Miguel Tirado Rasso
Las autoridades electorales han declarado que los Comicios de 2018, el primero de julio, serán los más grandes y complejos de la historia, además de los más caros (de esto último, algo comentamos hace unas semanas). Y es que debido a la reforma que planteó la homologación del calendario electoral de las Entidades Federativas, en esta ocasión estarán en juego 3326 cargos de representación popular, federales y locales, en una jornada que contempla comicios en 30 estados del país, por lo que dos, Baja California y Nayarit, serán los únicos sin actividad electoral.
Las federales (3) incluyen la elección del titular del Ejecutivo, así como la renovación de la totalidad del Congreso de la Unión, 500 diputados (300 de mayoría relativa y 200 de representación proporcional) y 128 senadores (64 de mayoría relativa, 32 de primera minoría y 32 de representación proporcional).
Las locales comprenden la elección para gobernador en 9 entidades (Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Yucatán Tabasco, Veracruz y la Ciudad de México), en las que también se renovarán congresos locales y ayuntamientos.
En catorce estados sólo se elegirán diputados locales y presidentes municipales (Baja California Sur, Campeche, Chihuahua, Colima, Estado de México, Guerrero, Michoacán, Nuevo León, Oaxaca, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora y Zacatecas). En cuatro, únicamente diputados (Aguascalientes, Durango, Hidalgo y Tlaxcala), y en tres, sólo renovarán ayuntamientos (Coahuila, Quintana Roo y Tamaulipas).
En la numeralia de esta jornada electoral, habría que anotar un padrón de 87.1 millones de electores, la instalación de 155 mil casillas, la invitación a más de diez millones de ciudadanos para ser funcionarios de casilla y la contratación de 45 mil capacitadores y supervisores, según lo han informado las autoridades del INE. Por los diferentes cargos, contenderán nueve partidos políticos, además de la posible participación, por primera vez en una elección presidencial, de candidatos independientes.
Según se puede apreciar, de los 9 institutos políticos con registro, sólo tres o cuatro postularán candidatos a la presidencia, porque los cinco restantes son partidos de acompañamiento, aunque bastante bien cotizados ante la circunstancia política actual. Morena, es el único que lo tiene definido, desde su fundación. Es el candidato que anda en campaña electoral desde hace más de tres lustros, a ciencia y paciencia de una autoridad que no se anima a aplicar la ley y sancionar actos anticipados de campaña evidentes, ante el torbellino tropical que se generaría.
El PAN juega con la posibilidad de formar un frente para postular un candidato en alianza con el PRD y con los partidos y organizaciones sociales que se quiera incorporar. Las dificultades para encontrar un candidato que sume y no divida, los egos de quienes, en uno y otro lado, han expresado sus aspiraciones, independientemente de las contradicciones ideológicas entre estas dos fuerzas políticas, hacen dudar de que este proyecto llegue a tener éxito. Además, existe la sospecha de que el líder panista, Ricardo Anaya, lo promueve, más que por convicción, como jugada de distracción, pues no se ve que haya coincidencia con su proyecto político personal, que, por otro lado, sigue avanzando.
La dirigencia del PRD, por su parte, ha recibido numerosas críticas internas y externas, a la idea de formar un frente con la derecha, exigiéndole que se busque una alianza, pero con los partidos de izquierda, aunque la de estos, sea una triste realidad. Y los hay que, masoquistas, piden unirse con Morena, con todo y los insultos y desprecios de su líder. El caso es que al Sol Azteca no le alcanzan los números para ir solo a la competencia, por lo que lo más probable es que busque una alianza, aunque por ahí anda un candidato independiente con el que algo se podría hacer.
El PRI va despacito, esperando, quizás, ver como se resuelven las candidaturas de la competencia. El tricolor tampoco las tiene todas consigo, como se ha visto a lo largo de los procesos electorales del presente sexenio. Ha perdido, según se dice, 4 millones 700 mil electores y, mientras en 2012 tenía 20 gubernaturas bajo sus colores, ahora gobierna en 14, incluyendo Coahuila, que se le tambalea. Su aliado tradicional, el Partido Verde Ecologista coquetea con el frente que propone el PAN, lo que supone retornar a un pasado que ya experimentó en la elección de 2000, o tal vez sólo trate de elevar la cotización de su alianza con el PRI.
Al interior de sus filas hay inquietud y expresiones que reclaman cambios en los usos y costumbres del proceso de elección del candidato presidencial. Difícil, porque el secreto de su éxito electoral ha sido, precisamente, el equilibrio que daba un fiel de la balanza con facultades meta constitucionales. Ahora esta fórmula se cuestiona, ante una circunstancia política muy distinta a la de los tiempos del partido aplanadora.
Quien tiene el poder y la decisión, deberá encontrar el método que se ajuste a los tiempos, concilie intereses y preserve la unidad, porque cuando se dio la sana distancia, el PRI salió de Los Pinos y cuando se dividió, fue abatido en las urnas.