jueves, marzo 28, 2024

Cuestión de estilos en Rusia: Francia impuso nuevas tendencias

Luis Alberto García / Moscú

 

*El campeón mundial encabeza la nueva moda del “futbol hormigón”.

*Ya pasó la práctica del “futbol champagne” de Aimé Jacquet.

*Didier Deschamps asimiló lo aprendido en el giocco calcio italiano.

*Del “tiqui taca” de Xavi Hernández, al control de espacios de Pogba y Kanté.

 

 

El estilo de la aparentemente conservadora selección de Francia dirigida por Didier Deschamps, se volvió tendencia pese a que, en la Copa FIFA / 2018, la talentosa Bélgica y la aguerrida Croacia casi alcanzan el título mundial con un juego elaborado alrededor del balón.

En otras palabras, sin mayores trámites y ejerciendo un futbol diferente, pusieron sobre las canchas rusas el futbol que no dejaron ver Brasil, Alemania, Argentina y España, favoritos hasta de los ignorantes del deporte que mueve al mundo.

Hay quienes dicen que fue el evento que transitó del toque –“tiqui taca”, le llaman los españoles- al músculo, y ejemplo de ello fue la ausencia del estilo que exhibió  Xavi Hernández en el pasado, al que practicaron Paul Pogba y Ngolo Kanté, del dominio con la pelota al control de los espacios.

Si los centrocampistas y la posesión marcan los paradigmas del juego que imperó en Rusia, la Francia de monsieur Deschamps (48% de tenencia del balón) rompió la hegemonía estilística de España (65%) y Alemania (60%), las dos últimas selecciones que, en Sudáfrica y Brasil, la precedieron en el trono del futbol mundial.

Las estadísticas también revelan que la nueva campeona fue la que menos jugó con el balón y menos remató a puerta de las tres semifinalistas: solamente 67 veces; Croacia tuvo el 57% de la posesión y realizó 88 disparos; Inglaterra 54% y 71; y Bélgica 52% y 79.

El éxito del pragmatismo francés –para utilizar un término que usan los políticos para acomodarse a cualquier circunstancia- se basó en una defensa compuesta por cuatro centrales, aunque Lucas Hernández y Benjamin Pavard trabajaran como laterales, y tres de los mediocentros –Kanté, Pogba y Blaise Matuidi- con más despliegue físico que nadie.

Francia tuvo en Olivier Giroud un 9 atrevido para ganar las segundas jugadas, que no marcó un gol en todo el torneo, y dos únicos talentos desequilibrantes en los últimos metros, Antoine Griezmann y Kylian Mbappé, favorecidos además por el buen viento que mueve siempre a los delanteros de los ahora campeones mundiales.

Las claves para entender las razones que llevaron a Francia al primer lugar del balompié mundial fueron el Video Assistant Referee (VAR), que originó el tiro penal que cobró con tino Griezmann ante Australia, el primero en la historia de las justas mundialistas utilizando ese instrumento; las dos paradas antológicas de Hugo Lloris ante Uruguay y Bélgica; y el autogol del croata Mario Mandzukic, también el primero en la historia de las finales desde 1930.

“Francia es un campeón merecido porque se adaptó bien a la competencia., poniendo en problemas a todos sus rivales dejándoles el balón”, señaló Alain Giresse, componente de aquella selección de la década de 1980 que, en España 82 y México 86, practicó lo que algunos cronistas cursis llamaron “futbol-champagne”.

“Todo hombre tiene su propia filosofía y ellos ganan. Ésta no fue una selección que construyera el ataque desde atrás, como hicieron los belgas y los croatas, o como hacían los españoles o nosotros en 1982 o en la Eurocopa de  1984. El gran arquitecto ha sido Didier Deschamps, que desde el principio impuso disciplina y rigor táctico. Trabajó un sistema que le impedía jugar como Bélgica”, añadió Giresse.

“Hubo dos posibilidades: una, la de controlar el juego y la otra, disminuir riesgos”, opinó el internacional español Andoni Zubizarreta. “Y eso es lo que hemos visto en la final. Griezmann habló de un ejército, de lucha a muerte, mientras que los croatas recurrieron al talento; pero es difícil analizar el juego en un campeonato mundial porque son momentos. No se pueden sacar conclusiones absolutas, como lo mostró la final entre Francia y Croacia, con un gol en propia puerta o un penal validado por el VAR”.

