Luis Alberto García / Yuzhno-Sajalinsk
* La vía aérea es la mejor forma de llegar a ese territorio.
* El aeropuerto honra y recuerda al escritor Antón Chéjov.
* Anhelado puente daría impulso notable a una región clave.
* Con él o sin él, las empresas petroleras hicieron su aparición.
* El tramo hacia la Siberia continental se materializaría hasta 2035.
* Gas de exportación para Corea del Sur, Japón y Estados Unidos.
Para moverse de un sitio a otro en este alargado territorio insular del Oriente ruso hay transporte marítimo; pero los precios de los traslados no son bajos, sobre todo aquellos que no proceden del continente, convirtiendo a los aviones en la forma de entrada más frecuente a la isla habitada por menos de medio millón de seres humanos.
A eso se debe que el aeropuerto, ampliado, tenga bastante tráfico, con la satisfacción añadida de que lleva el nombre del gran Antón Pávlovich Chéjov, si se tiene en cuenta que el escritor moscovita nacido en 1860 viajó durante dos meses en tren, carruaje y barco para llegar a la isla que lo obsesionó y que describió en un reportaje memorable titulado “La isla de Sajalín”.
Si se materializa, el titánico proyecto de construir un puente que una Sajalín con el continente ruso, puede dar también un impulso notable a la región clave para Rusia; no solamente por su situación, sino porque también incluye las islas Kuriles, en disputa histórica y enconada con Japón.
La idea es antigua: antes de morir en marzo de 1953, Iósif Stalin quiso construir un túnel; pero pese a que nomás siete kilómetros separan el punto más occidental de Sajalín con la Siberia continental, todos los proyectos para cubrir esa distancia fracasaron.
La propuesta de 2019 ha sido levantar un puente ferroviario que vaya desde Jabárovsk, en el continente, a la isla de Poguibi, que luego extienda nuevas derivaciones férreas que crucen la isla de extremo a extremo.
“En una segunda fase, la promesa también incluye otro puente entre Sajalín y la isla japonesa de Hokkaido”, explica el gobernador de la región, Valery Limarenko: “El tramo hacia el continente se materializará en 2035, asegura Limarenko, quien estima que el costo inicial del proyecto ascendería a unos 7.600 millones de dólares.
Con puente o sin él –explican sus habitantes- la relación entre Rusia, con su política de control nacional de recursos, y las grandes empresas petroleras apoyadas por Occidente se define en la isla de 76 mil 400kilómetros cuadrados.
En ella, a más o menos 10 mil kilómetros de Moscú y orientándose hacia el Pacífico, avanzan los más ambiciosos proyectos de hidrocarburos del mundo y la construcción de la primera planta de gas licuado (GNI) de Rusia.
Las reservas de gas y petróleo probadas de Sajalín son de 45 mil millones de barriles equivalentes a más que las de Libia y cerca del 11 % de las reservas exploradas de Rusia, que son las primeras del mundo.
La isla está rodeada de depósitos submarinos de hidrocarburos que pueden convertirla en una nueva Klondike –área de campos de oro explotados en Alaska por empresarios extranjeros en el siglo XIX- para Asia y Estados Unidos.
Las petroleras anglo-holandesa, Shell, y estadounidense, ExxonMobil –la antigua Standard Oil de J. Paul Getty- manejan los proyectos Sajalin-2 y Sajalin-1 para obtener, transportar y comercializar esos hidrocarburos.
Sus contratos con el Estado, confeccionados a medida y firmados en 1994 y 1995 respectivamente, contemplan un trato fiscal de favor y garantías a prueba de conmociones políticas a cambio de grandes inversiones, trasferencias tecnológicas y el papel de locomotora del desarrollo y la industria local.
Sajalin-1 y Sajalin-2 empezaron a extraer petróleo en la década de 1990; pero el salto cualitativo posterior ha sido el gas natural licuado, que Sajalin-2 exporta desde 2008 a partir de la planta de la bahía de Aniva, con una capacidad de más de 9.6 millones de toneladas anuales.
El gas se lleva a Japón, Corea y Estados Unidos en buques especiales de nueva generación, que iniciaron a la industria naval rusa en un campo inexplorado, y a eso se debe que el 98 % del gas esté vendido, como declaró Ian Craig, director ejecutivo de Sajalin-2.
Las petroleras han desarrollado la infraestructura de la isla, donde, en escala menor, se extraía petróleo desde la década de 1920, además de que esa planta está finalizando las obras del gaseoducto y oleoducto conjunto.
Este corre en paralelo en una franja de 43 metros de ancho y 800 kilómetros de longitud, y ambos unen las plataformas de producción en la costa del Noroeste con la planta de licuefacción en Aniva, mientras Sajalin-1 ha modernizado las conducciones -225 kilómetros- desde la bahía de Chaivo al puerto de De Kastri, en la Rusia continental.
En Sajalin-2, Shell controla 55 % y está asociada a las japonesas Mitsui y Mitsubishi, que tienen el 45 % restante, en un reparto en el que Sajalin-1 -el operador es Exxon Mobile (30 %) con la japonesa Sodeco (30 %), la rusa Rosneft (20 % y la india ONGC Videsh (20 %) responden como socios.
Los consorcios deben amortizar costos antes de pagar impuestos sobre el beneficio y compartir la producción con el Estado ruso; pero los costos se han desbordado en los dos proyectos: Sajalín-1 ha pasado de 12 mil millones de dólares a 17 mil
Esta era la situación hasta fines de 2019 en una tierra que es de nadie y quierse ser de todos, con la aspiración de concluir la gran obra de infraestructura que significa el puente que levaría l continente asiático en el cual, desde siempre, empieza o termina Siberia.
“Seguramente –dice la empresaria María Demírova- Antón Pávlovich Chéjov se sentiría honrado si todavía viviera, al saber que a un puente no construido y a un aeropuerto funcional llevan su nombre, pues con su obra describió y descubrió al mundo esta isla perdida en un confín de la geografía de la Rusia de nuestros ancestros”.