Miguel Tirado Rasso
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Este año habrá elecciones ordinarias en seis estados de la República, el 5 de junio. En cuatro, únicamente para gobernador, en los estados de Aguascalientes, Hidalgo, Oaxaca y Tamaulipas. En los dos restantes, además del gobernador, Durango renovará sus 37 ayuntamientos y Quintana Roo, su congreso local. Como dato adicional habría que señalar que, como consecuencia de la nulidad de la elección, determinada por autoridades electorales, en diversos municipios de Puebla, Oaxaca, Veracruz y Chiapas, en estas entidades se celebrarán elecciones extraordinarias, en marzo y abril.
Una nueva jornada electoral que no plantea el mejor escenario para una oposición que continúa extraviada y adormilada, sin estrategia ni definición, dispersa y, en algunos casos, sin mucho interés en defender sus plazas, por obscuras razones. La coalición Va por México, formada por el PAN, PRI y PRD, no tiene calidad de permanencia y, en momentos críticos, se tambalea, aunque no en la retórica, pero sí, en la práctica, lo que le impide convertirse en una fuerza seria de oposición.
En este contexto, Morena tiene ventaja, pues, aunque carece de figuras propias con peso político para promoverlos como candidatos a cargos de elección popular, siempre le queda el recurso de atraer personajes de otros partidos para incorporarlos al proyecto político de Morena, que en estos tiempos resulta más atractivo para quiénes no tienen compromisos con la ideología o la lealtad partidista. Para los chapulines, pues, tan de moda en nuestro escenario político.
Pero habrá que decir que, si bien la oposición no constituye una gran amenaza política para la 4T, Morena, en su diversidad, tiene suficientes problemas internos para meterse el pie y tropezar. A lo que, agregaríamos, la falta de habilidad política del dirigente de este partido, Mario Delgado, que, al querer quedar bien con todos, se le enredan los resultados, como ha sido el caso en la aplicación de la fórmula favorita de Morena para la selección de candidatos a cargos de elección popular. Y es que las encuestas de Morena para la selección de sus candidatos, resultan siempre sospechosas y misteriosas, como dogmas de fe que ni se explican ni se comprueban.
Morena va en ascenso en el número de gubernaturas bajo sus colores. A partir de cero, en 2018 ganó 5 elecciones para gobernador, en 2019, se hizo de dos más y en 2021, sumó 11, por lo que actualmente gobierna en 17 entidades (hay una más que le es muy afín y que gobierna el PVEM). Las oposiciones se reparten el resto de las gubernaturas. El PAN tiene 8; el PRI, 4; MC, 2.
El partido oficial lleva un desarrollo inversamente proporcional al del ahora opositor Revolucionario Institucional. A partir del gobierno de Ernesto Zedillo, el tricolor fue perdiendo gubernaturas, de 28 que tenía al inicio de ese sexenio, terminó con 20. Con Enrique Peña Nieto arrancó con 20 para concluir con 14. En este año, estarán en juego dos de las cuatro que le quedan. Pudiera retener Hidalgo, pero Oaxaca se da por perdida. Este es uno de los casos en que el tricolor no da muestras de tener interés en retener la plaza.
Las cuatro gubernaturas restantes para la jornada electoral son panistas. En Aguascalientes, con Teresa Jiménez, la alianza Va por México, pareciera tenerla segura. En las demás, a partir de las accidentadas encuestas de Morena para la definición de sus candidatos, la situación se ha complicado y lo que parecía un camino despejado para que la 4T se hiciera de 5 gubernaturas, ahora no se ve tan claro. En Durango y Oaxaca, los aspirantes perdidosos del partido del gobierno han impugnado, ante la autoridad electoral, los fallos de su dirigencia. Es probable que el proceso de selección de candidatos tenga que repetirse. En Hidalgo, factores diversos podrían influir para que el tricolor, con Carolina Viggiano, esté en posibilidades de ganar la elección.
Así que, por lo pronto, Morena podría quedarse con Tamaulipas, con el senador Américo Villarreal, ex priista, aunque su candidatura también ha sido fuertemente cuestionada y una fractura combinada con una buena campaña del candidato de la coalición opositora, César Verástegui, le puede significar un susto. Quintana Roo, es la única que Morena tiene casi segura. En una extraña jugada, o bueno, no tanto conociendo como se las gasta Movimiento Ciudadano, este partido acaba de postular, como su candidato a la gubernatura, al senador José Luis Pech, que, hasta antes de ser postulado, militaba en Morena.
Sin que se haya dicho públicamente que renuncia a Morena, lo que sugiere arreglos en lo oscurito entre estos dos partidos, el senador competirá contra su, ahora, supuesta ex correligionaria Mara Lezama. Así, Morena compite, prácticamente, con dos candidatos, frente a una oposición dividida, toda vez que el PRI, como en el caso de Oaxaca,
decidió apartarse de la coalición Va por México e ir por su cuenta, con candidato propio. Sin comentarios.
Pero este es el panorama que se percibe ahora, un tanto anticipado y cuando aún no inician las campañas. Habrá que ver como evoluciona a lo largo del proceso.