Pablo Cabañas Díaz
¿Qué sucedió con el modelo de Estado adoptado en México desde 1982, cómo se generó el espacio para que fuera ganando terreno el neoconservadurismo? Quienes hemos tenido la fortuna de vivir parte del siglo XX y lo que va del XXI somos testigos de los cambios que han ocurrido en todo, trátese de la economía, de la seguridad pública, de la educación, de la música, de la ciencia y la tecnología, etc., lo que ha dado como resultado que se ha impactado la calidad de vida que tenemos. Veinticuatro años después de una integración asimétrica y subordinada de México con la economía de Estados Unidos, nuestro país realiza en promedio el 80% de su comercio exterior con aquel país, las exportaciones son mayoritariamente productos petroleros, maquila y autos ensamblados de corporaciones norteamericanas.
En 2018, es evidente que los pronósticos del Tratado de Libre Comercio (TLC) como palanca del crecimiento y desarrollo económico nacional, no se cumplieron, creció significativamente la inversión extranjera directa, pero lo fue la que es fundamentalmente especulativa, las exportaciones se incrementaron en seis veces con productos naturales (petróleo y minerales) y la maquila y ensamble de escasa innovación tecnológica y reducida integración con el mercado interno y las cadenas económicas regionales.
En los últimos 34 años, el crecimiento económico y del empleo ha sido insuficiente para responder a la demanda de 1.2 millones de nuevos empleos cada año y reducir la migración internacional que se acelera con el funcionamiento del TLC en México (10 millones de expulsados del campo mexicano). En 2018, las finanzas nacionales, viven una aceleración en los montos de la deuda del gobierno federal al igual que todos los gobiernos estatales, profundizando las tendencias recesivas de la economía mexicana de los últimos tres lustros, el desempleo y las violencias que sufre todo el país. Así, en septiembre de 2016 la deuda pública rebasa los 9.2 billones de pesos (50% del PIB nacional) y en el Programa de Egresos de la Federación (PEF) 2017 de 4.8 billones de pesos se destinan 500 mil millones al pago del servicio de la deuda mientras se reducen 239 mil millones de pesos en inversiones al campo, la salud, educación, ciencia, tecnología y cultura, con lo cual crece el desempleo, la informalidad y todas las violencias en el país.
La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre de 2017 vino a incrementar la vulnerabilidad e incertidumbre de la economía nacional, provocando un amplio debate sobre las relaciones entre ambos países y el futuro de México. Dicho debate se ha centrado en los impactos de la cancelación del TLC, la llegada de un enfoque proteccionista estadounidense, la caída de las exportaciones, la restricción al envío de remesas y los impactos de la deportación de seis millones de indocumentados mexicanos en aquel país.
Estamos en un escenario en el que se cuestiona la globalización neoliberal planetaria, que durante cuatro décadas se planteó como el fin de la historia y el libre mercado como la panacea y sustituto de las políticas públicas de desarrollo económico. Se anuncia además una guerra comercial mundial en contra de los libres mercados, contra China, Rusia y la misma Unión Europea. Se amenaza con desmantelar el TLC actual por supuestamente haber beneficiado exageradamente a México y perjudicado la industrialización y tejido productivo regional en Estados Unidos, iniciando ya las trabas a la inversión productiva en nuestro país con subsidios y apoyos fiscales y se amenaza con sanciones a quienes no respeten la nueva estrategia proteccionista.
La realidad es que en México, durante los años del neoliberalismo ha fracasado en términos de generación de empleo y bienestar a la población, como lo evidencia la emigración de 11 millones de mexicanos a Estados Unidos de 1980 a 2016, la existencia de 63 millones de pobres, 58% de la población económicamente activa (PEA) en la informalidad, 7.7 millones de desempleados y 7.8 millones de jóvenes “ninis”, que ni estudian ni trabajan. Prisioneros de la ideología del libre mercado, cuestionada hoy desde el centro del Imperio, se desmantelaron las instituciones promotoras del desarrollo y bienestar del país, y privatizó masivamente el patrimonio nacional, la minería, el petróleo, los recursos naturales en general y todo el territorio nacional bajo esquemas de corrupción corporativa y gubernamental sancionados por la privatización de la Constitución misma.