viernes, marzo 29, 2024

TEXTOS EN LIBERTAD: Lo que sabemos sobre la Consumación (I de II)

José Antonio Aspiros Villagómez

 

         Sabemos que acaba de cumplirse un aniversario más de la Independencia de México. Que, en esa fecha, 16 de septiembre, dio inicio una guerra encabezada por el cura Miguel Hidalgo y Costilla para emancipar a Nueva España de la corona peninsular, pero que el objetivo se consiguió once años después, el 27 de septiembre de 1821.

         Sabemos que, para entonces, aún estaba en pie de guerra el ejército independentista comandado por Vicente Guerrero, quien finalmente acordó con el realista Agustín de Iturbide unir fuerzas y así surgió el Plan de Iguala. Y que, en 2011, en un artículo para el número 1785 de la revista Proceso, José Emilio Pacheco llamó a Guerrero “consumador moral de la Independencia”, 40 años después de que el presidente Luis Echeverría lo había declarado oficialmente como tal, aunque su festejo siempre ha sido de bajo perfil.

         Sabemos que, tras la claudicación de O’Donojú (aunque España reconoció la Independencia hasta 1836), fue Iturbide quien entró de manera triunfalista a la capital al frente del Ejército Trigarante y dejó a Guerrero marginado, si bien éste volvió al protagonismo tras la caída del muy breve Primer Imperio y hasta fue presidente de la naciente república por menos de nueve meses, en medio de intrigas, ambiciones, traiciones y las radicales diferencias entre las logias decimonónicas, sobre la forma de gobierno que querían imponer.

         Sabemos que Iturbide se hizo emperador para adelantarse a los partidarios de la forma republicana cuando ni el español Fernando VII ni sus familiares mencionados en los Tratados de Córdoba se ciñeron la corona mexicana, pero que pronto abdicó, se exilió y luego regresó al país con la idea de servir de alguna manera, si bien no sabía que el Congreso lo había declarado “traidor” y fue aprehendido y fusilado.

         Sabemos que, por un concepto maniqueo de la Historia, muy arraigado aún y que sigue siendo fuente de debates, enojos e intolerancias, Iturbide es ahora uno de los “malos” de la crónica nacional, pero que no siempre fue considerado así, y todavía en el siglo XX figuraba su nombre.

Sabemos que en 1917 fue aprobada y promulgada la Constitución en el Teatro Iturbide de Querétaro, al que luego cambiaron su nombre por el de Teatro de la República. Y que, en 1921, el presidente Álvaro Obregón encabezó actos oficiales en el primer centenario de la consumación, aunque sólo porque el centenario de la iniciación había sido conmemorado por el porfirismo.

Sabemos que, en este contexto, Vicente Fox como presidente de la República no sólo “sacó al PRI de Los Pinos”, sino también el retrato de don Benito Juárez, y que inventó los “fines de semana largos” para trivializar -al cambiar su fecha de celebración- los aniversarios de la promulgación de la Carta Magna, el natalicio del Benemérito y el inicio de la Revolución. Y que, por su parte, Felipe Calderón celebró en 2010 la promulgación de la originalmente llamada Acta de Independencia del Imperio Mexicano, documento a cuya firma no fue convocado Guerrero. En ese acto con Calderón fueron oradores Alonso Lujambio, Jorge Carlos Ramírez Marín, Manlio Fabio Beltrones Rivera y Guillermo Ortiz Mayagoitia.

Sabemos que, a quienes cursamos la primaria en escuela pública en los años 50, nos enseñaron el Himno Nacional completo, con su séptima estrofa dedicada al “bravo adalid” (el realista Iturbide) y a “su sacra bandera”. Y que, en el gobierno de Miguel de la Madrid, fue promulgada la Ley de los Símbolos Patrios con la letra del Himno ya sin ese y otros fragmentos, y se organizó una marcha por todo el país con el Himno, el Escudo y la Bandera oficiales sobre un transporte militar. (Concluirá)

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