jueves, marzo 28, 2024

OTRAS INQUISICIONES: Grandes maestros: Ángel Zárraga

Pablo Cabañas Díaz.

Ángel  Zárraga Argüelles (1886-1946), desde muy joven dibujaba retratos y caricaturas. Sus dibujos y versos fueron impresos en la Revista Moderna en los años 1902 y 1903, época en la que se gestó la llamada generación del Ateneo de la Juventud, junto a la producción de Luis G. Urbina, Amado Nervo y José Juan Tablada, quien fuera su permanente y entusiasta crítico.

Muy joven, se inscribió a la Academia de San Carlos y con el apoyo de su padre, en 1904 se embarcó en el puerto de Veracruz rumbo a  París, tenía 18 años. De inmediato se sumergió en el mundo de los museos y galerías, de Francia viajó a Bélgica, donde pintó un año sin descanso en Bruselas. Después se dirigió a España, cuyo ambiente artístico y humano ejerció sobre él una poderosa y perdurable influencia.

En 1906 expuso por primera vez, en una muestra colectiva en el Museo del Prado. Tras recorrer España, expuso de nuevo en Madrid, en el Salón de los Independientes. Volvió a México, para mostrar a su padre lo que había trabajado y agradecer a Justo Sierra, en aquél entonces ministro de Educación, la pensión que le otorgó por dos años, así, el 6 de noviembre de 1907 exhibió por primera vez en su país, en la Academia Nacional de Bellas Artes en la que expuso veinte telas pintadas en España y cinco en México.

Posteriormente viajó por Italia dos años y en octubre de 1909 expuso en el Salón de la Plaza Donatello en Florencia, y en abril del año siguiente fue invitado a tomar parte en una colectiva internacional presentada en Venecia, junto con Zuloaga, Valentín Zubiarre y Giorgio de Chirico, donde expuso la obra Alegoría de otoño, adquirida por el gobierno mexicano en 1911. Antes, entre 1909 y 1910 se presentó en la exposición internacional de Münich, el Salón Nacional de París y en Nantes, Venecia y Lieja.

A finales de 1910 regresó a México y realizó su segunda exposición en la Academia de San Carlos, cuya inauguración estuvo a cargo de su padre, el doctor Fernando Zárraga y de personajes eminentes como Justo Sierra y Antonio Rivas Mercado. La prensa de la época destacó el acto como “un verdadero acontecimiento artístico”.

Después de un breve retorno a Toledo y Florencia, se instaló en París donde trabajó los siguientes 35 años. Debido al derrumbe en la segunda guerra mundial del mercado internacional de arte, se quedan sin sus patrocinadores y cae en una depresión. Regresó a México en 1941, donde pintó murales en el Club de Banqueros.

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