NAUCALPAN, ESTADO DE MÉXICO.- Luego de que Donald Trump aplicara severas medidas migratorias y deportara a cientos de migrantes, miles de ellos, los cuales ya se encontraban desde antes en México, ahora buscan asilo en este país.
Migrantes de distintas nacionalidades buscaban una cita del programa CBP ONE, para pedir refugio en Estados Unidos, pero luego de que el sistema fuera cancelado por el nuevo gobierno estadounidense, los migrantes están llegando a las oficinas de la Comisión Mexicana de Ayuda a refugiados (COMAR), ubicadas en Naucalpan, Estado de México.
Las oficinas de la Comar en Naucalpan rebosan de migrantes, especialmente venezolanos y cubanos, que intentaban pedir asilo en Estados Unidos para escapar de la pobreza, la violencia y persecuciones políticas. El trámite de refugio en México implica varios días de espera.
Debido a la alta demanda, algunos incluso pasaron la noche al exterior de las instalaciones, mientras hacían fila para ser atendidos.
Personal de la COMAR informo que en promedio están recibiendo 500 registros por día, y quienes obtiene asilo tienen derecho a un permiso para trabajar legalmente en México, así como también derecho a recibid servicio médico.
Es de mencionar que de los migrantes que han sido deportados desde Estados Unidos, a nuestro país únicamente están ingresando mexicanos, luego de que la presidenta Sheinbaum le prohibiera a Trump el ingreso a ciudadanos de otras nacionalidades, pues considera que cada quien debe ser deportado a su país de nacimiento.
Cuando el presidente Donald Trump cerró las puertas de Estados Unidos a los solicitantes de asilo, la cubana Arianne Domínguez sintió un “tiro en el corazón”.
Sin motivación para desandar el camino, muchos migrantes como ella buscan ahora refugio en México.
Desde Tapachula, en la frontera sur, hasta Tijuana, en el límite norte, pasando por Ciudad de México, cientos de extranjeros intentan iniciar una nueva vida tras el portazo de Trump.
Domínguez, de 24 años, vio esfumarse su ilusión y la de su familia en Cuba cuando el magnate republicano, ni bien tomó el poder el pasado 20 de enero, eliminó la aplicación móvil CBP One, que permitía a los migrantes programar citas de asilo remotamente.
“Me quedé en shock, pensé después en mi familia que estaba en Cuba y que estaba deseando que yo pudiera llegar a Estados Unidos”, dijo la joven a la AFP frente a una oficina de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) en Naucalpan, suburbio capitalino.
La presidenta Claudia Sheinbaum dejó abierta la posibilidad esta semana de activar un programa especial de refugio si hiciera falta. Mientras, se comprometió a dar protección humanitaria a los extranjeros deportados por Estados Unidos y repatriarlos -si así lo solicitan- en coordinación con sus respectivos gobiernos.
Durante el trámite de refugio, algunos han pasado días a la intemperie o en tiendas de campaña; otros se apuntan en listas de espera que organizan los propios migrantes.
En los edificios aledaños, algunos letreros ofrecen trabajo: “¿Sabes manejar? Tenemos un lugar para ti como chofer”. Frente a las filas, un venezolano vende tequeños (arrollados de queso), mientras vecinos ofrecen alimentos y baños a quienes esperan turno para regularizarse.
En la sede de Comar en Tapachula, Chiapas (sur), también hay largas colas de migrantes que buscan refugio ante la mirada de militares que resguardan el lugar. Muchos tenían citas confirmadas en CBP One, como el cubano José Ricardo Moreno, quien debía presentarse en un puerto fronterizo estadounidense el 2 de febrero.
“Estamos aquí todavía a ver si podemos trabajar (…) o hacer vida, la cosa no está buena”, comenta Moreno, de 60 años, quien viaja con su esposa y una hija de 22. “México nos ha acogido, nos ha abierto la puerta y tenemos la posibilidad de trabajo”, dice su compatriota Janqui Martín, médico de 43 años, quien dejó en la isla a su esposa y una hija de 12 años. Dice que está cansado de emigrar.
Para aquellos que se quedaron varados en la frontera con Estados Unidos, intentar cruzar sin papeles no es una opción por la ofensiva antiinmigrantes de Trump, quien ordenó reforzar la zona con 1,500 militares.
Durante su primera semana de gobierno, el mandatario estadounidense deportó a miles de migrantes a Guatemala, México, Colombia y Brasil, aunque en el caso mexicano las cifras están dentro del promedio normal. “No correría ese riesgo. He tomado muchos riesgos, he pasado muchas cosas, creería que pasar ilegalmente no es recomendable”, dice Shakira Chaparro, venezolana de 29 años.
“La mejor opción es quedarse acá, buscar el modo de que tengamos un permiso de estar un tiempo o nos devolvemos a nuestro país”, añade la joven a las afueras de un albergue en Tijuana, muy cerca del país hacia donde apuntaban sus sueños.
AM.MX/fm