Pablo Cabañas Díaz
En 1988, Leon Wieseltier redactor de la revista norteamericana The New Republic, molesto por el apoyo que Carlos Fuentes le dio al gobierno de Nicaragua y convencido de que el afamado escritor representaba el ideal progresista, envía a un representante a México para buscar a quien pudiera escribir un libelo. Llega a la revista Vuelta, dirigida por Octavio Paz, y se encuentra con Enrique Krauze quien redacta el ensayo -libelo, aparece en el número 139 de junio 27 de 1988 de la revista que dirigía Paz y en inglés en el número 27 de The New Republic de la misma fecha, ocasionó una multitud de críticas nacionales e internacionales en contra de Krauze .
Esin duda alguna, el hoy director de la revista “Letras Libres” crece gracias a los epítetos con los que enjuició la obra y la persona de Fuentes. Tuvo en Fuentes su ascenso al poder. La animadversión que le tenía venía de años. En Excélsior el 29 de marzo de 1976 aparece una entrevista en la que respondió: “Terra Nostra, de Carlos Fuentes, es un libro escrito para el partido (el PRI), no para el público.” En ese momento Fuentes era embajador de México en Francia. La pugna entre el joven “historiador” y el afamado escritor daba inicio.
En noviembre de 1981, en el número de aniversario de Vuelta, Krauze desafiaba de nuevo a Fuentes y exponía: “Dudar de los dogmas y santones aún de los legítimos de la historia contemporánea.”
En julio de 1988, Adolfo Aguilar Zínser comentó que el “historiador” había publicado en la revista norteamericana The New Republic, una reseña de “Gringo Viejo. Con esa reseña Krauze buscaba “nuevos interlocutores” a quienes poder representar en Washington. Terminaba su texto señalando “que el ideal democrático norteamericano era también el latinoamericano” y remataba: “Carlos Fuentes ha reconocido que sus opiniones políticas son elementales y dogmáticas. Su literatura es brillante pero falta de sustancia. Ha creado un personaje extraordinario: Carlos Fuentes” .
En la “Comedia Mexicana de Carlos Fuentes”, Krauze enjuició al autor por su “adhesión al régimen echeverrista, su toma de partido por la revolución sandinista, sus actitudes históricas y su visión distorsionada de la realidad.” El hecho motivó que el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal como respuesta a la crítica de Krauze ofreciera a Fuentes la “Orden Rubén Darío”. En 2012, Alfonso González, en la revista de la Universidad de México mencionaba que: “Krauze se empeño por desacreditar la obra de Fuentes. La animadversión que existía entre las dos grandes figuras de la literatura mexicana de la segunda mitad del siglo XX: Octavio Paz y Carlos Fuentes fue explotada por Krauze quien pudo vivió por años de esa pugna, que le dejo dinero y fama.