jueves, marzo 28, 2024

OTRAS INQUISICIONES: PRI: “Derecho al pataleo”

Pablo Cabañas Díaz

Fue el 23  de septiembre de 1975,  cuando Jesús Reyes Heroles, presidente del Comité Ejecutivo Nacional  del PRI arribó al entonces majestuoso cine Variedades, ubicado en la Avenida Juárez. Iniciaba la VIII Asamblea Nacional Ordinaria, preámbulo del ritual para anunciar quién sería el candidato presidencial en 1996 y seguro sucesor de Luis Echeverría Álvarez. El ideólogo  priista  acuñó una frase que cimbró los cimientos del poder público: primero el programa, después el hombre. El  mensaje del presidente del PRI, provocó reacciones en Los Pinos y en Bucareli, además de las de la CTM, la CNC y la CNOP. ¿Cómo esperar si ya estaba el tiempo encima? Bastaron 24 horas para que se  diera el relevo de Reyes Heroles. El 24 de septiembre, Porfirio Muñoz Ledo y Augusto Gómez Villanueva entraron a dirigir el PRI.

 

Desde entonces, desde aquella fallida intentona para impedir que desde Los Pinos,  se seleccione al candidato del PRI  bajo el argumento de que se requiere primero el programa, el proyecto, el plan y después el hombre o la mujer va camino al fracaso. Una de las características definitorias del sistema político mexicano fue hasta la década de 1980 la hegemonía del PRI. Esa regla se rompió con el reconocimiento del triunfo de un partido diferente en las elecciones de gobernador de Baja California, en 1989. A partir de entonces se inició un proceso de diversificación y más pluralismo partidario, tanto para los gobernadores como en la composición de las legislaturas estatales. Esto ha propiciado que se haya ido desdibujando y perdiendo vigencia la antigua regla de la hegemonía y control del PRI sobre los puestos de elección popular en los gobiernos estatales.

 

La tendencia mostrada de 1989 a 2014, a un mayor pluralismo partidario en los gobiernos estatales, y a una diversidad mayor de opciones políticas  en la sociedad mexicana tendrá un  impacto limitado en  la XXII del PRI.  En el 2017,  los priístas inconformes afirman que deben permanecer los candados que impiden que un personaje vinculado al PAN o sin trayectoria pueda ser candidato presidencial del PRI en clara alusión a José Antonio Meade.

 

Hasta ahora la única posición razonable ha sido la de Francisco Labastida quien  advirtió que la dirigencia nacional del PRI está obligada a dialogar con el grupo de 89 priistas que buscan terminar con el dedazo en el partido, porque “no hay nada peor para un problema que no querer verlo” y es incorrecto que el líder nacional de la CNOP, Arturo Zamora, los catalogue como “políticos de café”, porque “no son políticos de café; una de ellas fue secretaria general del partido (Ivonne Ortega) y eso no es cosa menor”. En pocas palabras, lo que Labastida pide es que se respete el sagrado derecho al pataleo que la Academia de la Lengua describe como la última y vana actitud de protesta que adopta o puede adoptar el que se siente defraudado en sus derechos.

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