Pablo Cabañas Díaz.
Los “expertos” en relaciones internacionales que tuvieron importantes posiciones políticas en el sexenio de Enrique Peña Nieto y ahora ocupan puestos “académicos” en universidades privadas, se han convertido en estaciones de radio y televisión de la ciudad de México en severos críticos de la actual política exterior. Estos “expertos” omiten múltiples hechos de corrupción de los fueron testigos e incluso participes . Entre 2012 y 2018 , la política exterior se volvió un lucrativo negocio. En 2019, se publicó en la revista Foro Internacional del Colegio de México un artículo titulado: “Los factores internos y externos en la política exterior mexicana (2012-2018)”: en el que Jessica L. de Alba Ulloa y Rafael Velázquez Flores reseñan que “se pidió a todas las representaciones de México en el exterior promover una imagen positiva del país”. Para cumplir con éxito esa estrategia en enero del 2016, Peña Nieto, viajó a Arabia Saudita para reunirse con el rey Salman bin Abdulaziz, a quien concedió la orden del Águila Azteca. Todo esto mientras el embajador mexicano José Arturo Trejo Nava manejaba con éxito una licorería, que estaba en la sede de la embajada de México en Arabia Saudita entre el 2007 y el 2016.
Trejo Nava, valiéndose de la ley internacional que le permitía consumir alcohol en la embajada para eventos especiales, mandó traer contenedores, lo que le supuso una fortuna durante 11 años. Lo hizo con total impunidad traficando botellas de vodka, ron, tequila y whisky. Las penas a las que se podía enfrentar cualquier extranjero que hiciera ese negocio van desde azotes, prisión e incluso la pena de muerte. Pero no le pasó nada porque, mientras vendía el alcohol en el mercado negro saudí, el mexicano fungía como embajador. Fue un escándalo que los altos funcionarios de carrera de la secretaría de Relaciones Exteriores mantienen oculto.
La embajada fue conocida por un pequeño círculo de la élite saudí como la licoreria más prolífica y basta de Riad la capital de Arabia Saudita . Trejo Nava fue retirado de su cargo el 25 de agosto del 2016, y enviado a la representación de México en Rumania. No hubo suspensión, destitución y mucho menos una sanción económica, como lo establece la ley del servicio exterior: “En todos los casos de destitución el sancionado quedará inhabilitado para reingresar al servicio exterior o desempeñar algún puesto, cargo o comisión temporal en el mismo”, señala el artículo 58 de esta ley, dejando en claro que Trejo Nava fue protegido por las más altas autoridades de la cancillería. Su rápida designación como embajador de México en Rumania fue una muestra de que era protegido desde los niveles más altos de Relaciones Exteriores. A la fecha, queda la duda sobre quien instruyó su promoción como embajador en Rumania y lo más importante sobre quien se benefició del lucrativo “negocio” de Trejo Nava en la secretaría.