jueves, noviembre 21, 2024

SILABARIO DE POLÍTICA: Traición deliberada de obregón a la Patria

Moisés EDWIN BARREDA

álvaro obregón salido traicionó deliberadamente a la Patria al firmar los Tratados de Bucareli, Impulsado por su capricho de imponer a plutarco elías calles en la Presidencia para retener el poder político tras bambalinas, pues había antecedentes de que Inglaterra y Estados Unidos ya le habían solicitado en incondicionalmente al gobierno de Madero la reparación de los daños a sus súbditos por la revolución de 1910.

Lo anterior se desprende de investigaciones del inglés Ray C. Gerhardt (https://www.memoriapoliticademexico.org/Textos/6Revolucion/IM/1975-Inglaterra_petroleo_IGM-RCG.pdf), quien subraya que la demanda de su país fue más mesurada que la estadounidense porque la marina de Inglaterra se movía desde 1912 gracias al petróleo mexicano que –lógico– le enviaba el súbdito Weetman Pearson.

También se infiere que Pearson fue armado caballero con el título “lord Cowdray”, con el que lo cita Gerhardt, como premio a los envíos de petróleo a Inglaterra, que le urgía por razones de la primera gran guerra, y el autor precisa que “para 1904 tenía –Cowdray– varios pozos en producción (entre estos el ‘Potrero del llano) y una refinería cerca de Minatitlán” y que por “la generosa cooperación del presidente Díaz, amplió sus operaciones, con derechos exclusivos o preferenciales para explorar y perforar en busca de petróleo en extensas zonas federales y estatales, especialmente en los estados de Veracruz y Tamaulipas.“

No creo aventurado decir que obregón se sentía ameritado para heredar el poder de Carranza, con quien tuvo nexos desde antes del Plan de Guadalupe, y que el padre de Venustiano fue cercano al régimen porfirista y estaba bien enterado de los inmensos beneficios que logró Cowdray ((https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-26202005000200145) y de las demandas extranajras de reparación de daños, de lo que enteró a su hijo y éste al que luego sería “manco de Celaya”.

Además, en la apertura de sesiones del Congreso el 16 de septiembre de 1916, Madero planteó a senadores y diputados de la LXXV “La atención pública se ha preocupado fuertemente con motivo de los desórdenes públicos ocurridos en el último semestre, por cuanto que ello hubiera podido influir de algún modo en las relaciones cordiales que hasta ahora sostenemos con las naciones extranjeras”, y agregó que grupos armados fuera de la ley ejecutaban actos de rebelión unas veces y de bandolerismo otras, que dañaron a extranjeros y los representantes de sus países presentaron al Gobierno mexicano reclamación del pago de daños.

Explicó que “La cordura, discreción y serenidad han sido el signo característico de la conducta de los Agentes diplomáticos acreditados en México, al tratar de esos asuntos, demostrando una vez más la estimación que sus Gobiernos y ellos mismos tienen por nuestro país”.

Estas palabras de Madero, aunadas a las de Adolfo de la Huerta, y muchas otras voces discordantes definieron que no había problema nacional que justificara la firma de esos tratados tan onerosos para la nación, por los que álvaro obregón salido traicionó a la Patria, nos pusieron a merced de Estados Unidos de América y nos hundió en el atraso en todos los órdenes.

 

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