domingo, diciembre 22, 2024

LIBROS DE AYER Y HOY: Pito Pérez, la Corte y la ley inútil en la corrupción

Teresa Gil
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx

José Rubén Romero cumplió setenta y un años de haber muerto el pasado cuatro de julio, pero su personaje el pícaro Pito Pérez, subyace todavía en la vida de los mexicanos sobre todo en los de más alto nivel. La argumentación tan cuestionada de la Suprema Corte acerca de sus salarios, entra en el contexto general de la corrupción en México y desde un principio se destacó que a muy poco llegaría AMLO si se dedicara a perseguir corruptos. Usar el propio derecho para justificar violaciones a la Constitución, rebasa lo que hacían los priístas, que usaban todo tipo de mecanismos con apariencia legal. La primera actitud de AMLO que después cambió para incluir en una consulta si los ex presidentes deben de ser juzgados, era la más acertada. Pero cuando se hizo la consulta, la vetó el INE. El cúmulo de corrupción que invadió a este país, hace imposible buscar caso por caso para someterlo a proceso aunque mucho se ha avanzado y es impresionante. Pero penetrar directamente a todo el embrollo saqueador, le hubiera llevado a AMLO todo el sexenio. Por eso los priístas mas conocedores del problema puesto que ellos lo crearon, dieron con el chivo expiatorio bíblico, vehículo para calmar multitudes y sanar heridas.

CHIVOS EXPIATORIOS QUEDARON ATRÁS. AHORA COARTAN JUICIOS DIRECTOS
La Corte no solo usa el derecho para justificarse. Lo usa para enfrentar la lucha contra la corrupción que dejaron, a través de los amparos. Se usa el derecho como mecanismo de defensa y ocultamiento. Aquellos que cayeron víctimas del famoso chivo expiatorio, Felix Barra, Jorge Díaz Serrano ( desaforado), Eugenio Méndez Docurro entre otros, calmaron los ánimos. En el caso de los ex presidentes, está la maraña legal, las componendas de antaño, los arreglos cupulares, la destrucción de pruebas, etcétera. En los casos claros de fraude público para robarse la presidencia, que es uno de los actos de corrupción más graves, Carlos Salinas de Gortari y Felipe Calderón fueron aprobados por los órganos electorales a modo y nombrados formalmente presidentes. La misma maniobra de usar el derecho. Atrás estaban la medianía de Miguel de la Madrid y el odio enfermizo contra AMLO de Vicente Fox. Las primeras boletas se quemaron y las de Felipe Calderón deben de haber seguido un trámite semejante. Poco se puede hacer. Solo queda la historia. Muchas de las negociaciones que se hicieron en el sexenio pasado, como las de los contratos petroleros, se ventilaron a nivel público como algo legitimo y así como construyeron la Casa blanca con contrataciones oficiales, con dinero que probablemente era nuestro, todo fue expuesto como legal; los fraudes y saqueos siempre buscaron el mecanismo del derecho para cubrirse, como ahora lo hace la propia Suprema Corte para defender sus salarios.

LAS LEYES DE RESPONSABILIDADES DE FUNCIONARIOS, UN POZO OSCURO
Sería paradójico sobre el órgano que aplica la justicia el hecho de que sus funcionarios fueran sometidos a la ley de responsabilidades Creadas para que funcionaran para los que eran opositores, en sexenios pasados, las leyes de responsabilidades de los funcionarios públicos servían como aquellas que se aplicaban en décadas lejanas y que ameritaban un jurado popular con el que solo eran juzgados, ¡los carteros!. Yo recuerdo haber sido seleccionada como jurado en Hermosillo y desde luego participé para dejar libre al pobre cartero en turno. Los llamados juicios políticos, los desafueros -como el que le aplicaron a AMLO-, las investigaciones a funcionarios y empleados públicos se deslizaban entre instituciones que se tiraban la pelota y que después de un largo periodo le daban al inculpado la posibilidad de defensa -legitima desde luego- que suele terminar en la nada. Mientras el ciudadano común era llevado a proceso con solo una querella ante un ministerio público que la turnaba ya con su veredicto ante un juez penal, la parafernalia de los juicios a funcionarios públicos, en los que intervenían varias instituciones, era como un laberinto al que pocos fueron sometidos sobre todo si eran priístas. Meterse en esa maraña es perder un tiempo valioso para alguien que solo tiene seis años para tratar de recomponer al país. En todo caso, la cura de la corrupción tiene que ser a partir de cambios profundos .

LA VIDA INÚTIL DE PITO PÉREZ, DE UN PÍCARO JUZGADO POR LA LITERATURA
Los españoles se apoderaron de la picaresca, pero escritores mexicanos dieron un cambio a sus clasicismos y crearon, como José Rubén Romero, novelas que si bien tomaban algunas cosas de aquellas famosas aventuras de los picarillos, ofrecían aportes que eran bienvenidos en el cine -tres veces con el famoso Pito Pérez-, pero además era claro que Romero un alto diplomático y miembro de número de la academia de la lengua mexicana, había leído también a Pirandello. En El difunto Matías Pascual, de hecho el premio Nobel italiano plantea un nuevo tipo de pícaro, mujeriego, sensible, culto -termina dedicándose de por vida a promover la lectura en su pueblo-, aunque el mexicano solo lo copió en lo mujeriego con características similares. El Pito Pérez se reproduce en las obras de Romero por antecedentes que escribió y por la segunda parte que se desarrolla en Michoacán. El pícaro es un desastre, borracho, raterillo, transa, vividor, truhán completo, que nunca encuentra su puerto moral. Pero a diferencia de los pillos que han asolado y saqueado a México era germen de una niñez en plena etapa pre revolucionaria, de una sociedad miserable, explotadora y abusiva, como la que han creado los otros, los pícaros mayores. Romero se sirvió de sus obras para exhibir lo que era desde entonces -La vida inútil de Pito Pérez se escribió en 1938, con publicaciones diversas, Porrúa 2008-, la sociedad y la política mexicanas. Me gusta la película con Manuel Medel y Katy Jurado (1944). Aquí, parte de una de las canciones que ambos cantan en ese filme:
Como que te vas
como que te vas
como que te vienes,
pero vida mía
¡Como te entretienes!

Como que te vienes
como que te vienes
como que te vas,
pero vida mía
¡Que borracho estás!

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