
En un artículo publicado el 30 de enero , Margarita Zavala aspirante a la candidatura del PAN a la presidencia de México, señalaba que el mundo ve con horror los primeros días de la Presidencia de Donald Trump. “El desprecio y el odio han sustituido a la ley, la libertad y la dignidad humana en el discurso y las acciones de Estados Unidos”, escribió. “México ha sido denigrado en estos días como no había ocurrido en un siglo. Es momento de responder con firmeza”. ¿México denigrado? Sí es momento de responder con hechos y evidencias. En 2017, se empiezan a conocer hechos importantes que acontecieron en la elección presidencial del dos de julio de 2006. Un dato relevante para esa elección tuvo lugar el tres de octubre del año 2000, ese día en su calidad de presidente electo de México, Vicente Fox, anunció en Madrid que nuestro país abriría todos los sectores de la economía a la inversión privada, exceptuando a Pemex.
El presidente del Banco Santander Central Hispano (BSCH), José María Amusátegui; así como los directivos de la empresa eléctrica Iberdrola, Iñigo Oriol; de Hidroeléctrica del Cantábrico, Oscar Fanjul; y de la línea aérea Iberia, Xabier de Irala aplaudieron a Fox. Los grandes empresarios españoles tenían las puertas abiertas de Los Pinos. Así, al final del sexenio presidente Fox, España era, después de Estados Unidos, el principal inversor en México. Los datos de la Secretaría de Comercio indican que durante el periodo 2000-2006 España destinó más de 14.889 millones de dólares en proyectos de inversión.
España en 2006 tenía el 10,4% de la inversión extranjera total y el 37,8% de la inversión europea. Un lugar de privilegio dentro del dominio estadounidense que concentraba más del 60% de toda la inversión extranjera en el país latinoamericano. La mayor presencia hispana estaba en las finanzas, telecomunicaciones, infraestructuras, energía y turismo. Un dato : BBVA controlaba ese año el 80% de los depósitos en efectivo. El ingreso del banco al mercado mexicano se produjo después de pagar 6.875 millones de dólares por Bancomer, una operación que en 2004 representó el 35% de toda la inversión llegada al país durante ese año.
Felipe Calderón fue el heredero de los intereses que había creado Fox con los inversionistas de Estados Unidos y España. El primer presidente panista al igual que los priistas tuvo que imponer al candidato, a pesar de si mismo, sin medir riesgo alguno, en una elección que se había salido de control. Desde la madrugada del dos de julio de 2006 se dieron importantes “consultas” entre Vicente Fox, y el embajador de Estados Unidos en México, Antonio Garza. La preocupación de Fox era como sugerir a Washington que el presidente George W. Bush felicitara al candidato del PAN, Felipe Calderón sin importar que el proceso electoral aún no hubiera concluido.
Fox no tenía posibilidad alguna de hacerle esa petición a Busch. Estaba presente ese dos julio aquel 12 de marzo de 2003, cuando Fox desapareció de la escena pública al momento de tener que dar su decisión, de la entrada de México en la guerra contra Irak. Ese día Fox no tomo la llamada del presidente Busch debido a una supuesta intervención quirúrgica en la esa ocasión, Fox dijo que había sufrido una lesión vertebral por haber cargado a Martita en el rancho de San Cristóbal.
En Europa, la Secretaría de Relaciones Exteriores el tres de julio inicio un intenso cabildeo a favor de la victoria de Calderón que corrió a cargo de una fuerza política afín al PAN: el Partido Popular en España. En los momentos de mayor tensión Fox tuvo el apoyo del entonces presidente de Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, quien fue el primero en felicitar vía telefónica a Felipe Calderón, el cinco de julio. Zapatero expresó su beneplácito por los resultados y reconoció la transparencia con que se realizó la jornada electoral del 2 de julio.
La relación de Fox con Antonio Garza el embajador de Estados Unidos era buena y era su única opción institucional para llegar a Busch. Garza en 2006, estaba casado con la empresaria mexicana María Asunción Aramburuzabala que en ese momento era propietaria de la sexta fortuna más importante del mundo. La entonces esposa de Garza además de su gran poder económico mostraba un gran temor a la llegada de López Obrador a la presidencia de México. La alianza entre el capital español y estadounidense y su animadversión contra el candidato de izquierda estaba presente en ese importante matrimonio al momento de la elección más polémica de la historia mexicana contemporánea.
Los intereses de Garza en México eran vitales para su carrera política y el apoyo de quien sería el futuro presidente de México era fundamental tanto para su esposa. Los españoles no olvidaron su deuda con Garza y en 2010, fue recompensado el BBVA Compass, la filial estadounidense del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), anunció su designación como miembro de su junta de directores y sigue en contacto con México a través del despacho White & Case y presidente de ViaNovo Ventures aunque separado de Aramburuzabala.
El embajador Garza y su equipo de asesores veían una “dificultad” en cómo “encontrar un lenguaje para que la llamada telefónica del presidente Bush no fuera a ser considerada como injerencista por parte de la gente de López Obrador”. El temor era que a partir de la conversación telefónica de Busch a Calderón , López Obrador saliera fortalecido. La tarea fue encomendada a Frederick Jones, vocero del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, quien cuidó cada palabra que habría de usar Bush en la llamada a Calderón. El siete de julio , el boletín de la Embajada de Estados Unidos señalaba que : “El presidente (Bush) llamó a Felipe Calderón para felicitarlo por el anuncio del Instituto Federal Electoral (IFE), de que obtuvo el número más grande de votos”. La Embajada de Estados Unidos se negó a responder si ello implicaba un reconocimiento a Calderón como presidente electo.
Ese mismo día, la casa de campaña del candidato panista emitió un comunicado en el que afirmó que Felipe Calderón recibió la llamada del presidente de Estados Unidos “con el objetivo de felicitarlo por haber obtenido el triunfo en la jornada electoral mexicana del pasado 2 de julio”.
Las presiones de los inversionistas españoles eran de tal fuerza que el ex presidente español José María Aznar –durante una visita a México en febrero de 2006 se pronunció abiertamente a favor de Calderón en una elección que vendría meses después. Aznar ya tenía una estrategia que sería muy eficaz para llevar a Caderón a Los Pinos y estaba encarnada en el eurodiputado José Ignacio Salafranca Sánchez-Neyra, quien fue designado como jefe de la misión de observadores electorales de la UE en México por la Comisaria europea de Comercio, y Relaciones Exteriores y Política de Vecindad, Benita Ferrero-Waldner de nacionalidad austriaca y perteneciente al Partido Popular de ese país. Un dato importante en esta operación fue el hecho de que la comisaria estaba casada en 2006 con Francisco Ferrero Campos político español también ligado al Partido Popular. Salafranca fue en el sexenio de Fox su punto apoyo y su emisario cuando la imagen de México estaba en crisis en el Parlamento Europeo.
El 25 de abril del 2005, durante una difícil discusión parlamentaria en la que se buscaba explicar el intento de desafuero de Andrés Manuel López Obrador, Salafranca declaró: “Cuando este Parlamento ha procedido a levantar la inmunidad de alguno de sus miembros, yo no recuerdo que la Cámara de Diputados o el Senado de México se hayan pronunciado sobre este particular”. Salafranca incluso expuso que el desafuero era un “asunto interno” mexicano en el que la UE no tenía por qué inmiscuirse. Salafranca en los hechos era el jefe de la embajadora Dieck-Assad y de Lorena Larios la operadora política de la embajada mexicana.