Miguel Tirado Rasso
mitirasso@yahoo.com.mx
La sorpresiva detención del Gral. Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional en la administración del presidente Enrique Peña Nieto, por autoridades de los EUA, bajo cargos de narcotráfico y lavado de dinero, ha dado lugar a toda clase de conjeturas, auspiciadas por la escasa información con la que se cuenta.
Una bomba informativa, ciertamente para nuestro país, pero, quizás también, con algún efecto en la Unión Americana, en la que, en menos de dos semanas, tendrán lugar las elecciones presidenciales. Un proceso en el que la reelección de Donald Trump no se ve fácil y en el que México, no pocas veces, ha salido a relucir como tema de campaña del actual mandatario, y no, precisamente, en los mejores términos. La detención de un general de cuatro estrellas, ex segundo jefe de las fuerzas armadas de nuestro país, acusado de narcotráfico, cuando el neoyorquino nos ha calificado de violadores, estafadores y traficantes, no es cualquier cosa. Así que, no habría que descartar alguna otra intencionalidad en este arresto.
Pero independientemente de esto, habría que detenernos en la actuación del gobierno norteamericano. Según se ha informado, la orden de aprehensión contra el mando castrense fue dada el 14 de agosto de 2019, derivada de la acusación de un Gran Jurado ante la Corte Federal de Nueva York, por supuestas actividades criminales del general Cienfuegos entre diciembre de 2015 y febrero de 2017. Durante todo este tiempo, 14 meses, y hasta hace una semana, el pasado 15 de octubre, fecha en que se le detuvo, nuestro gobierno no estaba enterado de esta investigación. Lo que hace muy cuestionable el acuerdo de cooperación que se dice existe entre las autoridades de los dos países, especialmente en el tema del combate al narcotráfico.
El sigilo en el manejo de este proceso se llevó hasta el último momento y la primicia le correspondió darla a la periodista Ginger Thomson, de ProPública, ex jefa de la oficina del New York Times en México, quien publicó, a las 20.47 pm, un twitter informando de la detención del Gral. Cienfuegos. 17 minutos después, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, tuiteaba que había sido informado por el embajador norteamericano, Cristopher Landau, de la detención del ex secretario de la Defensa, en el aeropuerto de Los Angeles, California.
Al ex zar antidrogas del gobierno de los EUA, Barry McCaffry, entrevistado para Letras Libres, le pareció raro y muy ofensivo para las fuerzas armadas mexicanas, un insulto, dijo, que la DEA no hubiera avisado a sus contrapartes mexicanas, la detención que iban a realizar. Dado el constante flujo de información que hay entre los dos países, todos se conocen bien y la agencia (DEA) sabe a quién pasarle una información de tal magnitud, comentaría. Y es que, nuestro buen vecino, con esta acción, hizo a un lado la diplomacia, fue descortés y demostró nula consideración y absoluta desconfianza de nuestro gobierno. Porque el golpe es de gran impacto para el país, para el gobierno y para la institución de las fuerzas armadas.
Un tema delicado que debe permanecer en terrenos estrictamente judiciales y no politizarlo. Como debiera ser, siempre y en todos los casos de aplicación de justicia, para no caer en la práctica, muy frecuente ahora, de acusar y condenar a los procesados, sin pruebas y antes de que el juez dicte sentencia, en franca violación al principio constitucional de presunción de inocencia.
La calidad de militar, del más alto rango del detenido, recomienda prudencia y cautela, en el tratamiento del caso y esperar el curso del proceso, antes de emitir juicios de condena.
Este hecho constituye un mensaje de las autoridades norteamericanas que no parecen coincidir con la estrategia de nuestro gobierno de abrazos y no balazos en el combate a los carteles de la droga. Hace unos meses el Procurador estadounidense, William Barr, estuvo en la capital del país y tres semanas antes de la detención del General, nos visitó el jefe interino de la DEA, Timothy Shea.
Dos encuentros en los que no se hizo mención alguna sobre la investigación y orden de aprehensión en contra del alto ex funcionario federal, a pesar de que los temas tratados estaban relacionados con el combate al narcotráfico. Y es que, según palabras del presidente Trump, nuestro país no ha cumplido con los compromisos internacionales de control de drogas. “México debe continuar extraditando a actores criminales clave e…intensificar la incautación de drogas y activos”, reclamó el jefe de la Casa Blanca, apenas, en septiembre pasado.
En lo que se refiere al tema del combate a las drogas, nuestros vecinos exigen mucho y aportan muy poco. La colaboración es dispareja y, más todavía lo es, el esfuerzo por enfrentar su consumo. EUA es, por mucho, el país con mayor número de fallecimientos por consumo de drogas, en términos absolutos y poca información hay sobre capturas de capos. Los casos más importantes se refieren siempre a narcotraficantes extranjeros, que aprovechan para estigmatizar países y ocultar su realidad.