Pablo Cabañas Díaz
El gasolinazo persiguió a José Antonio Meade Kuribreña, luego de que este en su paso por la Secretaría de Hacienda, tuvo que defender el aumento a las gasolinas. Promulgada en diciembre de 2013, la reforma energética fue el proyecto estratégico del sexenio. Por un lado, implicó que Pemex tuviera que abandonar el monopolio de la explotación en el país. Por otro, era una decisión controvertida, dado que la paraestatal había sido fundada en 1938, y era un legado intocado del presidente Lázaro Cárdenas. La ley implicaba la llegada de nuevas empresas al país, la liberación paulatina de los derechos de importación y el retiro de los subsidios a las gasolinas que tuvo su efecto en las pasadas elecciones. Hoy existen 90 zonas con tarifas diferenciadas y una gran incertidumbre sobre el costo que tendrán el próximo sexenio.
Peña Nieto y los miembros de su gabinete sabían con mucha anticipación que el incremento de precios a la gasolina que se aplicaría el primero de enero de 2017, pero no hicieron nada para atenuar sus efectos ni mucho menos previeron la indignación que provocaría. Pensaron que anunciarlo a mitad del periodo vacacional como los gobiernos priistas solían hacer las primeras devaluaciones y anuncios dolorosos y aplicarlo el primer día del año –cuando muchos mexicanos todavía no terminaban la fiesta– aminoraría las protestas.
El aumento de los precios de la gasolina tuvo un impacto poderoso en el bolsillo de los ciudadanos. De hecho, según un reporte de la agencia Bloomberg, los mexicanos son de los segundos en el mundo que mayor porcentaje de su sueldo gastan en gasolina. Además, el aumento ha sido también indirecto, ya que el aumento de los combustibles impacta inevitablemente sobre todo el resto de las mercancías. En la década de los años noventa, el gobierno inició su política de subsidios al petróleo. La gran paradoja mexicana es que Pemex –– exportaba petróleo, pero importaba gasolina– dado que las refinerías en el país no se daban abasto.
De hecho, México en 2016 fue el segundo importador mundial de gasolina, sólo detrás de Estados Unidos y por encima de países como Singapur, Corea del Sur u Holanda. Dado que el gobierno tenía el monopolio sobre el negocio del petróleo, era potestad del Ejecutivo anunciar periódicamente los precios de la gasolina. Peña Nieto se mostró orgulloso de su plan de quitar subsidios lo explicó como una medida a favor del medio ambiente. Sin embargo, el Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el Caribe, asegura que la reforma energética “es en beneficio de las empresas petroleras que tendrán oportunidad de generar ganancias a su favor.
Un ejemplo del resultado de esta reforma en la población se pudo observar en marzo de 2018, José Antonio Meade el candidato de Peña Nieto fue abucheado y recibió chiflidos y mentadas de madre luego de que intentara defender el “gasolinazo” de 2017. Muchos se mantuvieron silenciosos y fríos, otros abandonaron el recinto. La presentación de Meade era el broche de oro serí evento de Omnilife en el Estado Akron. Ahí, con Jorge Vergara, dueño y director de la empresa, Meade quizo hacer el salto mortal: defender el gasolinazo. Apenas trató de justificar el incremento de precios con los mismos argumentos que usara Peña Nieto en enero del 2017, y la gente empezó a chiflar, a mentarle la madre y a gritarle “¡Fuera!, ¡fuera!” Otros, simple y sencillamente, se levantaron y se fueron del estadio que, con trabajos, estaba a un tercio de su capacidad. Vergara, como maestro sustituto de secundaria, intentó callar a sus empleados pidiéndoles orden y que lo dejaran hablar, pero el daño ya estaba hecho. Meade con trabajos terminó sus argumentos, agradeció y se volvió a sentar. La incapacidad para medir el impacto del aumento a las gasolinas en amplios sectores de la población tuvo su costo en la votación que recibió el PRI en las elección presidencial y en la selección de su candidato a la presidencia de la República.