Pablo Cabañas Díaz.
Felipe Camino Galicia de la Rosa, más conocido como León Felipe (1884-1968), fue un poeta español exiliado en México. El nombre de León Felipe, fue con el que se consagró uno de los grandes poetas de lengua española, y que hoy en día es poco conocido, a pesar de ser uno de los autores más importantes del siglo pasado. Estudió el bachillerato en Santander y la carrera de Farmacia en Valladolid y Madrid, la cual abandonó para dedicarse durante varios años a la actuación teatral con la compañía itinerante de José Tallaví. Cultivó la vida bohemia y pasó tres años en la cárcel, acusado de desfalco. Fungió como administrador de hospitales en la Alcarria y en la Guinea Española. Vivió durante algún tiempo en los Estados Unidos, donde fue lector e instructor de español en varias universidades estadounidenses.
En 1922 viajó a México; con el apoyo de Alfonso Reyes participó en el ambiente intelectual mexicano en donde realizó trabajos de bibliotecario en la ciudad de Veracruz. Regresó a España al inicio de la Guerra Civil; fue militante republicano hasta 1938. Con el arribo al poder de Francisco Franco salió en 1949 de España para radicar definitivamente en México con su esposa, la maestra Berta Gamboa. Fue agregado cultural de la Embajada de la República Española en el exilio, la única reconocida entonces por el gobierno mexicano. Después de la Segunda Guerra Mundial residió por breve tiempo en Argentina y Uruguay dando cursos y conferencias. Con Jesús Silva Herzog, Bernardo Ortiz de Montellano y Juan Larrea en 1942 fundaron la revista Cuadernos Americanos. Publicó en México la mayor parte de sus libros. Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, portugués e italiano.
Su hondo sentimiento de justicia lo llevó a escribir poesía revolucionaria en forma de proclamas con versos sencillos y libres de acento mágico y misterioso que fue lo que caracterizó su obra. De las experiencias de la guerra y del exilio nacen libros como La insignia, El payaso de las bofetadas y El hacha, cuyos versos intimistas reflejan el drama de su patria, el triunfo de la ilegalidad, la injusticia y la opresión, temas que estrujaron honda y dolorosamente su entraña de hombre limpio y sensible. La voz poética de Español del éxodo y del llanto lleva un acento combativo, de humanismo fundido con elementos anarquizantes. Su poesía, a veces ruda, se levanta en clara rebeldía contra la tiranía, el abuso y la falta de solidaridad. El gran responsable, El poeta prometéico y Ganarás la luz son libros en los que se expresa como un místico rebelde a favor de los parias del mundo, cuyo verbo expresa una épica personal.
A los 80 años escribe el libro ¡Oh este viejo y roto violín!, conformado por poemas de búsqueda y ensoñación, de angustia por un destino incierto y luminosos guiños de esperanza de la ternura de un Dios amoroso al final de un largo ciclo de muerte y renacimiento. Por su tono enérgico, de proclama y arenga casi religiosa, y su vehemente canto a la libertad, su obra suele asociarse a la de Walt Withman, del que fue traductor. Entre sus obras de teatro destacan El juglarón y las paráfrasis de las obras de William Shakespeare, Macbeth o el asesino del sueño y No es cordero… que es cordera. Su obra –poesía, prosa y teatro– fue escrita “desde el nivel exacto del hombre”, con sinsabor político, moral y religiosa.