Por EDGAR GONZALEZ MARTINEZ
El nuevo asenso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha movido a todos los gobiernos -unos a favor y muchos en contra- y, por supuesto, en el ámbito de cada país, las reacciones son encontradas. En el caso de México, el Plan México presentado por la presidente Claudia Sheinbaum, ha aglutinado a su alrededor a los empresarios, como hace tiempo no lo hacían ni en este gobierno ni en el pasado reciente. Por ejemplo, Consultores Internacionales nos dicen, el Plan México “ha sido bien recibido por los sectores productivos. Esto se debe, en gran parte, a que retoma muchos de los planteamientos realizados en los últimos años tanto por la administración anterior como por la representación organizada de los empresarios mexicanos. Las metas, aunque claras y ambiciosas, son viables siempre que se trabaje en conjunto y con el compromiso necesario”.
De acuerdo con las proyecciones del FMI, nuestro país se ubicaría en 2024 en el lugar 13 entre las mayores economías del mundo, medidas por su PIB, con $1.8 billones de dólares corrientes. Los primeros lugares son ocupados por EU y China, cuyos productos son 15 y 10 veces más grandes que el mexicano, respectivamente; mientras que los siguientes tres lugares (Alemania, Japón e India) duplican su tamaño. Para alcanzar la meta de colocarnos en la décima posición, es esencial crecer a un ritmo superior al que hemos tenido hasta ahora.
En los últimos 10 años, el PIB mexicano ha crecido en promedio anual un 1.5%. Según las proyecciones del FMI, entre 2024 y 2029, el crecimiento promedio anual será del 1.9%, muy por debajo del 6.5% necesario para al menos aspirar a alcanzar la meta. Aunque no es imposible —en los años 60 y 70, así como durante algunos momentos en los noventa se registró este nivel—, empero las condiciones actuales son diferentes. Dos factores han marcado esta diferencia: la baja productividad de los factores y niveles insuficientes de inversión e innovación. Ahora se debe agregar un nuevo factor: el cada vez menos confiable Estado de Derecho.
Las estrategias planteadas en el Plan México parten de la premisa de que se necesita inversión productiva y capital humano competitivo. El objetivo de elevar el coeficiente de inversión respecto del producto por encima del 25% a partir de 2026 y generar 1.5 millones de empleos adicionales en sectores clave como manufactura, tecnología y energía requiere derribar obstáculos estructurales para incentivar la inversión nacional y atraer más inversión extranjera. Según la UNCTAD, entre 2022 y 2023 México avanzó tres lugares en el ranking mundial de receptores de flujos de IED con 36 mil millones de dólares, lo que lo ubica en el noveno lugar mundial; sin embargo, Brasil prácticamente duplica a nuestro país en flujos de inversión. En fin, el gobierno del presidente Trump encuentra en México un país unido, con sustento político popular y con solidaridad del sector empresarial.
Hasta la FED rechaza el clima de incertidumbre que acompaña a Trump.
Inversionistas estadunidenses están temeros que las belicosas declaraciones de Donald Trump, desaten nuevamente las presiones inflacionarias. El reporte no cambia la apuesta actual que tienen los inversionistas sobre la decisión de la Fed de cara a su reunión del próximo 29 de enero y para la que el mercado descuenta, con un 97.3% de probabilidad, que el banco central estadounidense hará una pausa en su proceso de flexibilización monetaria. No obstante, es casi seguro que eventualmente podría haber, por lo menos, un recorte de tasas a lo largo del año porque ya se comenzaba a especular con la idea de que en todo el 2025 la autoridad dejaría sin cambios su tasa de interés de referencia.
La economía de Estados Unidos sigue intentando completar su aterrizaje suave, conseguir que la inflación baje al 2% sin provocar pérdidas de empleo ni una recesión en toda regla. Ha hecho muchos progresos para lograrlo desde el 9% que llegó a tocar la inflación a mediados de 2022, su máximo en cuatro décadas. Sin embargo, la última milla de la carrera contra las subidas de precios se está haciendo muy larga. Así, la Fed y su presidente Jerome Powell, medirá con mucho cuidado sus próximos pasos, más aún en un clima de incertidumbre sobre la política económica de Donald Trump, sobre todo en lo relativo a los aranceles y a la política migratoria.
Por otro lado, en términos generales, los mercados financieros globales están preocupados por los aranceles que podría anunciar Trump. Esto mientras los miembros del equipo económico entrante del presidente electo Donald Trump están discutiendo aumentar lentamente los aranceles mes a mes, un enfoque gradual destinado a aumentar la capacidad de negociación y al mismo tiempo ayudar a evitar un aumento de la inflación, según personas familiarizadas con el asunto.
Por su parte, en Japón, funcionarios del banco central del país asiático ven una buena oportunidad de una subida de tasas de interés la próxima semana, siempre y cuando la administración Trump no desencadene demasiadas sorpresas negativas. Las recientes declaraciones del gobernador del Banco de Japón, Kazuo Ueda, y de su adjunto, Ryozo Himino, han dejado claro que al menos se debatirá una subida en la reunión de política monetaria de la semana que viene, y los mercados ven un 78% de probabilidades de que se produzca un aumento de 25 puntos base.
Junto a los datos macro y los resultados empresariales, los inversionistas fijan su atención también en la geopolítica, con la noticia de alto el fuego en Gaza entre Israel y Hamás, que incluye la liberación de rehenes. Los detalles del acuerdo aún no están claros, y la oficina del primer ministro israelí señaló que aún hay puntos no resueltos en el pacto. Las negociaciones han sido supervisadas por Estados Unidos, con la participación de funcionarios tanto de la administración saliente de Biden como de la entrante de Trump. Qatar y Egipto actuaron como mediadores.
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