CIUDAD DE MÉXICO, 29 de abril, (AlMomentoMX).-Fernando tiene 16 años y desde hace dos se dedica al tráfico de migrantes en la frontera entre Tamaulipas y Texas. Ya ha sido deportado en tres ocasiones por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, mejor conocida como Patrulla Fronteriza, pero dice que seguirá en el negocio debido a la buena paga que recibe: alrededor de 70 dólares por persona que pasa, siendo que en una semana cruza tres veces el río Bravo con grupos de hasta diez.
Él es uno más de los llamados “polleritos” o “coyotitos”, niños y adolescentes reclutados por grupos del crimen organizado, cuya mayor ventaja es que por ser menores de edad, las autoridades de Estados Unidos no les fincan responsabilidades penales y su única sanción es la deportación a México. Las autoridades los llaman “menores de circuito” y los relacionan con el tráfico de personas y drogas.
Entre 2012 y 2015, académicos de El Colegio de la Frontera Norte (Colef), que pertenece al Sistema de Centros Públicos de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), realizaron proyectos de investigación en los que identificaron la participación de menores en el tráfico de migrantes a partir de entrevistas —como la de Fernando— en albergues de Tamaulipas, en las ciudades de Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo.
De acuerdo con un informe en 2014 del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), 38 por ciento de los menores migrantes mexicanos no acompañados detenidos en Texas fueron reclutados por grupos delictivos para realizar esta actividad. En tanto que entre 2010 y 2014, fueron detenidos 158 menores acusados de cruzar migrantes de forma ilegal al territorio norteamericano, según la Procuraduría General de la República (PGR).
Fernando ingresó a esta red ilegal por invitación de un familiar; comenzó como “halcón” para notificar la presencia de policías y militares estadounidenses cerca del río que sirve de línea divisoria entre ambos países, una valiosa información para quienes cruzan a los migrantes. Pronto se dio cuenta que podría aumentar sus ingresos y, con la anuencia de sus padres, se lanzó como “pollerito” luego de haber recibido un adiestramiento en la actividad; trabaja para unos jefes que, a su vez, reportan a otros jefes.
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(Con información de Agencia Conacyt)