sábado, mayo 18, 2024

BUHEDERA: Telegrama olímpico vía Suiza 2

Guillermo Fárber

Termino la crónica del Erny: “Este grupo de ‘yeguas finas’ lo conformaban las hijas de papi, de secretarios del gabinete, de gobernadores actuales, capitanes de cúpulas empresariales y una que otra desbalagada del ‘país modesto y jodido’ al que se refirió Emilio ‘El Tigre’ Azcárraga. Recuerdo haberle preguntado a una de estas ‘yeguas finas’, cómo había conseguido su chamba y me dijo de manera campante con su acento de chilanga fresa: ‘¡Ay! pues veraaás, mi papi es el abogado del licenciado Miguel Alemán y pos él me recomendó’. Me dije: no, pos así sí, como no.

 

En fin, se llegó el 12 de octubre y se inauguraron los Juegos. Se respiraba un aire de alta tensión y el olor de pólvora pululaba en el ambiente. Por una parte, la pólvora de las metralletas disparadas en Tlatelolco, y la pólvora de los juegos pirotécnicos que por primera vez en el mundo nos iban a mostrar las famosas “granadas”, un proyectil lanzado al firmamento que, cuando explota, lanza sus chispas como si fueran flechas candentes ofreciendo un efecto de éstas en tercera dimensión. Cuando las “granadas” pirotécnicas salieron a bañar e iluminar el cielo azteca en la ceremonia de clausura de los JO, fue muy notable escuchar los murmurantes suspiros de ochenta mil almas ahí reunidas, gozando de la magia de la pólvora y del talento de sus expertos pirotécnicos.

 

Había temor de actos de vandalismo por parte de los grupos antagonistas al gobierno del presidente Díaz Ordaz, quienes querían aprovechar la ocasión de la presencia de la prensa mundial para echarle a perder la fiesta a don Gustavo. Afortunadamente, no pasó nada y los Juegos fueron un gran éxito. Participaron 5,516 atletas: 4,735 hombres y 781 mujeres. Contendieron 112 países, se rompieron 76 plusmarcas olímpicas y se rompieron 30 récords mundiales. Por primera vez se corrieron los 100 metros por debajo de los 10 segundos. México logró 9 medallas olímpicas: 3 de oro (boxeo 2 y 1 de natación); 3 de plata (caminata, esgrima y clavados); y 3 de bronce (boxeo 2, y 1 de natación). Esta experiencia olímpica fue definitivamente un abreojos que me ayudó a transitar del verdor de mis 19 años de jovial juventud, hacia la vejez de mi adolescencia: mis primeros 20 años. Y todo se dio hace 50 años. ¡Wao! toda una vida.

 

Mirando a fondo, diré que el punto álgido de mi experiencia personal en estos JO fue casi casi como un volado: haber sido escogido para entregar souvenirs olímpicos a los siguientes personajes: Su Alteza Real príncipe Felipe de Edimburgo (esposo de la reina Isabel de Inglaterra); Su Alteza Real príncipe Bernardo de Holanda, (esposo de la reina Juliana de Holanda); y Sus Altezas Reales príncipe Raniero y la princesa Grace de Mónaco, quien, gracias a su exquisito encanto vertido en mí, me convenció de quedarme a colaborar en los Juegos, pues tres días antes de conocerla fui secuestrado y brutalmente golpeado por unos malandrines (4) que andaban levantando gente para robarlos y seguir la fiesta, hecho que me llevó a poner un pie en el estribo para regresarme a Mazatlán. Bendito Dios que aquí estoy para contarlo.

 

Vaya a través de estas líneas, mi recuerdo afectuoso e imborrable a mi compañera en esta aventura olímpica: Anita De Rueda, mujer modelo y modelo de mujer. Apá, ¿y la clausura de los Juegos? Bueno, para colocar la cereza en la cima del pastel, ahí les va: un gigantesco mariachi de 1000 integrantes se apareció en el estadio, incluyendo al Mariachi Loco y al Mariachi Desconocido, tocando los acordes del son de ‘La Negra’, cuyas notas musicales resonaron por todo el territorio azteca y nos hicieron brincar al terreno, a todos los edecanes asentados junto a la pista del estadio, en primera fila, a bailar con todos los atletas del desfile de la clausura. Una apoteósica revolución de ánimos globalizados, reseñando un feliz y gran final. Pues bien, siguiendo con el lema olímpico: Citius, Altius, Fortius, seguimos avanzando sobre la Ruta de la Amistad. Abrazos olímpicos desde Suiza, sede del Comité Olímpico Internacional, del Museo Olímpico y de su cuaderno a doble raya, salud, J. E. (Erny) Sánchez. ¡Tan tan!”

 

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