jueves, marzo 28, 2024

LIBROS DE AYER Y HOY: Los viejos, como dioses vencidos, víctimas del escarnio social

Teresa Gil

laislaquebrillaba@yahoo.com.mx

 

En México se celebra el Día Nacional de la Persona Adulta Mayor  el 28 de agosto, en medio de la aportación primaria, en algunos casos fundamental, del estado, pero sin que la sociedad en su conjunto se involucre. Y sin que dentro de los males que los afectan, se mencionen los méritos, los logros y la actividad que miles de ancianos todavía ejercen a diario en altos niveles. Lo que suele destacarse  son los principales problemas que enfrentan muchos de ellos y que se dan en el seno familiar y en el entorno social en el que viven. Resulta alarmante que sea en el ámbito parental, donde, como en el caso de las mujeres agredidas, asesinadas, violadas, los ancianos se topen con  la violencia en el lugar en el que deberían de estar más seguros. Suele darse la cifras de más 20 mil denuncias por agresión física solo en la Ciudad de México, 27 por ciento por negligencia. Pero esos datos no se consideran reales porque miles de ancianos no denuncian las agresiones; hay además la permanente sevicia contra ese tipo de personas -alrededor del 10 por ciento de la población mexicana-, abandono, desprecio y omisión, que suele llevar a un estado de depresión que puede conducir al suicidio. La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que para el año entrante, la depresión podría ser la segunda causa de discapacidad en los ancianos. La fecha de celebración de los que consideran abuelos, aunque muchos no lo son, sirve para enumerar las múltiples causas que afectan a esa edad, pero pocas veces se destacan sus logros,  sus aportes, la vida de muchos ancianos en la actividad y la lucha que  dan pese a los obstáculos por permanecer vigentes. El que  la mesa directiva de la Cámara de Diputados sea encabezada por un  hombre de 86 años como Porfirio Muñoz Ledo es uno de esos ejemplos. El propio presidente de la República tiene más de 65 años y poetas, escritores, científicos, académicos, et al,   rebasan en muchas ocasiones los 70 y 80 años; el ex rector Pablo Casanova y la legisladora  Ifigenia Martínez, tienen más de 90 años, otros ejemplos.

 

LA INSERCIÓN DE LA TERCERA EDAD, EXPLOTACIÓN, RETROCESO Y ABUSO

La ancianidad, que en México se configura de los 60 años en adelante, no es sino la continuación de un proceso que no puede cambiar de un  día para otro. Eres adulto un día, y al día siguiente un anciano, un adulto mayor, cosa absurda. De hecho el ámbito laboral impone desde antes, el rechazo a las personas que acumulan años sin ser ancianos. La inserción está acorde con el uso inhumano del sistema económico, pero también del manejo utilitario de las familias. En México, miles de ancianos trabajan gratuitamente para empresas de autoservicio que acumulan millonadas anuales, gracias a servicios que no pagan. Eso  lo permiten y lo aprueban las instituciones laborales. Pero hay otro fenómeno que se generaliza en algunos sectores, el del uso del anciano como criador y cuidador de niños y parte de los trabajos  domésticos de una casa. Los que deben de  ser actos de apoyo y solidaridad para mantener activo al anciano, se convierte en una obligación. Las mujeres ancianas son  las más afectadas, sobre todo en un entorno socialmente injusto en donde existen más de 5 millones de madres solteras que trabajan y alguien tiene que cuidar, criar y atender a los niños y el hogar. Esa es la continuación  de la vida de los ancianos y de sus años últimos. La inserción no se da para bien,  salvo algunos casos en  los que el anciano ya estaba inserto en la política, la academia, la empresa y otros sectores, por mérito propio.

 

LOS VIEJOS, COMO EL DIOS VENCIDO RA, VÍCTIMA DEL ESCARNIO: MONCADA GIL

Don Chente es un bello cuento del académico y filósofo Carlos Moncada Gil. La Universidad  Autónoma Metropolitana (UAM) ha hecho concursos literarios entre los alumnos, en los que  la obra concursante es un  libro. El  de Moncada Gil Los cuentos de Ariel, premiado, consta de 13 cuentos  publicados en la recopilación Premio Diana  Morán de  poesía, cuento y ensayo (UAM 1993). El filósofo vincula a un  viejo oficinista del que todos se burlan, con Ra, el que fue el más grande dios de los faraones en Egipto; Ra, dios del cielo y del origen de la vida, deidad todopoderosa símbolo de la luz solar, el que al envejecer dejaron de respetar y se burlaron de su aspecto senil. El dios crea entonces a la diosa Sekhmet que se venga en su nombre. Pero Ra, quien fue padre de Osiris en esa mitología egipcia, es bondadoso, perdona a los hombres, al final  revela su nombre secreto y surge el dios Horus que reina después de él. En el  cuento se describe a un anciano oficinista, del que se burlan y le gritan que cuente una de viejitos. Y entonces  don Chente rememora la historia de Ra, el dios que dominaba el universo y la luz del día y se refiere ante aquellos gañanes, a la  búsqueda de un nuevo sol, de un sol interior  “que es la  memoria de toda cosa vista y amada. Esta es la tarea de sobrevivencia que me propongo -dice como lo hacen muchos ancianos-, más difícil todavía”. Reproduzco la parte final del cuento, para observar como, ante la presencia superior de don Chente, la gente se sigue burlando:

DON CHENTE

“El viejo imperturbable, puro, igual que un peñasco que resiste el escarnio de las olas. se levanta dificultosamente, camina apoyándose en el bastón, lento, pausado, para no agotar el instante saboreado, mientras uno le pega una cola de papel en la parte posterior del saco y lo despiden con palmadas de risa, y luego se aleja, ligeramente encorvado, como un dios vencido”.

 

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