Gregorio Ortega Molina
*Se anticipa de antología la renegociación del TLC, a menos de que tomen la decisión más inteligente de sus vidas, y no posponerla ni suspenderla, sino darle largas, al fin que para eso se pintan solos
Se descorren los velos que pudieron hacer inquietante y atrayente la renegociación del TLC. Dejan el sugerente misterio de lado, porque desde Estados Unidos imponen condiciones, tiempos y modos. Muy lejos estamos del espíritu de Houston.
La información es precisa, puntual, sin lugar a equívocos. Ahora sabemos que se prepararon los borradores del documento oficial -que pronto puede ser avalado por ambos gobiernos- para que se firme con nuestros vecinos del norte un nuevo acuerdo sobre el comercio de azúcar; queda pendiente una labor intensa del secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross, para que los productores estadunidenses -que acusaron a los mexicanos de prácticas de dumping– respalden lo que en principio quedó acordado.
El ínclito e irreductible Idelfonso Guajardo Villarreal aceptó que México exporte menor proporción de azúcar refinada, reduciendo 30 por ciento por ciclo desde 40, y más edulcorante sin refinar. Lo acordado pasará a una etapa final de redacción, en la que los dos lados tratarán de que sea más fácil para los productores estadunidenses sumarse. “Para atender las demandas de los peticionarios del vecino norteño, México se comprometió a incrementar las exportaciones de azúcar cruda en 10 puntos porcentuales”.
La percepción del secretario de Comercio Wilbur Ross, que tuvo el acierto de hacer pública, es que México cedió a las demandas de su país: “Hemos conseguido que México acceda a casi todas las solicitudes hechas por la industria estadunidense para tratar las deficiencias en el actual sistema, y asegurar un tratamiento justo a los productores y refinadores de azúcar estadunidenses”.
Y, me pregunto, ¿quién buscó asegurar lo mismo para los cañeros e ingenios mexicanos? ¿Será éste el tono y el ritmo que seguirá la renegociación general del TLC? ¿Será que la situación interna de México, lo coloca en posición débil para los acuerdos bilaterales o trilaterales? ¿Cuáles serán las innovaciones que nos ofrecen y nos favorecerán?
Un amigo me indica que soy muy mal pensado, que Ildefonso Guajardo Villarreal, en esa sabiduría que lo caracteriza, decidió endulzar las posteriores reuniones para fijar fechas y temas de renegociación del TLC, y suavizar así las pretensiones de Donald Trump y los tiburones empresariales que lo apoyan y exigen usar, en las botas con las que nos pisan el cuello, clavos y estoperoles, como esos neonazis que lo único que buscan es tributo, sangre y sumisión.
Se anticipa de antología la renegociación del TLC, a menos de que tomen la decisión más inteligente de sus vidas, y no posponerla ni suspenderla, sino darle largas, al fin que para eso se pintan solos.