Pablo Cabañas Díaz
La “Buena música desde la ciudad de México” se escuchó de 1940, hasta diciembre de 2001 en su frecuencia de 830 kHz. Su fin llegó cuando estaba por celebrarse el Mundial en Corea del Sur y Japón, del 31 de mayo al 30 de junio 2002. Hubo protestas de los radioescuchas. Se formó un Comité Nacional de Rescate de la XELA que reunió más de cinco mil firmas, y se pidió al entonces presidente Vicente Fox, a su secretario de Gobernación Santiago Creel, y a la directora del Instituto Mexicano de la Radio, Dolores Béistegui, que la XELA estuviera en alguna de las frecuencias disponibles del Instituto Mexicano de la Radio.
Les pasó de noche la oportunidad de restaurar un buen servicio público como los tuvieron unos empresarios aficionados a la música clásica en 1940, cuando entregaron sus propios discos para fundar la XELA, Radio Metropolitana, S. A. en un local del Paseo de la Reforma, frente a la glorieta Colón. En esa época había un coordinador de programación llamado Ernesto Finke, era un holandés entusiasta que aceptó un sueldo bajo y dos estudiantes que le ayudaban .
Finke contaba al igual que Harfuch con unos veinticinco años. Teodoro González de León quien sería después un arquitecto famoso lo recordaba : era“flaco, alto –muy alto–, rubio deslavado, de cara afilada, vestido siempre con camisa, nunca con saco. Hablaba bastante buen español y perfecto inglés. Alguna vez lo visitó en el lugar donde vivía: “Era un cuartucho en la azotea de un edificio en la colonia Doctores, repleto de discos, libros y revistas, bajo los cuales había que desenterrar la cama”. Daba seguimiento a muchas revistas especializadas, estaba al tanto de los nuevos álbumes, los compraba,programaba él mismo y si era necesario hacía las veces de locutor, Finke era el alma de la XELA. Finke inició a programar los nombres de compositores contemporáneos de la época como Aram Khachaturian, Carl Orff, Richard Strauss e Igor Stravinski, que visitó México en varias ocasiones.
Todo parecía bañado por el misterio: no se sabía bien a bien de dónde había salido Finke, ni quién era, ni cómo financiaba las muchas revistas, libros y discos que adquiría sin cesar. La hora sinfónica Corona, fue el programa más antiguo de la radio de música clásica en México estuvo 59 años ininterrumpidos al aire, diariamente de las 15 a las 16 horas. Los cortes entre programas o para dar la señal de la llamada de la estación eran identificados con el tañido de uno de los relojes más celebres, el Big Ben de Londres. Las rúbricas de la estación, eran: Así hablaba Zaratustra, de Richard Strauss, y el preludio al acto segundo de la ópera Lohengrim, de Richard Wagner .