Regresa Tron después de 15 años de espera

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LOS ÁNGELES, CALIFORNIA.- Después de 15 años de espera, por fin tenemos la tercera entrega de la franquicia de Tron que correo con el nombre de Ares, esta vez en manos del director noruego Joachim Rønning, el protagónico de Jared Leto y la música original de Nine Inch Nails.

Jeff Bridges (el rostro de Tron) está de regreso en su personaje de Kevin Flynn para mostrarnos lo imposible: una realidad en la que los programas dejan el mundo digital para coexistir en la realidad. Y todo con la maravilla visual que siempre ha definido a la franquicia a través del retrofuturismo.

Por eso, antes de seguir con este texto para hablar de la importancia de Tron como una cinta retrofuturista, les dejamos nuestra entrevista con el mismo Rønning y Leto, quienes nos contaron sobre las conversaciones más interesantes de la película.

Tron es una saga muy importante dentro y fuera de la ciencia ficción, pero también es una de las películas más representativas de lo que conocemos como retrofuturismo. Así que para entender por qué es importante y visualmente interesante, aquí les contamos más sobre el concepto.

Retrofuturismo significa “futuro del pasado”. Se trata de un movimiento cultural centrado en las proyecciones del pasado sobre el futuro. Al establecer una escenario planteado en el pasado sobre el futuro, se sirve de la ciencia ficción como género, pero hay una diferencia importante.

En el retrofuturismo, una de sus características principales es que el contexto suele ser optimista al proponer escenarios utópicos, una conexión sana con la tecnología a favor de las sociedades a diferencia de la idea de un futuro distópico que corresponde a al entendimiento actual, sobre todo en la ciencia ficción y/o la ficción especulativa.

Por eso, al ser una promesa de progreso en donde los avances tecnológicos no tienen límites, las historias se perciben como mágicas o incluso fantásticas sin atenerse a los elementos conocidos de ambas narrativas.

La riqueza del retrofuturismo, al ser un movimiento también artístico, es que mezcla estilos visuales que han evolucionado con el paso del tiempo y se reflejan en la literatura, el cine, diseño, moda o incluso la arquitectura: un contraste futurista y vintage.

Por ejemplo, el Art Deco (desarrollado en la década de los 20 y los 30) es un estilo que sirvió como un punto de partida para el retrofuturismo a través de las vanguardias.

Hay dos grandes diseñadores cuyo trabajo explica bien el retrofuturismo en el cine. Por un lado está Syd Mead, quien estuvo detrás del art concept de películas como Blade Runner y Tron. Y del otro, Robert McCall en 2001: A Space Odyssey y Star Trek.

Una de las primeras películas que se pueden definir dentro del retrofuturismo es Metrópolis de 1927 de Fritz Lang, una de las grandes cintas de ciencia ficción y del expresionismo alemán.

Metrópolis está ambientada en 2026. El escenario es una enorme ciudad llamada Metrópolis en donde la clase intelectual y burguesa viven en la superficie mientras los obreros habitan en las profundidades. Sólo el amor entre dos individuos de diferentes clases, es la única esperanza pacífica para que la sociedad no colapse.

Películas imperdibles para entender el retrofuturismo
Hay películas que nos pueden ayudar a entender el retrofuturismo y las posibilidades que ofrece a nivel narrativo y visual. Lo que más nos gusta de este movimiento en el cine, es que no se cierra a su propia definición, y hace una mezcla de géneros que ha convertido a algunos títulos en clásicos.

2001: A Space Odyssey
2001: A Space Odyssey es uno de los ejemplos más claros. Dirigida por Stanley Kubrick en 1968, la historia es una adaptación del cuento El centinela de Arthur C. Clarke sobre una pirámide alienígena en la Luna que ha estado evaluando el desarrollo de la civilización en la Tierra.

Es la visión del futuro con elementos visibles de la década de los 60. Es decir que muchos de los componentes del escenario en sí mismo, corresponden a los años en que se produjo la película antes de su lanzamiento en el 68. Sin embargo, habla de la realidad que se proyectaba para el nuevo milenio en donde la tecnología ha servido a la humanidad, tanto así, que esta cobra consciencia.

Tron
Tron es una película de 1982 dirigida por Steven Lisberger sobre un programador que queda atrapado en un mundo generado por computadora, y en donde debe participar en las dinámicas establecidas por los programas con formas humanas. La realidad es que Tron no es tan apreciada como se debe, y suelen definirla como “una cinta hecha para los 80”.

Pero no es cierto. Además de haber utilizado una tecnología pionera que ahora conocemos como CGI, Tron integra la parte más importante del retrofuturismo: vistazo bastante optimista al lugar que ocuparían las computadoras en el mundo, nuestra relación con lo digital, la posibilidad de habitar mundos.

Blade Runner
En el mismo año de Tron, en 1982, Ridley Scott lanzó Blade Runner, una adaptación de la novela Do Androids Dream of Electric Sheep? de Philip K. Dick. Ahora bien. Se trata de una historia distópica ambientada en 2019 sobre un blade runner (un tipo de policía) cuyo trabajo es rastrear y “matar” replicares (humanoides).

Scott se armó un diseño completamente retrofuturista con elementos del noir para hablar de un mundo que sobrevive a una catástrofe ambiental, pero sobre todo a un posible colapso en el que la idea de humanidad se define a partir de la existencia de replicantes, no de los humanos en sí mismos.
AM.MX/fm

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