jueves, abril 25, 2024

OTRAS INQUISICIONES: Grandes maestros: Rodolfo Halffter

Pablo Cabañas Díaz.
Rodolfo Halffter (1900-1987) repartió su vida entre España y México. Nació en Madrid en 1900 y vivió en México desde 1939 hasta su muerte en 1987. En México, escribió la mayor parte de su obra, desde el Concierto para violín (1939-1940) hasta su ensayo para percusionistas Paquilitzli (1983). Desde su llegada a México inició una importante actividad docente, primero en la Escuela Nocturna de Música y posteriormente en el Conservatorio Nacional, en donde tuvo como alumnos, entre muchos otros, al director Luis Herrera de la Fuente, Eduardo Mata, Mario Lavista y Arturo Márquez. A Halffter se debe, entre otras cosas, la enseñanza de la música serial en México, o sea del estilo musical iniciado por compositores como  Arnold Schoenberg.
Compuso en México lo esencial de su obra. Una de sus primeras composiciones fue el Concierto para violín y orquesta. La semilla de la obra fue plantada en París en 1937, en una de las visitas que hizo Halffter a la capital francesa durante la guerra civil española. Tal como relata José María Álvarez, “una dama parisina presentó a Halffter al violinista norteamericano Samuel Dushkin, para quien Igor Stravinsky escribió en 1931 el Concierto en re para violín. Halffter y Dushkin se hicieron buenos amigos en 1939; cuando el compositor español viajaba hacia México, Dushkin le envió un radiograma al barco invitándolo a que compusiera un concierto. Halffter terminó la obra en 1940, y en enero de 1942 fue ejecutada por la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la dirección de Carlos Chávez”.
Halffter compuso la suite del ballet Don Lindo de Almería para el libreto de José Bergamín, quien originalmente pretendía llevarlo a la escena coreográfica española con música de Manuel de Falla y decorados de Pablo Picasso. La obra, en su modalidad de ballet, no se estrenaría en la España. No fue sino hasta 1940, recién comenzado su exilio mexicano, cuando Halffter y Bergamín lograron presentarla en el Teatro Fábregas en la ciudad de México, con escenografía del pintor Antonio Ruiz y una improvisada compañía de danza integrada para ese fin por Ana Sokolov.
Las circunstancias que rodearon el estreno del ballet Don Lindo de Almería, según rezaba el programa del estreno en el Teatro Fábregas el martes 9 de enero de 1940, constituyen un episodio importante en  la vida de Halffter en el exilio, a la que él mismo concedía un significado especial por cuanto suponía una tarjeta de presentación ante el público mexicano y, además, su incorporación “formal” al ambiente cultural de este país. Con la bailarina y coreógrafa estadounidense Ana Sokolov —discípula de Martha Graham, a quien conocieron poco después de su arribo—, Halffter y Bergamín iniciaron los planes para montar la obra. De aquellas gestiones —recordabaHalffter— partieron las iniciativas que darían lugar no sólo al establecimiento de una compañía —que en aquella ocasión se presentó con el nombre provisional de Grupo Mexicano de Danzas Clásicas y Modernas (después tomaría el poético nombre de La Paloma Azul)—, sino también al posterior florecimiento del movimiento dancístico mexicano.
La prensa especializada recogió buenos comentarios, en El Universal, Jesús Bal y Gay destacaba el “escrupuloso” cuidado con que estaba escrita la obra y ponderaba las cualidades del compositor: economía de material sonoro, desinterés por los desarrollos profusos, vocación por la música “esquemática” y “angulosa”. Halffter no parece, “al menos hasta ahora —escribía Bal—, afecto a las formas grandes, a la técnica amplia de trazo y generosa de materia”. Tras la primera representación, no faltó, sin embargo, quien se empeñara en atribuir a la obra pretensiones de ridiculizar sentimientos de  la religiosidad. Como bien se sabe, las acometidas de la prensa conservadora eran cotidianas en contra de los republicanos españoles, y la obra les servía para una nueva oportunidad de ataque. Pero el escritor reaccionó al día siguiente. Junto a los programas de mano hizo repartir una nota conminando a los espectadores a no dejarse embaucar por cronistas de mala fe y propagandas “tendenciosas” y “políticamente interesadas. La vida de Rodolfo Halffter fue plena en México de  recibió el Premio Nacional de Artes y Letras (1976) y el Premio Nacional de Música de España (1985).

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