Pablo Cabañas Díaz
La única película que dirigió Adolfo Best Maugard (1891-1964) fue censurada por atentar contra las buenas costumbres de la sociedad. La mancha de sangre, filmada en 1937, se consideró un atentado a la moral pública durante el sexenio de Lázaro Cárdenas y por lo tanto prohibida, pero en 1943, con Manuel Ávila Camacho en la presidencia, la cinta fue editada y las escenas más escabrosas fueron suprimidas para no ofender el pudor del espectador de la época. Durante más de cincuenta años la cinta desapareció hasta que fue rescatada y restaurada por la Filmoteca de la UNAM para ser exhibida en el Centro Cultural Universitario en 1994.
La temática del filme es cabaretera. El director utilizó actores no profesionales para su película donde destaca la que fuera extra en La mujer del puerto, María Soledad García Corona, la cual fue bautizada por Best Maugard como Estella Inda. La historia narra la vida de la prostituta Camelia (Stella Inda) que se enamora del muchacho provinciano Guillermo (José Casal), pero el “padrote” (H.G. Batemberg) no ve con buenos ojos la relación. En la obra hay negocios poco claros, problemas emocionales y sentimentales, la vida nocturna de los cabarets y lo que sucede en ellos. Sin falsos prejuicios Best Maugard retrata una sociedad enferma donde el pudor no existe.
El set, un cabaret de barriada, fue decorado con pinturas bastante interesantes del propio director, quien realmente era artista plástico. Se tuvieron varias dificultades para encontrar un distribuidor para la obra, sin embargo Felipe Mier, futuro productor y distribuidor de las películas de Tin-Tan, decidió aventurarse a distribuir la obra en 1943, después de esperar varios años y haber sido mutiladas varias escenas, la cinta se estreno en el cine Politeama – antiguo teatro de revista ubicado en José María Izazaga a pocos metros delo que hoy es el Eje Lázaro Cárdenas. Se mantuvo en cartelera cuatro semanas para pasar al olvido durante medio siglo hasta la restauración hecha por la Filmoteca de la UNAM.
Emilio García Riera en el tomo I de su Historia documental del cine mexicano apunta que años antes de su estreno comercial René Capistrán Garza, en un artículo de la revista Cine de diciembre de 1938 alaba la obra, pero señalaba que “desde el punto de vista moral resultaba inadmisible”. Salvador Elizondo recordaba en 1961 “este film, ahora casi olvidado, se convirtió a lo largo de los años en una leyenda, una leyenda secreta que los escolapios del Colegio México evocábamos con terror fascinante: ¡La mancha de sangre! […] Lo cierto es que desde entonces escrutamos afanosamente los pequeños insertos de las carteleras del “circuito” y en los desgarrados tapiales de la colonia Guerrero y Santa María la Redonda buscamos el indicio de esa presencia, ese “bizcocho mojado de té, inútilmente. La mancha de sangre se ha borrado por completo.” Hoy la película se consideraría experimental o de producción marginal . Adolf Mekas autor de Underground Cinema, quien misteriosamente vio la película en 1959 y escribió en la revista Film Culture decía: “Desenterré y vi un interesante largometraje pornográfico, La mancha de sangre. Es mala como película y peor como pornografía.”