Adrián García Aguirre / Cdmx
*El mito cuenta que habrían arribado a Tenochtitlan.
*Procedían de un lugar situado en territorios del norte
*No se ha logrado localizar con exactitud su ubicación
*Con el tiempo se convirtieron en un poderoso imperio.
Una de las culturas prehispánicas que más logró destacar antes de la llegada de los españoles a México y su posterior conquista, fue la de los mexicas; sin embargo, estos pobladores llegaron a Tenochtitlan, de otro sitio, tras dos centurias de peregrinar.
Este lugar era llamado Aztlán, o al menos, esos son los registros que se tienen, entendiéndose que este lugar se encontraba al norte de México; sin embargo, no se ha logrado descifrar con exactitud la ubicación.
Todas esas imprecisiones han abierto la posibilidad de pensar que el lugar no existió y, por el contrario, el grupo que después de convertiría en la civilización mexica, siempre habitando la cuenca del valle de México.
Así lo planteó el investigador emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Eduardo Matos Moctezuma, en su ensayo Entre Aztlán y Tenochtitlán.
Al conmemorarse el 43 aniversario del hallazgo del monolito de la diosa Coyolxauhqui en el Templo Mayor de la capital mexicana en 2021, Moctezuma habló sobre la relevancia que el mito ha tenido en la construcción de la historia oficial del país.
A tal grado que el mito ha quedado plasmado en la bandera de México, y sea cual sea la interpretación, afirmó que el suceso trascendió gracias a un proceso de mitificación con la finalidad de demostrar “que antes de la fundación de Tenochtitlan en 1325, hubo toda una historia de la cual ellos mismos fueron protagonistas”,
Aunque otro de los objetivos pudo haber sido borrar un pasado problemático e, incluso, sujeto al poderío de otros señoríos que habitaron en la región: “El mito fundacional de Tenochtitlan –dice Matos- asegura que un grupo de peregrinos vino en la búsqueda del lugar preciso para el establecimiento de la ciudad”.
Éste estaría marcado por el hallazgo del águila situada sobre un nopal, mientras con una de sus patas sujetaba una serpiente que estaría devorando; sin embargo, antes de encontrarlo, refirieron su establecimiento temporal en Coatepec o “Cerro de la Serpiente”.
El lunes 13 de enero del 2021, el INAH informó sobre el hallazgo de ese cerro, y de acuerdo con la información, la montaña mítica puede estar ubicada en el valle del Mezquital, en el municipio de Ixmiquilpan, Hidalgo; es decir, en una zona próxima a la capital tolteca.
Sin embargo, la mención de la estancia temporal en los testimonios, de acuerdo con Matos Moctezuma, puede tener otro significado, y en ese sentido, los aztecas pudieron ser un grupo sujeto al poderío de Tula hacia los años 900 y 1000 después de Cristo, periodo en el cual dicha sociedad gozó de mayor apogeo.
Además, en este periodo, también debió ocurrir un desacuerdo entre quienes consideraron a Coatepec el punto final de su peregrinaje y las personas que buscaban otro sitio, con mayor prosperidad, para establecerse.
La escisión entre los dos grupos puede estar representada en el mito con la batalla entre Huitzilopochtli, deidad mexica asociada con el Sol, y los 400 surianos que representaban a la oscuridad nocturna.
Aquella victoria del dios principal sobre sus hermanos pudo ser una forma de hacer trascender la decisión de uno de los sectores por continuar con la caminata de los originarios de Aztlán, cuyo significado es “Lugar de garzas” o “Lugar de blancura”.
Posteriormente, el señorío de Azcapotzalco les permitió establecerse en unos islotes del lago de Texcoco, aunque años después serían derrotados por los mexicas, y de esa forma el mito pudo haber sido magnificado para confirmar que fue Huitzilopochtli quien seleccionó ese lugar, en medio de las aguas, para fundar su pueblo.
De acuerdo con Eduardo Matos Moctezuma -multipremiado investigador mexicano no reconocido por el actual gobierno federal-, por medio de la mitificación de las hazañas humanas, las sociedades buscan engrandecer sus pasados y mantenerlos en el recuerdo de sus habitantes y herederos: “No es un rasgo exclusivo de los mexicas, pues se ha repetido en otras civilizaciones y mitos que la historia nos tiene reservados”.