*Delfina, su nombre lo dice, será el títere de Higinio Martínez, y aquellos que se opongan a la voluntad del cacique serán sometidos a doble y hasta triple extorsión. Pero la sociedad organizada de otra manera, se niega a tomar el destino de la República en sus manos, para preservar la patria, el hogar común de los mexicanos
Gregorio Ortega Molina
Los conocidos como partidos políticos de oposición se niegan a aceptar que deben cambiar por dentro y por fuera, no entienden el mensaje de la sociedad, y ésta se muestra reacia a organizarse y tomar el destino político de la República en sus manos, porque son los contribuyentes y los electores el verdadero andamiaje del Estado.
El mensaje fue emitido con los resultados electorales del 2018. Quizá sea necesario repetirlo hasta el cansancio. Andrés Manuel López Obrador resultó presidente con 53.19 por ciento del sufragio, pero sólo con 30.11 millones de votos de un padrón de 80 millones. Las cifras reales y los porcentajes son un engaño, porque la voluntad de 50 millones de electores tiene otros datos, que no coinciden con las propuestas de Morena ni con las de los partidos tradicionales.
La realidad de los resultados del 4 de junio último en el Estado de México, nos muestran el descenso de AMLO y de los otros partidos, a la hora de sufragar: “PADRÓN ELECTORAL 4,816,991; VOTANTES 2,340,257; DELFINA 1,284,598=53.6% De los votantes=25% del padrón electoral; ALEJANDRA 1,018,043=43.5% de los votantes=21% del padrón electoral; ABSTENCIONISMO 2,476,734= 53% del Padrón electoral”.
Lo cierto es que México dejó de tener gobiernos de mayoría, desde el momento en que José López Portillo se vio obligado a hacer rounds de sombra durante toda su gira proselitista. Desde 1976, al menos, los presidentes de la República que se encaramaron sobre la silla del águila, llegaron al poder gracias a una minoría, porque lo cierto es que, durante la campaña política de 1988, gracias a la Corriente Democrática y al Frente Democrático Nacional, se rompieron los diques de la ilegalidad electoral, pero se fortaleció la impunidad como modelo de control administrativo y político.
Parecían desterrados los tiempos de Gonzalo N. Santos y su manía de entrar “ensillado” a los recintos del Congreso. Félix Salgado Macedonio se encarga de recuperar la memoria, para demostrarnos que, efectivamente, la moral es un árbol que da moras.
Delfina, su nombre lo dice, será el títere de Higinio Martínez, y aquellos que se opongan a la voluntad del cacique serán sometidos a doble y hasta triple extorsión. Pero la sociedad organizada de otra manera, se niega a tomar el destino de la República en sus manos, para preservar la patria, el hogar común de los mexicanos.
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