Para Arturo Martínez, coordinador de este proyecto es fundamental la recuperación de los valores ideológicos de la izquierda mexicana y sobre todo de los principios y fundamentos ideológicos marxistas que en este momento están ausentes de los postulados y fundamentos de Morena. A Morena “ni falta le hace reivindicar los postulados y las luchas de los movimientos integradores de lo que hoy ellos ostentan como izquierda mexicana”, refirió el ex dirigente del Partido Comunista Mexicano.
Los retos y desafíos de las izquierdas en México se pueden identificar desde finales del siglo XX, con la decadencia del sistema político mexicano; el desgaste de la figura presidencial; la crisis del sistema de partidos; la partidocracia; la crisis de representación popular; la insensibilidad de la clase política hacia las demandas sociales y económicas aún no resueltas; la corrupción; la impunidad; el bajo nivel de confianza en las instituciones; la inseguridad; el crimen organizado; así como el poco interés en la política de la ciudadanía.
Frente a los grandes cambios mundiales acaecidos en el último cuarto de siglo XX –la caída del bloque socialista, la revolución técnico-científica y sus consecuencias sociales, políticas y económicas, los procesos de globalización y la expansión financiera neoliberal, contribuyeron al ascenso de los gobiernos de giro a la izquierda en América Latina y al triunfo de Morena en 2018. La derrota electoral en las elecciones del 2018 del PRI y del PAN y de sus prácticas comunes de autoritarismo, corporativismo y clientelismo. Sin embargo, con el triunfo de Morena se han recrudecido las condiciones sociales y económicas de aguda polarización social y ausencia de rumbo que ya Pablo González Casanova identificaba desde 1965, como los obstáculos de México para avanzar hacia la democracia.
Una sociedad democrática presupone la existencia de mecanismos políticos idóneos para la crítica para poder crear y desarrollarse según su propia iniciativa. Por otro lado, admite la necesidad de educar a los ciudadanos para ejercer la ciudadanía y para participar de manera activa y protagónica en la gestión pública del Estado. En una sociedad democrática, los derechos y libertades inherentes a la persona, sus garantías y el Estado Social y Democrático de Derecho y Justicia, componen, definen, complementan y dan sentido y función al sistema político, al sistema de gobierno y a las fuerzas sociales que giran en torno de ella. Ella se valdrá para frenar las tentaciones autoritarias y los excesos de quienes gobiernan.
Ante este panorama desalentador, entonces ¿qué nos queda? Solo apostar a fortalecer el régimen democrático; reforzar las instituciones de Estado que garanticen la democracia, la seguridad y el desarrollo social; fomentar una cultura política que permita la reflexión sobre el futuro de la democracia mexicana del siglo XXI.
