martes, diciembre 3, 2024

OTRAS INQUISICIONES: ¿ Resucitará el PRI?

Pablo Cabañas Díaz
En sus 89 años de historia, el PRI registró en las pasadas elecciones  una crisis inédita , si en 2006 había caído al tercer lugar de preferencias electorales con 22.22%,  en 2018 llegó a su nivel más bajo de votación federal, con sólo 16.4% de las preferencias electorales, con lo que perdió la Presidencia de la República por segunda ocasión. Perdió dos gubernaturas, con lo que  registra el menor número de estados que gobierna, con sólo 12 entidades; de igual manera, perdió el control de los congresos estatales de sus bastiones históricos, como Hidalgo, Colima, Estado de México, así como de estados donde había perdido la gubernatura, pero mantenía el control del Congreso, como Sonora, Sinaloa, Oaxaca, Morelos, Tabasco y Veracruz.
El PRI fue capaz  por años de subsistir  pero conforme el país se modernizaba, las mayorías se transformaron. La rigidez institucional, aunada a la corrupción e incapacidad de comprender las demandas de la sociedad y la composición elitista de su dirigencia, impidió que el  tricolor se adaptara y pudiera hacer suyos los reclamos de su base. En consecuencia, el partido ya no era lo que creía ser. El  dato es preciso : José Antonio Meade, no ganó en ninguno de los 300 distritos en el país. Incluso en Baja California y Tabasco consiguió menos del 10% de la votación.
Al arranque del sexenio de Enrique Peña Nieto, el PRI gobernaba 21 entidades, hasta este 1 de julio solo gobierna en 14, la pérdida fue paulatina. Entre 2012 y 2018, el PRI fue relevado de 12 gobiernos estatales, aunque logró hacerse de cinco entidades que no tenía.  La promesa del ‘nuevo PRI’ comenzó a diluirse por los escándalos de los nuevos gobernadores priistas . Los mandatarios César Duarte, en Chihuahua, y Roberto Borge, en Quintana Roo, arribaron al poder en 2010; Javier Duarte lo hizo en 2011. Ellos eran el ejemplo del presidente Peña de “nuevos cuadros” que lo acompañarían en la nueva era priista, pero los tres colocaron a sus administraciones como ejemplos de corrupción y abusos de poder.
En 2012, además de la llegada de Peña Nieto a la Presidencia, el PRI consiguió tres de siete gubernaturas en disputa. Los estados de Jalisco, Yucatán y Chiapas con su aliado el Partido Verde y con un candidato de ese partido, Manuel Velasco, se sumaban al mapa tricolor. Al año siguiente, solo hubo una elección de gobernador, el PAN gobernaba y fue ganador en Baja California. En 2014, no se disputó ninguna gubernatura y no hubo derrotas electorales, pero en ese año se publicó el reportaje La Casa blanca de Enrique Peña Nieto, en el que se denunció el presunto conflicto de interés del mandatario priista en la adquisición de una propiedad escriturada a nombre de su esposa.  En  2015 el PRI tuvo su primer descalabro en las urnas. Se disputaron nueve gubernaturas, el tricolor obtuvo cuatro que subirían a cinco: Campeche, Guerrero, San Luis Potosí y Sonora el 1 de junio, Colima se fue a una segunda jornada por anulación que al final quedó en manos del PRI. Perdió tres estados que gobernaba: Nuevo León, Michoacán y Querétaro.
Si comparamos el porcentaje de votos obtenidos en las elecciones federales de 2012 y 2015, se puede concluir que el PRI se mantuvo en porcentaje de votos a nivel legislativo, y que tuvo una caída mínima de 29% a 28%. Sin embargo, las elecciones intermedias de 2015 registraron menor participación, con lo que el PRI perdió en cantidad de votos, pero logró quedarse con 206 curules en la Cámara de Diputados.
El peor descalabro antes del 2018 fue el del año 2016. Se disputaron 12 gubernaturas y perdió siete.
De los estados perdidos, entregó cuatro que había gobernado siempre: Durango, Quintana Roo, Veracruz y Tamaulipas. Al año siguiente, se disputaron tres gubernaturas: Edomex, Coahuila y Nayarit, las tres entidades estaban en manos del PRI y sólo pudo retener las dos primeras con triunfos cuestionables. Este 2018, el PRI perdió con diferencias amplias: Ciudad de México, Puebla, Morelos, Veracruz, Chiapas, Guanajuato, Jalisco y Tabasco. El PRI personificado en el presidente Peña Nieto, ha cambiado sustancialmente.

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