Teresa Gil
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A lo mejor millones de mexicanos nunca tuvieron en su corazón a Porfirio Muñoz Ledo un priísta evadido, ahora que se deslinda, “Morena se sale de mi corazón”. Es lamentable que un hombre notable como él queme sus ultimas naves en una posición que solo es utilizada por opositores rabiosos. Un personaje que exoneró a Díaz Ordaz, que ha atravesado la vida de cuatro partidos a dos de los cuales encabezó como presidente y se acercó peligrosamente al PAN en el sexenio de Vicente Fox de quien fue representante cultural en Francia ¿se habrá detenido a hacer un análisis profundo sobre la situación de un país que fue hecho giras, por el gobierno del partido, el PRI, al que él perteneció por décadas y que incluso dirigió? Ahora echa mano de la carta magna para escudarse en la controversia de los migrantes. La Constitución Mexicana, como todas las normas superiores del mundo, prescribe el deber ser. Es el estado a través de sus gobiernos como deben hacerlo realidad. ¿Pero qué pasa cuando la realidad se opone? La Constitución prescribe vivienda digna, salud y educación efectivas. De sus preceptos se desprende la equidad en la distribución de la riqueza, en el trato igualitario a ciudadanos, en la separación- iglesia-estado, etcétera. Y en la práctica nada de eso sucede. La riqueza afrentosa de unos pocos -seis de los más ricos del mundo según Forbes-, la existencia de 70 millones de mexicanos pobres según la CEPAL, y esos mismos setenta millones sin seguridad social según lo ratifica la creación del INSABI para favorecer a ese sector, demuestra que pese a las normas constitucionales, la realidad supera los buenos términos jurídicos. Y esa realidad la fueron imponiendo la corrupción y el autoritarismo, sobre todo, en años en los que Porfirio Muñoz Ledo fue priísta.
SABOTEAR O ELOGIAR, VERBOS PRESENTES EN EL DISCURSO DE MUÑOZ LEDO
Con sorpresa escucharon los presentes el discurso que dio Muñoz Ledo en Tijuana en junio del año anterior, con críticas a la política de AMLO ante las avalanchas que entraban al país y cuando se celebraba en la frontera el Acto de Unidad por la Dignidad de México. Era diferente a aquel viejo discurso de septiembre de 1969, cuando elogió con su maestría de pico fino, la gestión diazordacista e hizo referencia a “los que llegaron a poner en peligro a la paz pública”, en el 68. Y el pasado junio lo hacía para acusar, como lo está haciendo en los últimos días, en el arrobo de haber recuperado su lugar en el escenario. Salido a la palestra en su papel de personaje en exhibición, siguió el camino en la cámara de diputados -donde era presidente de la mesa directiva-, hasta su retiro reciente. Su edad -cumplirá 87 años en julio- su larga trayectoria de diletante que con excepciones duró poco tiempo en sus puestos, le había concedido una última oportunidad en el gobierno actual, que despreció. El quiere ser la estrella.
UN HOMBRE QUE HABLA MUCHO Y QUE NO DESPRECIA LA VARIEDAD PARTIDARIA
Cuando se habló de que Porfirio Muñoz Ledo le iba a poner la franja presidencial a Andrés Manuel López Obrador en su toma de posesión, afloraron por muchos lados los recuerdos de aquellos discursos incendiarios que dio el abogado en las tribunas diazordacistas. Muchos disculparon aquellos presuntos errores de juventud justificando el paso del tiempo, pero no era tan lejana su cercanía con el derechista Vicente Fox, del que fue agregado cultural en Francia, ni el cambio brusco que dio a favor de AMLO en 2006, porque vio que este tenía más posibilidades de ganar. El robo de la presidencia por Calderón, no le causó no obstante reacción alguna, al que fue representante de México en la ONU y llegó a presidir incluso el Consejo de Seguridad. Entre sus muchos puestos en su larga vida de presupuesto, ha escrito libros, entre ellos La ruptura que viene (2008) y Memoria de la palabra (2013), este último para reseñar sus vivencias. La salida de Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez y otros destacados priístas, de su partido, en lo que se llamó Corriente Democrática, fue calificada por algunos de salida necesaria ante la falta de opciones que se abrían para ellos, ya muy usados. Pero llegaron a una izquierda que generosa les abrió la puerta a altas posiciones que no han parado de tener. Han salido ganando durante más de treinta años ; pese a lo omiso que ha sido Cárdenas y a lo hablador que ha sido Muñoz. Sus opiniones al alza en estos días, cuando reniega de Morena, quizá añoran aquella euforia por el que lo lanzó a su larga carrera política, Diaz Ordaz, en términos como éste: “La herencia más preciada del régimen de gobierno del presidente Díaz Ordaz, es la consolidación del marco de nuestro desarrollo, por la afirmación de la soberanía interna y externa del Estado, por la continuidad de la política social y por la extensión sin precedentes de la obra nacional de infraestructura”. Once meses antes había sido la matanza de Tlatelolco.