martes, mayo 14, 2024

OTRAS INQUISICIONES: El destape de Colosio

Pablo Cabañas Díaz.

La selección del candidato presidencial del PRI para el sexenio 1994-2000, en noviembre de 1993, se efectuó en el más puro estilo presidencialista. Luego de la experiencia de 1987, en la cual fueron presentados a la opinión pública los “seis distinguidos priístas” precandidatos a la candidatura presidencial, a fines de 1993 se esperaba la puesta en marcha de un proceso de selección El desenlace fue otro. Una parte de la explicación estriba en el descontento producido por la fuerte injerencia del presidente en la vida interna del PRI.

Desde principios del sexenio, el ambiente era de fuerte incertidumbre. A finales del sexenio, la tensión se acrecentó por dos razones: la decisión de retrasar la designación del candidato sin indicar fecha precisa, por un lado, y el procedimiento para ello utilizado, por otro. Los dirigentes nacionales del PRI se hacían eco del presidente de la República y declaraban que la designación de su candidato sería entre diciembre de 1993 y enero de 1994, pero la realidad fue diferente. Una vez aprobado el Tratado de Libre Comercio (TLC) y presentadas las comparecencias de Pedro Aspe (secretario de Hacienda) y Manuel Camacho (jefe del Departamento del Distrito Federal), el nombre del candidato presidencial (destape) se dio a conocer sorpresivamente y sin intervención de la jerarquía priísta, el 28 de noviembre de 1993. La octava Convención Ordinaria del PRI, efectuada el 8 de diciembre de 1993, formalizó a su vez la candidatura presidencial de Luis Donaldo Colosio.

Al conflicto chiapaneco, se sumó a la fractura producida en el PRI debido las derrotas electorales sufridas por ese partido durante el sexenio presidido por Carlos Salinas y a la ruptura provocada por la designación del candidato presidencial. En pleno proceso electoral se dejó ver la lucha interna entre los partidarios del candidato presidencial, los seguidores del aspirante no favorecido —Manuel Camacho—, los gobernadores marginados y el protagonismo presidencial.

Eso se complicó con el surgimiento de dos nuevas tendencias y, por tanto, de una nueva fractura entre los priístas producida por la guerra de Chiapas: los partidarios de la solución armada, frente a los demandantes de una salida política, es decir, negociada, del conflicto. La violencia había empezado a establecerse como parte de la “lucha política”, pero, sobre todo, venía en su reemplazo.

En esas condiciones, la designación de Luis Donaldo Colosio no podía quedar sujeta al libre juego del partido, pues equivaldría a dejar la decisión en manos de los grupos mejor organizados y fuertes del PRI, insatisfechos a su vez con las acciones del gobierno. Luego del enorme descontento generado en las filas del tricolor debido a los golpes asestados desde la Presidencia de la República, aquella posibilidad se percibía como un modo de frustrar el proyecto modernizador en momentos de auge del grupo salinista.
 

Artículos relacionados