jueves, abril 18, 2024

OTOÑO DE SORPRESAS Y FALTANTES

Norma Meraz

Memoristas y desmemoriados se llenaron la boca hablando del aniversario del 2 de octubre de 1968 varios días previos a esta fecha.
Tuvieron que ocurrir dos manifestaciones con plena libertad de acción por parte de numerosos vándalos destruyendo edificios, comercios librerías y monumentos, mientras los elementos de la policía de la Ciudad de México se encontraban resguardados en sus cuarteles –dejando a los ciudadanos sin protección– “para no reprimir”, según el Presidente Andrés Manuel López Obrador, para finalmente tomar conciencia de que los cuerpos de seguridad son precisamente para resguardar el orden sin necesidad de reprimir a los reventadores encapuchados. Pero en estos casos previos a la manifestación del 2 de octubre la policía jamás tuvo presencia siquiera. Y es que esas fueron las instrucciones de la jefa de Gobierno de la Ciudad, Claudia Sheinbaum y del propio Presidente López Obrador.
Ante la exigencia de la sociedad de que la policía debe tener presencia e inhibir la violencia en estos eventos, las autoridades deciden finalmente “diseñar” protocolos especiales.
¡Caray! Se nota que son nuevos en el ejercicio del poder. Las instituciones y los cuerpos de seguridad cuentan con protocolos específicos para actuar en cada caso en el que se necesite su intervención.
En esta ocasión hasta habilitaron a más de dos mil trabajadores del gobierno de la ciudad capital para formar “cinturones de paz” que complementaran las líneas de policías para detener a los vándalos.
Y ocurrió lo esperado: los encapuchados a quienes, según López Obrador, no se les iba a permitir portar capuchas y tapabocas negras, empezaron a agredir al “cinturón de paz”, pintándoles las playeras blancas que portaban —hombres y mujeres— para distinguirse a modo de uniforme y terminaron despojándose las camisetas inservibles.
Todavía el Presidente de la República, con la candidez de un abuelo bonachón, recomienda a los padres de esos vándalos que los regañen para que se porten bien. ¡Qué iluso! Igual que cuando que cuando hace un llamado a los criminales, para que no asesinen o torturen o secuestren para no ocasionar preocupaciones y dolor a sus progenitores.
Quizá esas recomendaciones funcionaron en las familias del siglo XIX; hoy vivimos en pleno siglo XXI.
Por otra parte, no acaban de sorprender las afirmaciones incomprobables que el Jefe del Ejecutivo esparce cada mañana acerca de temas diversos, incluso imprecisiones y compromisos a futuro como ofrecer datos exactos en el caso del ahorro por el combate al huachicol; la certeza, en cuanto a existencias suficientes de medicamentos, para cubrir las necesidades del sistema de salud pública —caso de la medicina contra el cáncer en niños–; también seguimos en espera de los resultados de los estudios médicos realizados a su persona hace más de dos meses y que se comprometió a exhibir a la prensa; entre otros más. Ha prometido cubrir compromisos económicos con lo que resulte de la venta del avión presidencial, sólo que la nave sigue en Estados Unidos pagando miles de dólares de “estacionamiento”, y aún no hay quien lo compre, Sin embargo, tendría que venderse tres veces cuando menos para cubrir los compromisos del Presidente.
Un problema latente en el país, que cada día crece y se complica, es el referente a las oleadas de migrantes que siguen llegando a la frontera sur y que exigen los dejen transitar libremente por todo el territorio hasta la frontera con Estados Unidos. Numerosos enfrentamientos se han registrado ya en Tapachula, Chiapas, entre personal del Instituto Nacional de Migración, la Guardia Nacional y los migrantes provenientes de África, el Caribe, Centro y Sudamérica.
La política migratoria de puertas abiertas de López Obrador, de principios de este año, tuvo que recular fijando ordenamientos de control cuando el Presidente Donald Trump presionó a México a cambio de no aplicar ciertos aranceles y, además, lo obligó a recibir a los migrantes que no entran a su país regresándolos a la frontera norte de México, generando esta medida situaciones peligrosas tanto para los migrantes como para los mexicanos que habitan en esa frontera .
Entramos al décimo mes del año y al décimo primero del gobierno de la 4T.
A la fecha no se cuenta con la publicación del censo de personas mayores que recibirán el beneficio de una bimensualidad de 2 mil 200 pesos. Y digo recibirán, porque en algunos municipios del Estado de México, como Naucalpan, Izcalli y Tlalnepantla, no cuentan con las famosas tarjetas para cobrar.
Se desconoce igual el censo de los jóvenes “sembrando el futuro”, no se sabe cuántos han recibido el beneficio de 3 mil pesos mensuales y cuántos se han incorporado a la capacitación, en cuáles empresas o talleres o en cuáles escuelas están estudiando.
Lo que sí sabemos ahora, y eso gracias a organizaciones de “la sociedad civil” a las que tanto critica y descalifica el Presidente López Obrador es cuantos individuos y/o empresas fueron beneficiados por otros gobiernos, condonándoles cantidades millonarias de impuestos.
Esta medalla no es de la 4T, como lo expone el Presidente. Es trabajo de organizaciones que durante años investigan y aportan información de desvíos en el ejercicio del poder y que litigan ante las instancias competentes que se hagan públicos esos “privilegios”.
La temporada de otoño es una época en la que la naturaleza nos regala la belleza de nuevos colores terracota, rojos, dorados y cafés, para luego abandonar el paisaje; los árboles se desprenden de la hojarasca que ya no le es útil quedando desnudos para luego volver a vestir ropajes nuevos.
Así debiera hacer el gobierno, igual que el otoño, despojarse de lo inservible para más tarde ¡renovarse y vivir!
¡Digamos la Verdad!

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