 y en el Senado que preside la morenista, Ana Lilia Rivera, 86 de los 128 que integran la Cámara Alta.
Morena y sus aliados cumplen el requisito en la Cámara Baja, pero les faltan entre dos o tres senadores para lograr esa mayoría calificada de dos tercios.
Sin embargo, López Obrador trae muy amarradito al propietario de Movimiento Ciudadano, dante Delgado donde, sin duda saldrán esos votos que le faltan, el partido naranja tiene cuatro o cinco votos en su bancada, ese compadrazgo puede apostar que no tendrá fallas.