Pablo Cabañas Díaz

En México las ideas monárquicas fueron una importante corriente política, de 1864 a 1867 periodo en el que Maximiliano de Habsburgo estuvo al frente del gobierno. La memoria liberal del siglo XIX representaba en José María Gutiérrez Estrada a un personaje servil y ridículo, ofreciendo en 1863 a Maximiliano, archiduque de Austria el trono de México.
Maximiliano, Tomás Mejía y Miguel Miramón fueron condenados a muerte el 14 de junio de 1867, conforme a la “Ley para Castigar los Delitos contra la Nación, el Orden, la Paz pública y las Garantías individuales” que el presidente Benito Juárez expidió el 25 de enero de 1862. La ejecución, se había ordenado para la tarde del día 16 de junio con objeto de que los sentenciados tuvieran algún tiempo para arreglar sus asuntos debió posponerse por órdenes a la mañana del 19 de ese mes. A las siete y cinco minutos de la mañana del 19 de junio de 1867, fueron simultáneamente fusilados el Emperador de México, y sus generales Miramón y Mejía, en el Cerro de las Campanas, Querétaro, por las tropas al mando del general Jesús Díaz de León.
Sin esta decisión, el fusilamiento de Maximiliano, el presidente Juárez hubiera sido como tantos otros políticos mexicanos. Los mismos que hoy rinden pleitesía a Donald Trump. Pero -como bien señala Enrique González Pedrero-, ni México sería México, ni Benito sería Juárez. El mismo Maximiliano lo dijo, según lo recuerda María Teresa de Borbón en su breve texto “Encuentro de dos liberalismos: similitudes y diferencias”, cuando las tropas francesas parecían triunfadoras y Maximiliano invitó a Juárez a reconocerlo como emperador el presidente Juárez señaló: “Hay una cosa, señor, que la perversidad de los hombres no puede modificar… el fallo terrible de la historia”.
La diferencia, nos dice González Pedrero entre el liberalismo avanzado, social, de Maximiliano y el liberalismo individualista de los hombres de la Reforma, radicaba en que Juárez y la generación de la Reforma hincan sus raíces en la realidad mexicana, mientras que las ideas del imperio son, tal vez, ideas más acabadas, europeas fundamentalmente, pero se encuentran ausentes de una realidad . Los restos del último Emperador fueron llevados al Hospital de San Andrés, en la Ciudad de México; y luego embarcados en Veracruz en el buque Novara con rumbo a Europa, e inhumados en el sepulcro imperial de la iglesia de los Capuchinos en Viena.