El triunfo de Francia abrió el debate sobre si este es el fútbol que viene, si es una vuelta a las líneas maestras de Italia —ausente del torneo al ser eliminada por Suecia en noviembre de 2017, cuya prensa se apropió en sus portadas del éxito de Francia—, o si supone el fin del estilo de toque que abanderaron españoles y alemanes en la última década.

Esos factores caracterizaron los éxitos de Croacia y Bélgica, que los concretaron en Rusia al obtener el campeonato y el subcampeonato con un juego que entusiasmó a todos los aficionados del planeta, a los suyos y a los franceses, que enloquecieron de alegría como se vio al concluir el juego del 15 de julio de 2018 en el estadio Luzhnikí de Moscú.

Brillante conocedor e intérprete del futbol -que practicó en su natal Argentina y luego en España-  Jorge Valdano reflexionó así en un texto publicado por el diario británico “The Guardian”: “El campeón siempre marca tendencia, y jugar como lo hizo Francia es más fácil que jugar a atacar”.

Asímismo, el campeón mundial de 1986 dice: “Conviene no bailar sobre la tumba del ‘tiqui taca’, que tiene que pasar por el taller, porque no solamente Francia encontró el antídoto, sino también otras selecciones que se decían menores, como Rusia y Suecia, bien organizadas atrás”.

Hay que agregar que Francia no es un equipo puramente defensivo; pero, teniendo grandes jugadores, optó por la ley del mínimo riesgo para ganar, y este es un espectáculo en el que es importante vencer, pero tampoco aburrir.

El 12 de julio de 2018, a tres días de la final, en el simposio organizado por la Federación Internacional de Futbol (FIFA) para analizar tácticamente el torneo de Rusia, el poderoso ex artillero holandés Marco van Basten, observó: “Las líneas del centro del campo y la defensa estaban juntas e incluso Messi o Neymar tenían problemas para atravesar defensas tan organizadas, y así es difícil encontrar espacios”.

Si las huellas del giocco calcio italiano -del que Deschamps aprendió en sus años de jugador del Juventus- están presentes en la fórmula de los nuevos campeones, también ésta Francia destila la influencia del Atlético de Madrid de Diego Simeone, transmitida por Griezmann, que tuvo un papel relevante en los siete encuentros que jugaron los “bleus” para enfrentar a Croacia.

“Le dedico este triunfo a todos los colchoneros que han confiado en mí, y a  Simeone, quien me ha enseñado a defender sólidamente a mi equipo, cerrando atrás y salir al contragolpe”, subrayó Lucas Hernández, lateral derecho del Atlético de Madrid.

Davor Suker, estrella en Francia 98, campeón goleador en ese certamen y hoy dirigente del futbol de Croacia, tiene claro cuál es el camino, al menos para su selección nacional: “No hacemos futbolistas como si fuésemos restaurante de hamburguesas, que salen todos iguales, sino que seguiremos enseñando que hay que mover la pelota y tocarla bien”.

Aimé Jacquet, director técnico de Francia en 1998, con Zinedine Zidane como vía al título mundial, al tiempo que causó disgustos en un sector de la prensa y la fanaticada francés al observar cómo la tradición de aquello que en la estela de Platini se llamó “futbol champagne” por su carácter exquisito, se convirtió en lo que muchos denominaron despectivamente “futbol hormigón”.

Y si la Francia de Jacquet era deudora del futbol italiano más primitivo, la Francia de Didier Deschamps exhibe estadísticas más áridas todavía, porque la campeona de 1998 ganó el título marcando más goles, rematando mucho más, teniendo más la pelota y dando más pases que la monarca de 2018.

El equipo que presidió Zidane hizo quince goles –tres de ellos a Brasil en la final-, disparó 119 veces, dio  tres mil 295 pases y tuvo el balón un 54% del tiempo de acción, mientras que la selección francesa que dirigió Deschamps marcó catorce goles, disparó 67 veces, dio tres mil 057 pases, y tuvo la posesión un 48% del tiempo de juego.

Numeritos hablan, como dicen los estadígrafos y otros especímenes que basan sus teorías en ellos, aunque a veces fallen, porque en el futbol nada está escrito, y menos cuando se hacen fáciles e inútiles predicciones.

 

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