Pablo Cabañas Díaz
En México, los trabajadores informales, especialmente los adultos mayores no cuentan con ninguna prestación hasta ahora, solo se cuenta con la pensión para adultos mayores que otorga el gobierno federal y que se incrementó en el orden de 2 mil 550 pesos a 2 mil 620 en el caso de personas indígenas y que se paga cada dos meses. Hay 8.5 millones de beneficiarios registrados. La vida de los adultos mayores es precaria, porque vivir con mil 250 pesos mensuales, conlleva una existencia en la pobreza, lo que los obliga a buscar empleos informales.
La situación de la informalidad en México, hoy en día nos rebasa, pues más de la mitad de la población económicamente activa (57.8%) se encuentra en un estatus de informalidad. En nuestro país, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Población (CONAPO) la participación en el mercado laboral, según el índice de edad de personas mayores de 65 años ocupa el 27.3 del total de la población económicamente activa12 de estos, un perfil laboral de los trabajadores por cuenta propia indica que 69.5% trabajan en el sector informal o en la agricultura de auto subsistencia, sólo 30.5% labora en empresas y 11% en negocios; de este porcentaje el 13.6% no recibe remuneración alguna ya que se tratan de negocios familiares, el 49.6% de ellos no cuentan El envejecimiento es un fenómeno de mayor impacto en el siglo XXI, aludiendo al aumento de las personas de 60 años y más, debido al incremento de la esperanza de vida al nacimiento y disminución de la natalidad. En el adulto mayor, el mejor indicador de salud es su estado funcional, ya que es vulnerable y susceptible a presentar complicaciones con impacto negativo en sus actividades instrumentales de la vida diaria (usar el teléfono, hacer compras, preparar comida, cuidar de la casa, lavar ropa, usar transporte, ser responsable de su medicación, manejar su economía). El riesgo de perder autonomía y funcionalidad es elevado, por lo que demandará atención y cuidado; lo cual tiene implicaciones en lo individual, tales como autopercepción baja de autoestima y bienestar; generando maltrato, abandono, marginación y mala calidad de vida.
Estos cambios, en conjunto con las enfermedades crónico-degenerativas, limitan la realización de sus actividades, ya que estas condiciones si bien no son letales, son graduales y progresivas, y conducen a la limitación de sus funciones, algo característico del envejecimiento; además restringen su participación social, la cual es muy relevante para el adulto mayor ya que ha consolidado su identidad personal, en la cual las funciones de afecto y cuidado son importantes.
Aunque algunos adultos mayores reciben una pensión remuneratoria por los servicios que prestaron a diversas instituciones, empresas, etc.; esta no es suficiente para poder cubrir los gastos propios de la edad o simplemente los necesarios para poder llevar una vida sin preocupaciones. Sin dejar de lado a las abuelas que no reciben remuneración alguna por el cuidado de los nietos y de los hogares, cuyos jefes de familia trabajan el día entero. Como nos podemos dar cuenta, el porcentaje que nos da CONAPO hace notoria la necesidad que tienen los adultos mayores de seguir laborando a pesar de la edad con la que cuentan, además de los impedimentos y dificultades propios de la edad. Lo que se agrava cuando de acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), en México, 16 por ciento de los adultos mayores sufre rasgos de abandono y maltrato, mientras que el 20 por ciento de ellos vive en soledad, no sólo olvidados por el gobierno y la sociedad, sino también por sus propias familias.