jueves, marzo 28, 2024

SENDERO POLÍTICO: Después del 4 de junio

José Cruz Delgado

 

Múltiples escenarios están a la vista después de la elección del domingo pasado en el estado de México, todos ellos con mayor o menor repercusión en lo que ya se avistaba rumbo a la coyuntura del 2018. Sin embargo, sin la pretensión de que lo que ocurrió en esta entidad pueda extrapolarse a pie juntillas al proceso del año venidero, sí hay ciertos trazos en los que conviene poner atención.

El primero de ellos es el prácticamente invariable porcentaje de ciudadanos que a lo largo del proceso electoral dijeron en las encuestas que votarían por el PRI. Ese sector duro del electorado, que se encuentra cercano al 25 por ciento, se ha sostenido no sin poco esfuerzo de parte del tricolor que ha tenido que echar mano de un desfile de funcionarios federales y de toda serie de maniobras, pero todos los partidos, sin excepción, también hicieron lo suyo, así que no pueden decirse que fueron “blancas palomitas”

Lo que no admiten los perdedores, es que el partido en el poder, el del grupo Atlacomulco y el del presidente Enrique Peña Nieto; haya podido retener la gubernatura de esta entidad con el porcentaje, aunque bajo, y con un margen apretado en relación a su más cercano contendiente. Por ello es que el principal recipiendario de los beneficios de una oposición fragmentada y deshonesta, el PRI, con todo y todo y que con la sola apuesta a su voto duro sigue siendo el rival a vencer en los comicios mexiquenses. Eso no le perdonan los opositores.

A esta situación abonaron otros factores dignos de poner en perspectiva hacia el proceso electoral del 2018. Aquí podemos anotar el desgaste que ha sufrido Acción Nacional, partido que presentó a la contienda a una candidata perdedora y sometida a una serie de cuestionamientos frente a la opinión pública. De ahí es explicable el descenso en la competitividad de dicho partido que ha pasado de estar en un segundo lugar al inicio de las campañas, a un lejanísimo cuarto lugar, poniendo en la balanza de los perdedores al bocón de Ricardo Anaya quien ya lejanas las esperanzas de ser el candidato del panismo a la Presidencia de la República, quedó demostrado que el PAN gana solo en coalición, como en el caso de Nayarit, donde por cierto el tricolor tuvo en Manuel Cota un candidato débil y repudiado por los nayaritas.

Sin embargo, si el PRD y el PAN hubieran ido solos, Cota hubiera ganado la elección. Así que ni el PAN ni el PRD tienen que presumir, aún en les falta mucho para que puedan ganarle al PRI por separado.

Los yerros del partido albiazul en la designación de su candidata y la estrategia errática de la misma, abonaron a las suspicacias sobre cierto colaboracionismo de dicho partido hacia una estrategia de pulverización del voto opositor que beneficiaría al PRI. En medio de esta lógica, el PAN puso, incluso, en riesgo el llamado “corredor azul”, sobre del cual, el envalentonado Alfredo del Mazo ha dicho que recuperaría para su partido. Y lo hizo.

Pero si la derrota del PRI no ha quedado sellada desde hace tiempo en el Estado de México, ha sido porque del lado de la izquierda ha cundido la división. Si bien es cierto que el crecimiento de la fuerza electoral de MORENA en esa entidad se ha sustentado en una estrategia que ha dibujado a este partido como la única fuerza antisistémica capaz de derrotar al PRI, las dirigencias de otros partidos de izquierda –excepto el PT- no han cedido ante la inmejorable oportunidad de construir una alianza progresista desde ahora y de cara al 2018.

Hacia el año próximo, la elección mexiquense parece dejar posturas más endurecidas en el flanco de las izquierdas. De un lado el dirigente nacional de MORENA ha captado la atención de un sector del electorado progresista que lo ve como el centro de gravedad más competitivo rumbo a la elección presidencial.Sin embargo, dicho partido no tiene la suficiente fuerza en otros estados del país para que sea competitivo en en los comicios presidenciales venideros.

Con esto en sus haberes, a López Obrador parece interesarle seguir sumando a la base social de los partidos de izquierda para forzar a sus dirigencias a una posición de negociación mucho mas obligada, o bien para dejarlos en la condición de mera estructura burocrática e imponer su “Pejemafia”, aunque ésta ya existe. Se siente el redentor de los oprimidos, el paladín de los pobres, pero se ha servido de ellos para lograr sus sus fines políticos personales y enriquecerse cada día más a través de su mafia personal. Ha creado una mafia de poder y aún así de atreve a criticar. Para cínico no se estudia.

Ante esta estrategia, la respuesta es la reacción de sobrevivencia política de parte de algunos sectores duros del PRD y de Movimiento Ciudadano que podrían ver reducidos sus espacios de poder, en un posible acuerdo con el tabasqueño.

Así entonces, la gran lección después de los comicios mexiquenses podría ser para una izquierda que titubea entre poses, protagonismos y cálculos; reduciendo la disputa por la nación frente a la derecha panista y priísta, a una infantil reyerta que merma sus capacidades competitivas.

Lo que sí es verdad, es que el PRI ganó y sigue siendo la fuerza política más importante de México reconocida a nivel mundial.

La maestra Delfina ha sido prudente en sus declaraciones y ha dicho que respeta las instituciones, contradiciendo a López Obrador, ello podría costarle a la mentora un enfrentamiento con el amo de la “Pejemafia”, porque está claro que este energúmeno no le importan las instituciones y como es y ha sido su clásico discurso para él desde antes de las elecciones ya existe el fraude y si Delfina no hace lo que le indique también podría desconocerla como lo hizo con Eva Cadena.

Porque su costumbre, junto con sus secuaces Martí Batres y los Moreal que conforman la”Pejemafia” de MORENA es utilizar la gente y cuando ya no les sirve las desecha y hasta la acusa de infiltrados y traidores.

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