CIUDAD DE MÉXICO.- En las últimas semanas ha cobrado fuerza una idea que hace apenas unos meses parecía descabellada: que el Mundial de fútbol que, según el calendario oficial, debería disputarse en 2034 en Arabia Saudita, termine jugándose hasta 2035. No es capricho periodístico ni rumor de tabloide: los argumentos detrás apuntan a una combinación de clima extremo, calendario religioso y logística futbolera.
Clima extremo y tensiones al calendario tradicional
La lógica más simple sostiene que en Arabia Saudita es inviable organizar un torneo en pleno verano boreal. Las temperaturas durante mayo, junio y julio, meses usados tradicionalmente para Mundiales, se vuelven insoportables, superando con facilidad los 40 °C, lo que pone en riesgo la integridad física de jugadores y aficionados.
Ante esa barrera, se ha venido barajando la idea de desplazar el torneo a fechas distintas del verano. Ya lo hizo Qatar en 2022, cuando tuvo que mudarse a noviembre-diciembre. Pero en el caso saudí ese recurso también se complica: el mes de Ramadán (mes sagrado de ayuno para el mundo musulmán) en 2034 coincide con esas fechas humildes, lo que impediría que un torneo de esa magnitud se solapara con esa celebración religiosa.
Así, noviembre y diciembre quedan descartados, pues serían meses del Ramadán en 2034, lo que crearía conflictos logísticos, sociales y culturales en un país con gran sensibilidad religiosa.
Opciones acotadas: octubre, enero o… 2035
Con abril chocado con el calendario de ligas (etapas finales, copas continentales) y enero complicado por superposición con otros torneos o eventos del deporte internacional, las opciones se reducen de forma dramática.
En teoría, octubre aparece como la ventana viable dentro del 2034: temperaturas más moderadas, fuera del calor extremo y lejos del Ramadán. No obstante, algunos reportes sostienen que esa alternativa está siendo analizada como poco atractiva por conflictos con los calendarios de clubes y competencias internacionales a lo largo del año futbolístico.
Por eso ha empezado a circular con más fuerza la hipótesis de posponer el Mundial hasta enero de 2035. Esta medida rompería la tradición de disputar la Copa del Mundo en años pares, pero permitiría evitar las tensiones climáticas, religiosas y de calendario que se presentan si insistimos en un 2034 “modificado”.
Además, la instancia de la FIFA ya ha dejado abierta la posibilidad de replantear las ventanas globales de torneos en función del clima, señalando que no puede seguirse aplicando un calendario rígido ante los retos del calentamiento global.
Riesgos y desafíos de aplazar un año
Mover un torneo de tal magnitud implica riesgos importantes:
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Desfase histórico: romper con la tradición de mundiales cada cuatro años en años pares puede generar resistencia de federaciones, patrocinadores y aficionados.
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Impacto en calendarios de ligas: clubes y federaciones deberán reajustar sus calendarios, lo que puede colisionar con competiciones continentales, eliminatorias y calendarios locales.
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Costos logísticos y de infraestructura: cualquier cambio de fecha conlleva repercusiones en estadios, aerolíneas, alojamiento y seguridad, además de los contratos previos ya firmados.
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Precedente complejo: si se admite un Mundial en año impar, podría abrir la puerta a replanteamientos radicales en futuras ediciones.
La posibilidad de que el Mundial 2034 en Arabia Saudita termine disputándose en 2035 ya no suena a idea descabellada, sino a alternativa cada vez más mencionada con seriedad en los círculos del fútbol mundial. Las razones son evidentes: evitar calor insoportable, respetar el Ramadán y ajustar los calendarios globales.
Si la FIFA decide dar ese paso, estará tapando un agujero logístico con otro cambio estructural en la historia de los Mundiales. Pero si hay algo seguro es que, cuando se anuncie oficialmente la fecha, el debate habrá dado mucho de qué hablar.
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AM.Mx/kmj